Miedo a la verdad

Capítulo 3

Isabella corrió a abrazar a su hermano estaba terriblemente conmocionada, se estrecha-

ron en un fuerte abrazo. Ella pronto se repuso, pues comprendió que no podía dejarse

caer, no era así como podría ayudarlo. Lo miró detenidamente lo vio pálido y ojeroso, casi

irreconocible, se notaban las huellas de esos terribles días de sufrimiento.

_ que pasó Andy? Contame todo por favor.

_ la mataron hermanita, la mataron, aún no lo puedo creer, la asesinaron sin piedad, ya

no la veré más, no escucharé su risa, ni estará a mi lado cuando despierte, y encima me

acusan a mí de su muerte, yo que la amaba con todo mi ser, nunca le hubiera hecho da-

ño, sería como destruir una parte de mí, tenés que creerme

Andy rompió en sollozos y su hermana le acarició el rostro.

_ te creo, te creo cariño, no hace falta que me lo pidas, sé como sos, y además tus ojos

no mienten, pero, no es a mí a quien tenés que convencer. Por empezar necesitás un

buen  abogado.

El rostro de Andy reflejaba su desesperación, su impotencia.

_ Isabella, llamá a Manu, avisále, él me va a ayudar es un excelente abogado y confío en

él.

_ no, estás equivocado, Manuel es tu amigo y sé cuanto se quieren, pero, aquí está en

juego tu libertad, hermanito, él será un buen profesional pero, no tiene la experiencia

necesaria para un caso tan grave y no podemos dejarlo en sus manos, porque hace falta

algo más que amistad y cariño para resolver esto.

Andy la miraba sin comprender, lo que estaba diciendo su hermana.

_ pero, entonces, que voy a hacer, en este momento no tengo tanto dinero, para contratar

otro abogado con más prestigio, además como podría confiar en un desconocido.

_ quédate tranquilo, Andy, yo lo voy a solucionar, hablaré con mi profesor, el doctor

Ocampo, él es el único que te puede sacar de este problema, es un gran profesional, con

una vasta experiencia en estos temas.

_ estás loca Isabella, mi pequeña, el doctor Ocampo es uno de los mejores abogados y

mejor cotizado debe cobrar una fortuna.

_ confía en mí, hablaré con él, es mi profesor, y soy su ayudante de catedra, sé que me

tiene afecto, no me va a fallar, estoy segura.

_ Isabella, que puede importarle lo que me suceda a mí, lo que le hicieron a Carla, ade-

más, no es un caso que pueda darle más prestigio del que tiene, ni que pueda llamar su

atención, las cosas parecen claras, a ella la encuentran muerta y yo tenía un arma en la

mano.

_ ël sabrá encontrarle la vuelta, tiene mucha experiencia, sé que no mataste a Carla y el

doctor Ocampo logrará demostrarlo, porque estoy segura que va a aceptar el caso, o al

menos leer el expediente y bueno, después veremos, no nos adelantemos, quedáte tran-

quilo, vas a ver que todo se va resolver, sé que es difícil lo que te pido, pero, confío en mi

profesor y te pido que vos también lo hagas.

Andrés, se sintió un poco más relajado, sonrió a su hermana, sabía que ella lo intentaría

todo para ayudarlo.

Un guardia, se acercó a Isabella y le pidió que se retirara, el horario de visita había termi-

nado.

_ un momento, ya me voy, pero puedo darle un beso a mi hermano.?

Isabella le dio un fuerte abrazo a Andy, los dos se fundieron en un apretujón, en esa cari-

cia como si no quisieran despegarse el uno del otro, el policía volvió a repetirle con enojo

que tenía que irse.

Isabella se fue, pero él ya no se sintió tan solo, su hermana no sólo lo había

consolado, como siempre lo hacía, sino que le había contagiado su optimismo y su

seguridad.

Volvió a su celda, se sentó en el catre y toda su vida, su infancia, apareció en su mente

como si se tratara de una película, recordó cuando él e Isabella eran unos niños, la pe-

queña mostró siempre un carácter fuerte, avasallador y cuando decidía algo era casi

imposible hacerla cambiar de opinión, Andrés, al ser mayor, quería protegerla, pero, ella

no se lo permitía, se enojaba y le gritaba que él no era su papá y que sólo le pedía que se

comportara como un hermano, ella amaba a Andy, aunque no aceptaba que quisie-

ra solucionarle algún conflicto, por otra parte ella siempre fue, desde pequeña, la encarga-

da de mediar entre su propia familia, cuando sus padres discutían, lo que hacían pocas

veces, pero, si ella los escuchaba, hablaba con cada uno por separado, y les decía que

ellos les habían enseñado a ella y a su hermano, que no debían pelear, sino, conversar y

discutir  el problema, pero, sin gritarse, lo que hacía reir a sus padres y enseguida,

retomaban el diálogo.

Andrés recordó, una ocasión en que él había peleado con un amigo y lo había golpeado,

aunque, nunca había sido un chico agresivo, el padre al enterarse y sin preguntarle que

había pasado, lo castigó, le dijo que se fuera a su cuarto, y que no saldría el fin de sema-

na, su hermana, que tenía en ese momento sólo siete años, encaró a su papá y le pidió

que fueran a la habitación de Andy, y no pudo negarse ante la seriedad del rostro de su

hija.

_ papá, por que castigaste a mi hermano

_ porque hizo algo incorrecto, se peleó y golpeó a un compañero, me avisó su maestra.

_ está bien, dijo Isabella, pero le preguntaste por que lo hizo.

_ eso no es lo importante, y vos que siempre decís que queres ser abogada cuando seas

grande, tenés que saber que no es con violencia como se demuestra que uno tiene ra-

zón, sino hablando y eso lo entendés bien.

_ Isa,  -intervino Andrés, no te preocupes, papá hizo lo que creyó correcto.-

_ silencio, Andy, no podés hablar, porque yo ahora soy tu abogada, y vos papá creo que



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En el texto hay: intriga y romance, suspenso

Editado: 19.03.2022

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