Miente hasta que te lo creas

11. Demosle al público lo que quiere

Los planes que uno hace en su cabeza, rara vez ocurren en la vida real como se los habían imaginado.
Po lo menos a mí, no solía ocurrirme. Si había una persona que tuviese más mala suerte que yo , pediría por favor una reunión con ella para poder ahogar penas juntas o juntos.
No me quejaba si esa persona era Henry Cavill. Si así fuese estaría más que encantada de ir con él a una cita y compartir nuestras penurias. Con margaritas de por medio.
Claro que el que la bebería sería Henry, yo tan solo miraría , lamentablemente porque era menor de edad y no había forma que la gente pensara que tenía más edad de la que tenía.
Aún recordaba cuando fuimos al parque acuático con mi familia cuando era pequeña y no me dejaron tirarme por el “mega turbo tobogán” , ya que no cumplía con la altura que pedían.
No sé qué fue más bochornoso en esa ocasión.
El hecho de que me tiré al piso a llorar porque estaba atravesando una severa fase de hija única, muy intensa en la que si las cosas no se hacían como yo quería, terminaba llorando como si me acabara de pasar lo peor del mundo.
O el hecho de que mis padres tuviesen que sacarme a rastras del lugar y mi vestido se rompió al engancharse en una rama , dejándome en mi ropa interior frente a un niño que me había parecido lindo.
Quieren saber algo peor que todo eso? En realidad… dos cosas horribles que pasaron a partir de eso.
La primera es que mi familia nunca olvidó ese acontecimiento y lo recuerdan en cada reunión familiar. Dándole pie a mi hermana para enrostrarme que ella nunca hubiese hecho un escándalo de esa manera.
Pues , el karma jugó a mi favor, y aunque la amaba demasiado, debía decir que agradecía que alguien allá arriba le hubiese dado el mismo problema con la frustración y el manejo de la misma.
Por lo que adivinen qué? Hace los mismos escándalos cuando las cosas no salen como ella esperaba. Y en algunas ocasiones, son peores.
La segunda cosa que trajo consecuencias en mi vida a partir de ese día , fue que el niño del que me había enamorado aquel día, creció para convertirse en Ken, el mariscal de campo y uno de mis bullies.
El capitán del equipo “hagámosle la vida imposible a la pobre Hanna”.
Me preguntaba si tan solo fuese tan inteligente respecto a las cosas de la escuela como lo era para crearme apodos o jugarme bromas, quizás lograría pasar de curso sin necesidad de contratar a otras personas para que hicieran su trabajo y así aprobar.
Yo desistí de esa idea luego de que me hizo lo peor que le podían hacer a una chica en esta edad donde se ilusiona por la más mínima cosa y se encuentra desesperada por un poco de atención.
Sobre todo si esa atención venía de parte del chico popular de la escuela.
Salvo que en mi caso no fue así.
Fue peor.
En mi escuela , como en todas las de Estados Unidos, desde tiempos inmemorables, corría la tradición para San Valentín de regalar rosas o dejarlas dentro de los casilleros.
Obviamente, la chica que más flores recibiera, no solo era considera como la más afortunada, sino que era la más deseada de la escuela.
Corrían por los pasillos de la escuela los rumores de que esa persona en cuestión también les pagaba a varias personas para que le compraran las cosas y las dejaran allí, para que cuando abrieran los casilleros estos cayeran en cascadas, frente a todas las personas y que se sintieran celosas.
Pero solo eran rumores de personas que estaban, justamente, celosas. 
Este año , yo no esperaba ninguna flor en mi casillero. Había instaurado una nueva tradición, una que solo cumplía yo, como la persona solitaria que era.
No recibir ninguna rosa, ya que los chicos de mi escuela no me consideraban lo suficientemente “atractiva”.
Cosa que no entendía, porque no era por alardear, pero por lo menos del cuello para arriba , se podía decir que era una persona “linda”. Era rubia, mi pelo era largo , tal y como le gustaba a los chicos, y tenían ojos azules cortesía de mi padre.
