Miedo al amor

Parte 2

Como la casa de Nachimi solo quedaba a 20 minutos a pie de allí, él la acompañó, la gente los veía extraño, un hombre de más de 2 metros, con un gorro con la visera para atrás, y su ropa de colores tan llamativos con la frase Post Boy en el pecho, y una mujer de 1.60, con el pelo corto (la muchacha trato de ondularlo ella misma, pero lo quemó, la solución más practica fue cortarlo lo más que se pudo), con vestido largo plomo, zapatos bajos negros y una cartera tipo sobre oscuro, se veía algo gótica, aunque no lo era.

Con el tiempo empezaron a ir a otros lugares, a ella le costaba confiar en las personas, por eso a su edad, 30 años, casi no tenía amigos, pero Majunia le inspiraba confianza, incluso él la acompañó a la cena de Gala de Aniversario del Mall donde estaba la tienda de libros, como era con ropa formal, el hombre de piel verde se sentía ahogado con traje, aunque no dejó su turbante, si veía sus antenas, la mujer recordaría a su padre, y que decir de los demás, todos saldrían corriendo.

— ¿Por qué ese turbante? ¿Eres hindú? — no le queda nada mal pensó sonrojándose la joven.

— Es mi costumbre usar algo que cubra mi cabeza. Y como no podía venir con el gorro de siempre decidí usar este — la miró fijamente — se te ve bien el pelo largo.

— Me creció rápido — tomó un mechón y lo retorció algo nerviosa por el alago.

Nachimi no gustaba de bailar, por fortuna para el namek que no sabía cómo enfrentaría esa situación, se acomodaron en un rincón, allí conversaron y se reían de quienes trataban de demostrar sus destrezas en la pista.

Debido al ruido, debían hablarse prácticamente al oído, en una de esas veces se encontraron cara a cara, y terminaron en un suave beso. Luego de formalizar su noviazgo, se encontraban regularmente, hasta que quedaron de verse en un parque en las afueras de la ciudad, allí Piccolo llegó vestido con su gi, capa y turbante.

— ¿Por qué vistes así? — lo miró enojada — te pareces a...

Antes que ella terminará la frase, una mujer comenzó a gritar desesperada.

— El niño... pensé que estaba contigo — le decía a un hombre a su lado.

— Yo fui por lo que se nos olvidó en casa, pero ¿Para que me llevaría a Terry? Él se quedó contigo.

— Hace una hora que no lo veo... pensé que... ¡¡AYUDA!!

Los presentes buscaron por los alrededores, cuando no lo encontraron, cuatro parejas entraron al bosque cercano por el pequeño desaparecido.  Media hora después volvieron con las manos vacías, entonces el padre fue a buscar a la policía, la madre fue consolada por los demás visitantes.

— Este lugar es peligroso, lo conozco muy bien, hay perros salvajes, no voy a quedarme sentada, debo hacer algo — la muchacha tuvo una amiga cuando niña, que se perdió en ese lugar, y terminó muerta por los animales salvajes — señora, yo iré.

— Iremos — corrigió el hombre de la capa.

— Gracias, mi niño iba con polera celeste,  y pantalón deportivo plomo.

Nachimi tomó sus cosas del picnic, las metió en la mochila que llevaba a su espalda, y comenzó a caminar. Al rato la muchacha miraba a todos lados nerviosa, luego de un rato el namek se detuvo abruptamente.

— ¿Qué pasa? — así se parece demasiado a ese demonio, se dijo la humana, nerviosa.

Él no respondió, la tomó en brazos y voló.

— Esto no puede ser, debo estar alucinando.

— Allá está el pequeño, rodeado de perros salvajes.

Ella vio que ya lo iban a atacar, el niño de dos años ya estaba a cinco metros de la jauría.

— Cuídalo — le ordenó el hombre, y la dejó caer al lado del infante.

Piccolo se paró frente a los caninos, los más pequeños sólo los pateó, pero los dos más grandes lo rodearon, uno se le tiró al cuello, mientras el otro le destrozó el brazo.

— Dios... ayudado — susurró pálida Nachimi abrazada al niño.

El hombre verde rió maligno, tomó con su brazo suelto al del cuello y lo tiró para arriba, cuando bajo le dio un puñetazo. El del brazo lo golpeó en la cabeza, quedó inconsciente en el suelo, al ver eso todos los caninos corrieron a esconderse, así termino con el peligro.

— Debo llevarte a un hospital, estás grave... espera... tu sangre es morada... tienes... tienes antenas... — durante la pelea se le cayó el turbante.

La mujer cayó al suelo al ver que las heridas sanaban a simple vista, y la piel quedaba como si no hubiera pasado nada. Luego Piccolo usó su poder y limpió su traje, su sangre había salpicado incluso a la mujer y el niño, al verlos camino hacia ellos.

— No te nos acerques, eres el rey demonio — Piccolo volvió a usar su poder y los limpió a ellos también.

— No soy él, soy... su hijo...

— Debo llevar al niño con su madre, no vuelvas a buscarme ¡¡TE ODIO!!

Corrió llorando a donde estaban los demás.

— HIJO, ESTÁS BIEN, gracias señora — agradeció la madre, por fin tranquila.

— De nada — Nachimi se fue a su casa inmediatamente.

Por un mes estuvo sin ver al hombre verde, hasta que un sábado al llegar a su hogar, lo encontró esperándola en la entrada.

— Te dije que...

— ¿Podrías al menos dejarme explicar? — tenía la esperanza de arreglar todo con ella.

— Está bien, conversemos adentro, no les daré un espectáculo gratis a los vecinos.

Apenas estuvieron en el living, ella tiró su cartera al sillón, se dio vuelta y su furia se desató.

— ¡¡TE REÍSTE DE MÍ, ME MENTISTE, ERES EL HIJO DE DAIMAKU!!

— No tengo la culpa de quien era mi padre.

— No eres un simple hijo de vecino, TU PADRE ERA EL REY DE LOS DEMONIOS. Si mis padres te ven morirían del miedo, ellos fueron los únicos en sobrevivir cuando pasó por mi tierra.

— Los muertos fueron revividos.

— Mis padres eran vecinos, cuando eso pasó eran muy pequeños, cuando vieron a sus familias revivir, huyeron creyendo que eran zombies, ahora piensan que los que los rodeaban son muertos vivientes, ya de grandes no se relacionaban con nadie, a mí no me dejaban tener contacto con ninguna persona del barrio, incluso me educaron en casa, vivía encerrada mientras ellos salían a trabajar, por suerte encontré un pasadizo y lograba salir, así me hice amiga de la dueña de la librería, le ayudaba a limpiar, me iba a pagar, pero yo prefería llevarme libros... ahora ellos viven en una finca muy lejos, no me vienen a ver, cuando yo lo hago ellos me vigilan para asegurarse que no me convertí en un zombie, quedaron shockeados para siempre, y todo fue por culpa de tu padre... ESE MALDITO DEMONIO.



#13266 en Novela romántica

En el texto hay: inseguridad, celos

Editado: 14.07.2023

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