Miedo al fracaso [2º parte]

Capítulo 15

Ashley

Estaba tan cansada que ni me podía levantar de la cama. Me dolía todo el cuerpo, presiento unas agujetas.

Logan estaba dormido a mi lado sin soltarme, de vez en cuando me apretaba junto a su cuerpo.

¡Madre mía! ¡¿Qué he hecho?!

Mi pobre Dash… No se lo merece, no…

—¿Arrepentida?

—Para nada—le contesté. En parte sí que lo estaba, pero por la otra no. Yo fui consciente de lo que estaba haciendo, pero nadie tenía porqué enterarse.

—Sé en lo que estás pensando—me dice mientras se levanta de la cama.

—Eres odioso.

—No se lo diré a nadie si es lo que quieres.

Se empezó a vestir sin rechistar. Si es lo que yo quiero…, ¿lo quiero de verdad?

—Nos vamos ahora—dijo. Cogió su mochila, las llaves del coche y se fue por la puerta.

Obviamente yo seguía llena de sangre, así que me duché muy rápido, me vestí, recogí todo y salí para meter mis mochilas en el maletero.

—Vámonos—dijo y arranco el coche.

—Vámonos—repetí en un susurro.

Miré por última vez el lugar donde viví, mi hogar, mi todo. Cierro los ojos para no observar nada más, no quiero más llantos ni más lágrimas.

—No le des más vueltas—me dijo Logan sin apartar la vista de la carretera.

—Hay veces que me pregunto si en realidad eres gilipollas o te lo haces—me indigno. No me gusta que me toque la moral, y menos en este momento.

—¿Preparada para la siguiente?

—Solo estoy preparada para una cosa—me mira de reojo con una sonrisa de las suyas—. Que te vayas a la mierda.

—Ya, pues anoche no decías lo mismo—se burla.

—Déjame en paz.

—Eso no va a ser posible.

—Eso no va a ser posible—repito sus palabras con burla. Me tiene…

—Muy cutre por tu parte. Me gustaba más cuando decías que te atara a mi…

—¡Cierra el puto pico de una vez!—me exasperé.

Se tragó su risa, pero sabía que seguía haciéndolo por dentro. Es un…

—Idiota, ya sé que soy un idiota—dice con seriedad.

—Muy listo—pongo fin a la conversación haciéndome la dormida, pero sabía que no iba a colar.

Al cerrar los ojos me imaginé que estaba en casa con mi familia, con Alyx jugando al escondite, con Felyx mirando el amanecer, con mi madre viendo películas de terror, con mi padre en la cocina a las cuatro de la mañana cuando no podía dormir…

Recuerdo muy bien sus últimas palabras.

—Eres el cáncer de esta familia, Eryx.

Esas palabras dolieron más que mil puñales en la espalda. Mamá no volvió a dirigirme la palabra, o tan siquiera la mirada. Sin embargo, Felyx… él sabía lo que pasaba, él no me abandonó, Felyx es la única persona en la que puedo confiar.

—¡Más alto, Felyx!

—Saldrás volando del columpio, niña piojosa.

—Eres odioso.

—Claro, claro. ¿Vemos el atardecer?

—Por supuesto.

—No sé a qué estás esperando. El sol se oculta, niña piojosa.

Me acuerdo cuando mi hermano me ayudó a subirme a la piedra de siempre para ver el cielo, sus abrazos, sus apodos ridículos…

—¿Vas a dejar de llorar ya?—la voz amarga de Logan me sacan de mis pensamientos. Me limpio las lágrimas rápidamente.

—¡Cállate!

—Deja de llorar como una niña de cinco años, joder. Me amargas.

—Para el coche.

Su cara se quedó descuadrada.

—Que pares el coche.

—No puedo hacer eso. Está prohibido.

—¿Desde cuándo te importan las leyes? ¡He dicho que pares el puto coche!

—¡No eres nadie para decirme qué debo hacer!

—¡Sí lo soy! ¡Así que para el puto coche de una vez!

—¡No! ¡Y como estés pensando en volver te arrastraré hasta dejarte en tu casa! ¡¿Entendido?!

—Que te jodan—me quito el cinturón de seguridad e intento abrir la puerta, pero está el seguro.

—He dicho que no te vas—Logan conduce demasiado rápido—. Ponte el cinturón.

Odio hacerle caso, pero lo hago. El tiempo pasa demasiado lento para mi gusto.

Me deja en mi casa, sin ayudarme tan siquiera con el equipaje. Cojo mis mochilas y cierro el maletero con demasiada fuerza.

Abro la puerta de mi casa y me encuentro un tanga rojo en el suelo, hecho un ovillo.

—¿Isa?

—¡Ash, corre! ¡Estoy en el baño!

Corro hacia el baño y veo a mi amiga sentada en la taza.

—¿Qué pasa? ¿Ha entrado alguien?

—No, no ha entrado nadie.

—¿Entonces?—su mirada está perdida a lo largo del pasillo—¿Qué ha pasado, Isa?

Suspira mientras echa la cabeza hacia atrás para que no se le escapen las lágrimas.

—Yo estoy aquí para lo que necesites, ¿vale? Vente al salón y me lo cuentas todo.

Ella asiente sin decir ni una palabra. Llegamos al salón para sentarnos en el sofá.

—Cuando quieras.

—He vuelto a discutir con Marc.

—¿Y eso es lo que te tiene así? No llores por un don nadie, Isa.

—No es por eso, pero en parte sí.

—Y “No es por eso” qué significa—me quedo confundida.

—No me baja la regla, Ashley—dice seria.

—Vamos al hospital—le agarro de la mano, pero ella se zafa.

—No quiero ir. Tengo pánico.

—Isa, no… Tienes que saberlo.

Isa entra en un mar de llanto, nunca la había visto así. Yo me siento de nuevo para abrazarla y darle mis ánimos.

—Quiero… pero no puedo, Ash—se separa, limpiándose la nariz con la manga de su camiseta—. No quiero saberlo.

—No es por meter presión, pero ¿Marc lo sabe?

Ella niega con la cabeza. Suspiro. Esto va a acabar muy mal.

—¿Me puedes hacer un favor?

—Todos los que quieras.

—¿Me compras el test?—pregunta con vergüenza.

—Ahora mismo—me levanto, iba a coger el monedero, pero Isa se empeñó en pagarlo. Es mi problema, es mi dinero fueron sus palabras. Bajé a la farmacia de nuestra calle y cogí uno, lo pagué y me fui corriendo hacia mi casa. Isa estaba mordiéndose las uñas—. Relájate, ¿sí? Todo va a salir bien.



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En el texto hay: asesinatos, amor, suspenso

Editado: 25.07.2023

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