Miedo al fracaso [2º parte]

Capítulo 3

Ashley

Me desperté al lado de Dash en una cama que no conocía. Me levanté a duras penas porque estaba agotada de la guerra en la piscina. Dash seguía durmiendo tranquilo, relajado. Alisé mi ropa cuando ya estaba levantada.

Las palabras de mi amigo anoche acechan en mi cabeza.

Ni siquiera dijo adiós.

Era mi hermano.

Duele, duele mucho.

Me siento muy culpable de su frustro, que ha sido mi culpa. Yo le maté, yo les dije que me había mandado un mensaje de que se iba a Alemania. Les jodió, les jodió mucho, pero no quería morir y menos delante del ser que me ha chantajeado, pero también fue la persona que me ayudó y protegió sin necesidad de hacerlo.

Ya solo de pensar en todo lo malo que hice se me revuelven las entrañas. Que yo pudiera sentir algo por Logan me hacía temblar, porque me daba miedo que apareciera y que fuera un producto de imaginación para torturarme, porque sé que está detrás de mí, que es mi segunda sombra.

Siempre seré tu segunda sombra, fiera.

Y ese apodo ya me superaba. Fiera, ridículo, ¿verdad?

Pero lo más ridículo era que me gustaba que me llamase así.

—Buenos días, Heidi—la voz de mi novio me hizo sonreír.

Pava

—Buenos días. ¿Cómo estás?

—Me duele la cabeza, pero bien.

Bufé, que quejica es por favor.

—Deberíamos irnos—digo. Pongo un pie en el suelo, pero Dash me abraza y me lleva contra su pecho.

—Deberíamos, pero no quiero—me estruja más como si fuera un oso de peluche achuchable.

Su comentario lo dijo todo. Ah, no, me negaba.

—No vamos a hacerlo en esta casa, me niego—intento levantarme, pero no me puedo levantar porque Dash me estrecha más—. ¿Me dejas levantarme?

Niega con una sonrisa.

—Sí.

—No.

—Sí.

—No.

—No.

—Sí. Espera, ¿qué?

Su confusión afloja su agarre y por fin soy libre.

—No me gusta que me hagas eso.

—Porque siempre pierdes, ¿verdad?

Se levanta a regañadientes, pero lo hace. Me calzo y salgo por la puerta en silencio para no hacer ruido por si alguien está durmiendo y por no llamar la atención.

Salimos de la casa de Oliver y Dash insiste en que pasemos el día en su casa viendo la tele o “lo que queramos hacer”.

—Hay veces que me das asquito, enserio.

—Lo siento, Heidi, pero soy así.

—¿Qué se me acercaría por la cabeza al hablar contigo cuando nos conocimos?

—Pues que estabas sola y aburrida porque Isa te había dejado tirada—me sonríe con inocencia—. Yo solo quise ser amable.

—Ya, claro. ¿Te piensas que me chupo el dedo?

—Te chupaste los dedos cuando comimos costillas el otro día—me mira con ganas de reírse, pero se contiene, que al final suelta un ruido raro y ríe.

—No sé cómo me llegaste a gustar, enserio—bromeo.

—Porque soy único y mis dotes no los supera nadie.

—Mejor me callo, no vaya a ser que eches estrellitas de ego.

—¡Oye!

—Hasta mañana.

—¿No venías a mi casa?

—¿No vendrás a la mía?

Se sonrojó, vamos que solo le faltó echar corazones por los ojos.

Le dejo ahí distraído con sus pensamientos y subo a mi casa. Tengo que hablar con alguien porque me preocupa su actituz, y me da miedo que esté sufriendo o algo peor.

Abro la puerta; Isa está llorando entre las sábanas, revolcada don el edredón y con todo el maquillaje corrido.

—Isa, tengo que hablar contigo.

—No quiero, Ash.

Está triste y me parte el alma ver a mi amiga así, porque al final se ha convertido en un pilar fundamental en mi vida. Y yo seré otro en la suya, porque las amigas se ayudan.

Desconocido

Me encanta tenerla atada a mi cama. Cada vez que la veo me vuelve el ansia de querer matarla. Está dormida y me hace pensar en cómo la voy a matar. No la puedo rajar el cuello porque eso ya se lo hice a Liam que en paz descanse. Tampoco la ahorco, no me mola la idea de que se tire por la ventana…

Se mueve en mi cama, despertándose. Que divertido va a ser esto.

—Buenos días, guapa.

—¿Dónde estoy?—pregunta desubicada.

—En el infierno.

Se tensa al instante al acordarse de que la drogué para arrastrarla a mi cama.

—¿Qué me has hecho?—pregunta alterada.

—¿Por quién me tomas? Soy un asesino, no un violador.

—Déjame ir, por favor. No diré nada, lo juro—suplica al borde de las lágrimas que no tardan en salir.

—¿Dónde está Eryx Morgan?

Ella se queda callada, no dice nada. Esta sí que lo sabe.

—¿Qué dices? Ella murió hace tres años.

—Me estás mintiendo. ¡Dime dónde cojones está Eryx!

—Y me dejarás irme.

—Trato hecho.

—Ella se fue a…

No le da tiempo a acabar porque alguien por detrás le pega un tiro volándole la cabeza. ¿Qué cojones? Cuando me doy la vuelta no hay nadie.

Pego patadas a la cama, muy cabreado. Hijo de puta, ¡iba a saber dónde se esconde ese perra y alguien ha matado a mi única persona que lo sabía!

Juro que lo encontraré y lo mataré con mis propias manos, porque no me voy a rendir hasta tenerla esposada en mi cama y matarla poco a poco.

Porque siempre cumplo mis promesas.

Y esta no va a ser una del montón.

Mataré al que haga falta para saber donde se esconde la esbelta Eryx Morgan.

¿Sabes los lemas de la vida?

Porque te recomendaría que los vieras.

Esas heridas que dice tener no existen.

No es una víctima cualquiera.

Es una asesina al igual que yo, y los asesinos estamos destinados a conocernos. Y eso es lo que haré.

Isa

Ya no podía más, así que exploté. Me da igual que Ashley estuviera delante, viéndome llorar como un bebé, pero lo necesitaba de verdad. Se tumbó a mi lado y me estrechó entre sus brazos. No me lo merecía, y, ahí estaba, recibiendo apoyo de Ashley.



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En el texto hay: asesinatos, amor, suspenso

Editado: 25.07.2023

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