Esta vez lo vería casual, no iría vestido como inepto.
Pero de pronto se sintió fallido, insignificante. Él nunca tuvo mucho auge con las chicas, era como la sombra de sus amigos.
¿Quién le decía guapo?
Su madre.
Su tía.
¿Su abuela?
¿Por qué la chica había aceptado su invitación?
Bueno, lo que haya sido eso.
También había chicas con gustos extraños, pensó.
No sabía si comprarle algo, no gustaba de las flores y quizá de nada que parezca cursi. Entonces solo tomó su mejor chamarra, la cerró y salió.
Sus padres habían ido a cenar, él no regresaría muy tarde, entonces no vio motivos para avisar.
Mientras conducía se formuló palabras en la cabeza, palabras que podría decirle. Pero no encontró nada adecuado.
—Hola, ¿cómo estás? —dijo en voz alta—, te ves muy bonita.
Negó de inmediato.
No creía que ella se fijase en algo así, ella se sorprendería con algo mucho más poderoso.
Seguro su autoestima era elevada, por ello ni siquiera aceptaba elogios.
…
Aparcó frente al restaurante, faltaban cinco minutos para las ocho, y tampoco sabía si debía ser puntual, quizá ella se asustaría. Pero también corría el riesgo de que pensase que no tenía un interés real en ella.
Bajó del auto, cerrándolo. Metió ambas manos a los bolsillos de sus jeans, y cruzó la calle.
Se detuvo cuando la vio cruzar el umbral, y salir.
—Hola —saludó.
Isis levantó el rostro mientras guardaba su mandil en su bolsa. Y cuando lo vio, sonrió; bueno, por los menos era una ganancia.
—Viniste —señaló, sin detener el paso—, comúnmente no regresan.
Zed lo entendió, rayos, era una forma de ahuyentar a los pretendientes, siendo alocada en el primer momento. La mayoría de hombres se asustaban, porque no les gustaba ser dominados.
—Entendí tarde —declaró él, avergonzado—, si quieres me voy.
Isis soltó una risotada, mirándolo con incredulidad.
—Bah, tonto —bufó—, si regresaste es porque de verdad te interesaste en mí.
Zed asintió, tratando de nivelar sus pasos apresurados. Seguro estaba acostumbrada a ir de prisa.
—Pero no tengo tiempo, sabes, vivo trabajando para pagarme la vida —hizo un gesto alarmante—, ¿puedes creerlo? Trabajo para vivir, y no vivo.
—Yo puedo verte una hora, o el día de tu descanso —aclaró de inmediato—, no me importa.
Isis lo miró, entrecerrando los ojos. Este chico era muy virgen o muy tonto.
—Yo no busco novio —fue sincera—, quizá una distracción, si sabes a lo que me refiero.
Zed se sintió pésimo.
“¿Cuántas veces había tenido sexo?”
Tres.
Quizá tres y media.
Detuvo su paso, y solo así, Isis también se detuvo, viéndolo incrédula.
—¿Qué pasa? —preguntó, acercándose a él.
—No puedo ser lo que pides —confesó, con timidez—, tengo un cero en experiencia.
Isis lo tomó de la mano, riendo mientras volvían a caminar. Cómo si eso tuviera importancia, pensó ella. Podría enseñarlo de todas formas.
—Te diré la verdad, Zed, nunca he tenido un novio —explicó—, solo sexo casual, y aunque no eres mi tipo, podemos intentarlo.
Zed se sintió un poco ofendido, aunque ya lo sabía de todas formas. Ella era todo el tipo de chica que seguro gusta de los hombre mayores o muy bien ejercitados.
Se detuvieron en la entrada de su edificio.
—¿Así es como los cazas? —preguntó él, entrecerrando los ojos esta vez—, intentan ligarte y, ¿les ofreces sexo?
Isis volteó los ojos.
—No soy una ramera, si a eso te refieres —Se cruzó de brazos.
—No, no —Se retractó de inmediato, moviendo la mano libre—, no quise decir eso, solo que me parece que es muy sencillo.
Isis lo miró, todavía más ofendida. Ella sabía que sí era una chica muy fácil, pero escucharlo en voz alta todavía no era muy bueno para sus oídos.
Zed se golpeó la frente, dando la media vuelta, tomando aire y volvió a ella.
—¿No podemos conocernos un poco por lo menos?
—Ya te dije que no quiero un novio, solo un des-estrés —continuó con lo mismo—, lo aceptas, o busca en otro lado.
Zed no estaba seguro. Le gustaba la chica, no la propuesta, bueno no del todo, pero quizá podría conocerla en el proceso.
—De acuerdo…
Isis lo tomó de la mano con más fuerza, y lo arrastró hasta su departamento. La chica tenía mucha fuerza, analizó Zed, o simplemente tenía muchas ganas de hacerlo con él.
#10200 en Novela romántica
#2165 en Chick lit
cliche familia amigos romance, romance odio, amigosconbeneficio
Editado: 25.04.2025