A pesar de tener todo esto, había un solo problema. Uno bastante grande.
Mi cuerpo.
No es que me considerara una persona que estaba fuera de forma, solamente no era como el resto de las chicas con las cuáles fantaseaban los chicos en mi escuela.
En otras palabras, me costaría entrar en el equipo de porristas.
Tampoco es que me quitara el sueño aquello, pero recibir flores en el día de San Valentín, aunque fuese una sola, era algo que me gustaría.
Vaya sorpresa me llevé cuando al abrir mi casillero de este cayó una rosa , con un cartel que decía:
-De tu admirador con todo mi amor – y había una flecha que mostraba que el mensaje continuaba atrás ya que la letra era demasiado grande y debo ser honesta bastante desprolija para la pequeña tarjeta – Como tu amor por la comida.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al leer aquello, porque no contento con eso , “mi admirador secreto” había atado a la tarjeta un pequeño peluche de un cerdo.
En ese momento aún éramos amigas con Raven, y hubiese deseado poder tomarle una foto a la expresión de su cara en ese momento, pero no pude hacerlo ya que salí corriendo  a encerrarme en el baño.
Me fijé que nadie estuviese cerca y me arrodillé frente al inodoro, dispuesta a meter mis dedos y hacer lo que hacían esas chicas que había visto en esos blogs extraños en los que había entrado hace unas semanas atrás, cansada de las burlas sobre mi cuerpo.
Decían que era la salida fácil, y se sentían bien luego de ello.
Y yo quería sentirme bien . Realmente lo quería.
No logré escuchar lo que Raven gritó en el pasillo a la gente que se encontraba allí y se reía de mi desgracia , porque estaba ocupada intentado recordar la técnica para hacer esto bien y no provocarme demasiado daño.
Lo que si pude escuchar fue que gritó:
-La próxima persona que se meta con mi amiga se las verá conmigo y no les gustará aquello. Saben que le puedo hacerle la vida imposible a más de una persona aquí. Así que yo que ustedes tendría cuidado a partir de ahora.
Portazo, pasos fuertes y el ruido de sus pulseras fue lo próximo que escuché,mientras sus pies se acercaban adonde estaba.
Una fuerte patada abrió la puerta del cubículo en el que yo me encontraba.
Si hubiese sido posible juraba que de sus ojos podría llegar a salir fuego. Y quemar todo lo que se cruzara a su alrededor.
Incluyéndome.
-No se te ocurra hacer eso-gritó levantándome a la fuerza del piso.
A veces me asombraba la fuerza que podía llegar a tener.
-Solo quiero ser delgada-lloriquee en su hombro.
-Linda-apartó un mechón de pelo de mi rostro- Esta no es la forma.De verdad lo deseas?
-Como nunca deseé algo-respondí las lágrimas cayendo y golpeando contra el piso.
-Pues yo te ayudaré a conseguirlo.
-De veras?
-Por supuesto.Soy tu amiga, puedo ser una perra pero no lo seré contigo. Te ayudaré a cumplir tu sueño, pero esta no es la forma.
Y realmente me ayudó, me acompañó a la nutricionista, al médico, bloqueó de mi mente y mi computadora los blogs que me incitaban a hacerme daño y nos inscribió en un gimnasio para que fuésemos juntas.
Si hay algo que debo agradecerle es eso. A pesar de lo mucho que la odiaba ahora, no podía negar que me había ayudado en mi peor momento.
Pero eso fue hace mucho tiempo atrás y ahora había llegado a mi meta.
Unos chasquidos me sacaron de mis pensamientos.
-Hola? Tierra llamando a Hanna.
Meneé mi cabeza para regresar al aquí y ahora.
-Perdón , me fui al pasado.
-Algo que valga la pena mencionar?- dijo Jeremy.
-Para nada.
-Bien , entonces retomemos donde nos habíamos quedado.
-Y eso nos deja en….
-En nuestro brillante plan.
Lo miré por unos momentos, sin comprender aún si de verdad estaba dispuesto a seguir con esto.
Ir hasta el fondo.
No sabía si había evaluado los daños colaterales que enfrentaríamos.
-Le daremos al público lo que el público quiere.
-Pues claro que sí-afirmé no demasiado segura de adonde me estaba metiendo.




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