Ashley
Isa se puso muy pesada en que ella me peinaría y me maquillaría. Me dio cosa decirle que no porque iba muy ilusionada, hasta pienso que está más ilusionada que yo.
Se puso cansina en darme mechas. Claro que le dije que no, pero, a ver, es Isa, no sirve de nada decirle que no y mil o cien mil veces un no. Ella es un sí, sí, sí.
Vino con el bote lleno de tinte blanco. Me iba a parecer a una abuela, pero dijo que no, que solo era para resaltar mi color del pelo.
Sus palabras fueron: Ashley no me toques la moral porque si hace falta te ato a la silla.
Así que al final esta mujer insistente me está dando mechas en el pelo. Espero una hora o así para irme a aclarar el pelo. Claro que también baja mi compañera de habitación porque no se fiaba de mí. Dice que me lo voy a aclarar mal o cualquier excusa para ver su obra de arte según ella.
Me lava el pelo como si yo estuviese inválida o algo así, pero oye, el masaje en la cabeza me lo llevo. Subimos para que me seque el pelo. Ni que fuera el día de mi boda.
Al final me trago mis palabras porque me gusta como ha quedado el pelo. Isa me regaña por las pegas que puse, pero ha merecido la pena su insistencia porque me veo mejor que antes.
Nunca me había visto con el pelo liso desde hace mucho tiempo, y, he de decir que me lleva a mis tiempos felices y no tan felices. Me recuerda a Ethan y a Aely, a Liam, a Felyx, a mis padres, a mi pasado…
Pensándolo bien, soy feliz en mi nueva vida. Tengo amigos que me quieren, tengo a un novio que me ama, una carrera para trabajar de lo que a mí me gusta y tendré un trabajo estable.
No le puedo pedir más a la vida después de toda la mierda que pasé con Logan.
Y lo único que pido es un poco de tranquilidad.
Cuando Isa ha acabado con mi pelo y maquillaje se pone a saltar emocionada.
—¡Estás muy guapa, Ash! ¡Mírate, mírate, mírate!—repite en un bucle de saltos y palmadas—¡Pero espera! ¡Ponte el vestido!
—¿Me miro o no? ¡Aclárate, joder! ¡Me estás poniendo nerviosa!
Ella se ríe, pero al final me ayuda a ponerme el vestido para no cagarla.
—Ahora sí. ¡Mírate, mírate, mírate!—vuelve a entrar en bucle.
Mi reflejo en el espejo no se parece nada a la Ashley normal.
—Joder…
—¿A que sí?
—No me reconozco.
—Creo que nadie lo hará. ¡Pero eres tú!
—Me siento sexi—bromeo, pero Isa se lo toma como una verdad.
—Estás sexi. ¿Me dejas ir contigo?
—Me molesta que hagas esas preguntas cuando ya sabes la respuesta.
—¿Es un sí entonces?
—¡Arréglate de una vez!
Mi amiga sonríe con ilusión y se arregla en un santiamén. Lleva un traje de dos partes rosas. Un top elegante y unos pantalones por la cintura ceñido a su cuerpo. Se calza con los tacones negros y coge su chaqueta de hilo negro. Su maquillaje hace resaltar sus ojos y el peinado recogido en una coleta sin un pelo suelto. Alcanza su cartera rosa y mi bolso pequeño del mismo color que mi vestido para dármelo. Claro que me lo tendrá que guardar cuando estemos allí.
Mando un mensaje a Dash de que ya vamos para el auditorio. Le pedí que nos llevase, pero se negó porque dice que tiene una cosa que darme al final. He pensado mucho en qué puede ser, pero siempre me llevo muchas sorpresas por parte de mi novio, así que lo dejé estar (Aunque seguí pensándolo).
Llegamos con tiempo de sobra. Hay muy pocas personas esperando. Saludo a un par de compañeros con un simple hola y una sonrisa. Ellos están más emocionados que yo, supongo. A ver, estoy emocionada, pero presiento que algo va a ir mal, que no tiene porqué pasar, pero en lo más profundo de mi ser me advierte de que esté alerta.
Una señora mayor pasa lista para que nos coloquemos en fila india y poder pasar a sentarnos en nuestros respectivos asientos.
Cuando entramos, el nuevo rector nos echa un sermón aburrido para unos y emotivos para otros. Yo solo me limito a mirar hacia todos los lados.
No te fíes ni de tu propia sombra
La segunda lección de la vida es muy cierta.
El rector empieza a llamar a la gente por orden alfabético. Me tocan de las primeras.
Llama a más gente y más gente hasta nombrarme a mí.
Me levanto segura de mí misma, había soñado este momento desde que era pequeña, pero lo de que no me hace ilusión sería mentir. Cuando me dan mi diploma, me hacen una foto con el director del centro. Pongo mi sonrisa más sincera y el flash de la cámara me hace parpadear un par de veces hasta ver del todo bien.
Miro hacia la gente y veo a Isa grabando mientras me levanta el pulgar de su mano izquierda. A su lado está Oliver aplaudiendo como un chifado con Mónica a su lado haciendo las mismas señas de Isa. Dash está al lado de Mónica mirándome de arriba abajo. Será idiota…
Cuando acaban con todos, anuncian quién ha sido el alumno o la alumna con las mejores notas.
—¡Démosle otro aplauso a Ashley Diamond por su trabajo!—todo el mundo empieza a aplaudir, pero se oyen más a mis amigos que a la gente. Me vuelvo a levantar para subir de nuevo las escaleras—Te lo mereces, Ashely—me dice sin que nadie se entere—¡Es hora de escuchar su discurso!
No he preparado nada de nada. No me lo esperaba. Isa y los demás me dijeron que sí lo iba a conseguir, pero como siempre dudaba de mí misma y de las cosas que podía llegar a conseguir.
Me acerco al micrófono.
—Hola a todos—Oliver silva de nuevo y todo el mundo se pone a aplaudir de nuevo.
Ni que fuera famosa
—No he preparado nada, pero bueno, mi mente está abierta para todo.
¿Ha sonado mal o he sido yo?
Una sombra se posa en el marco de la puerta abierta. Me entró el pánico, pero lo ignoré, este era mi momento y nadie, NADIE, lo iba a fastidiar.
—En fin, solo digo que todo el mundo puede proponerse todo lo que quiera, pero otra cosa es hacerlo. En el instituto decía: Venga, esta tarde se estudia, pero no lo hacía porque me daba mucha pereza—todo el mundo se ríe, y he de decir que yo también—, pero, cuando haces algo que te gusta, que es lo que realmente te hace feliz, hazlo. No pienses en las consecuencias, lánzate, aunque sea una piscina vacía, da igual. Cuando algo te hace feliz, ve a por ello, no mires atrás porque no te vas a arrepentir nunca. Que deja de gustarte, no importa, te vas a hacer otra cosa. Hay casos en que la gente te obliga a hacerlo, pues no, plantarle cara o nunca seréis felices, te quedarás con la duda de por qué no lo hice. Soy muy pesada con esto, pero, hacer lo que os dé la puta gana. Nadie os puede obligar a hacer nada porque es vuestra vida, y si hacen lo contrario, ¡que se vayan a la mierda! ¡Plantar la cara y defenderos de esos obstáculos de la vida! ¡Porque nadie decide por vosotros! ¡Hacer lo que os dé la puta gana, joder! ¡Porque os la tiene que traer floja lo que digan! ¡Y si no les gusta que se jodan!