Miedo a la verdad

Capítulo 40

Después de su conversación con el hijo del encargado del edificio donde vivía Andrés,

Charly decidió que tenía que volver allí para hacer una comprobación.

Llegó al inmueble de la calle Charcas, apenas Aníbal lo vio, vino a abrirle la puerta, aun-

que lo miraba con cara de pocos amigos.

_ oiga, de vuelta por acá, que se olvidó, espero que no haya tratado mal a Nico

Charly le sonrió

_ no te preocupes Anibalito, el chico está sano y salvo, papito lo cuidó, si hasta casi nos

hicimos amigos

_ y ahora que quiere, ya habló con mi hijo, yo ya sabe que no tengo nada para agre-

gar, y al departamento del señor Andrés, no va a volver a entrar

_ tranquilo Anibal, vine en son de paz, no voy a quitarte tu tiempo, ni quiero ir al departa-

mento de Andrés, sólo quiero dar un paseo en ascensor

_usted está loco o es otra de sus chanzas

_ andá tranquilo, seguí con tu trabajo, sólo quiero husmear un poco, cuando me aburra,

te pego un grito para que me abras la puerta

_ mire, haga lo que quiera, mientras no me moleste

Charly se acercó al ascensor, pulsó el botón, cuando llegó subió hasta el tercer piso, en el

edificio había dos departamentos por piso, salvo en el séptimo, donde sólo se encontraba

el piso donde vivía Andrés. Tocó el timbre en el departamento A, no se escuchaba el me-

nor ruido, volvió a llamar un par de veces, el último fue más prolongado, hasta que escu-

chó los pasos de alguien que arrastraba los pies al caminar, tal vez una persona mayor,

una voz de mujer preguntó casi gritando quien era.

_ señora, puedo hablar un momento con usted,

_ dígame quien es y que quiere, no soy tonta, no le abro a desconocidos

_ tiene razón, me doy cuenta de que es una mujer muy astuta, mi nombre es Charly

Rosco, soy detective privado, sólo quiero hacerle un par de preguntas, es muy im-

portante.

_ está bien, muéstreme su credencial por la mirilla

Charly lo hizo, la mujer comenzó a liberar en forma lenta la puerta, primero la cade-

na de seguridad, luego las dos cerraduras, abrió la puerta, no era tan mayor como

había supuesto, tendría entre cincuenta y cinco y sesenta años, sus cabellos cortos,

rubios, gracias a alguna tintura, tenía puestos unos pantalones holgados, su cuerpo

era rollizo, su gesto era amistoso, lo dejó pasar al living, le indicó que se sentara

_ disculpe, señora, dígame cual es su nombre

_ me llamo Blanca

_ bueno, Blanca está usted casada?

_ qué pregunta es esa?, no quiero ponerme triste, soy viuda

_ lo lamento Blanca, no lo sabía, vive con alguien aquí, no sé hijo, sobrino

La mujer dejó de sonreir

_ no, señor, hace cinco años que vivo sola

_ de acuerdo, usted se habrá enterado que el pasado 20 de julio, se cometió un

crimen en el séptimo piso, escuchó algún ruido o vio algo fuera de lo común

_ ah sí, me enteré lo que le pasó a la señora Carla, no la conocía bien, pero, me

impresionó mucho, esa noche no escuché nada, es que me cuesta dormir y como

no estaba mi novela favorita, estaba aburrida, quería dormir temprano, así, que me

empastillé y pude conciliar el sueño

_ entonces, me dice que nadie le tocó el timbre esa noche, ni tampoco recibió la visi-

ta de un hombre

_ de un hombre? -Se rio la mujer-, por favor, ya le dije que me fui a dormir temprano, no

recibí ninguna visita, menos de un hombre, ahora si me disculpa tengo que terminar de

asear el departamento

_ por supuesto, le agradezco que me haya recibido, señora Blanca, ah disculpe, sabe

quien vive en el departamento de al lado

_ mire, señor detective creo haber sido amable con usted, pero, no soy la portera

_ no se enoje doña Blanquita, creí que tal vez podía conocer a sus vecinos, pero, no im-

ta, ya me voy

Charly salió del departamento, la mujer que había cambiado de pronto de humor, cerró

de un golpe seco la puerta sin despedirse, él, sonrió, mientras reflexionaba sobre los

cambios de humor de algunas mujeres, tocó el timbre en el otro departamento, esta vez

tuvo mejor suerte, ya que enseguida le abrieron la puerta sin siquiera preguntar quien

era, apareció un hombre de unos cuarenta años, aunque aparentaba tener algunos más,

ya que sus cabellos eran blancos

_ justo estaba por salir, cuando sonó el timbre, quien es usted y que quiere?

_ hacerle un par de preguntas

_ de que se trata, acaso es un concurso y me puedo ganar un premio, no estoy interesado

_ quizás, si contesta mi pregunta, se gane un gracias

_ mire, estoy apurado, no tengo tiempo, ahora, tal vez mañana

_ sólo será un momento, soy detective privado y estoy investigando sobre el crimen que

se cometió en el séptimo piso, era el día del amigo, usted recibió la visita de un hombre

esa noche, a eso de las doce y cuarto

_ ah, pero, no entiendo, sé que el asesino está preso

_ si quiere después le explico, pero, ahora conteste a mi pregunta

_ no, esa hora no recibí a nadie, hice una reunión e invité a mis amigos, pero, ninguno

vino a esa hora

_ está seguro, que nadie llamó a su puerta a medianoche

_ le estoy diciendo que no, a esa hora empezaron a irse algunos de mis amigos

_  bien, de acuerdo nadie vino a esa hora, pero, por favor mire con atención esta foto-

grafía – Charly le mostró la foto del doctor Ocampo- conoce a este hombre o estaba

entre sus amigos esa noche?

El hombre miró la foto, pero, aseguró no haberlo visto nunca

_ pero, quizás es amigo de alguna de las personas que estuvo en su casa y vino a bus-

carlo

_ nadie vino a buscar a ninguno de mis amigos, ni tocó a mi departamento a esa hora,



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En el texto hay: intriga y romance, suspenso

Editado: 19.03.2022

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