Mientras dure

Capítulo 6

-Es hora de despertar, bella durmiente – demandaba una voz a mi lado-.

-5 minutos más – murmure con los ojos aun cerrados por completo -.

Escuche la risa de alguien, junto al sonido de una puerta abriéndose y poco después note como unos brazos me ayudaban a incorporarme. Parpadee un par de veces desorientada, intentando recordar dónde estaba. Mire a mi alrededor y reconocí la calle y el edificio enorme edificio que tenía frente a mí.

-¿Tienes esa facilidad de quedarte dormida tan rápido? – pregunto Eric, mientras cerraba la puerta del coche y me pasaba una mano por los hombros -.

-Creo que no me encuentro bien – le confesé -.

Lo cierto es que la cabeza había comenzado a darme vueltas, y sentía unas irrevocables ganas de vaciar todo el contenido de mi estómago de un momento a otro. Me ayudo a entrar en el interior del edificio y subimos las escaleras que parecían crujir a nuestro paso. ¿Cómo podía estar el apartamento tan lejos? ¿Y por que no instalaban unas escaleras mecánicas en este lugar?.

Cuando estuvimos parados frente a mi puerta, rebusque en el interior de mi bolso intentando averiguar dónde estaban las llaves. Hasta el momento solo había encontrado un par de chicles y una vieja tirita.

En aquel momento el sonido de unos pasos subiendo las escaleras captaron mi atención. Me gire en dirección a las escaleras, y puse los ojos en blanco. Vaya, había conseguido olvidarme por completo de la existencia de Aaron Hampson. Nos miró enarcando una ceja y se acercó hacía nosotros.

-¿Se puede saber de dónde vienes a estas horas? – le pregunte -.

Él se echó a reír.

-¿Estas borracha? - Aaron sacudió la cabeza - Incluso estando borracha te interesas por mi.

Ignore su estúpido comentario.

-¿Sabes que estas no son horas de salir verdad? – insistí intentando sonar autoritaria -.

-¿Se puede saber de dónde viene la extraña pareja? – preguntó él -.

-A ti que te importa – conseguí articular, había perdido el control de mi mente -.

Lo mire de arriba abajo, y mordí mi labio inferior. ¿Como podían sentarle tan bien esos pantalones?. Realmente a tenido que hacer un pacto con el diablo, no encuentro otra explicación. Aunque ahora que lo pienso, puede que incluso sean parientes.

Solté una carcajada.

-No sabía que eras de esos que emborrachaban a una chica para aprovecharse de ella – dijo Aaron mirando fijamente a Eric mientras entrecerraba los ojos -.

-¡Aaron! - le reñí -.

- ¿Qué? ¿estás loco? – contestó Eric – Solo la estaba acompañando a su casa.

-Como un buen príncipe azul ya has realizado tu misión del día, así que deberías irte a casa – Aaron le señaló las escaleras -.

-Eric no se va a ningún lado y tu – dije apuntándole con el dedo en el pecho – vete a casa.

Conseguí encontrar las llaves con éxito, las introduje en la cerradura y tras un par de movimientos conseguí abrirla. Entre en el apartamento y cerré la puerta de un portazo tan fuerte que hizo vibrar el marco de la puerta.

¿Espera? ¿Qué estoy olvidando? Mierda.

Me golpeé la frente con la palma de la mano antes de volver a abrir la puerta y tirar de la mano de Eric hacia el interior de mi apartamento. Le mostré mi dedo corazón a Aaron acompañado de una sonrisa autosuficiente, y lo último que recuerdo es ver su cara completamente pasmada. Sonreí para mí misma. Que te den Hampson.

Solté un suspiro y enfrente a mi amigo Eric, que parecía estar tan fuera de lugar en ese momento.

-Es muy tarde deberías quedarte a dormir aquí – le ofrecí con la mejor de mis sonrisas -.

-Parece que a tu guardaespaldas no va a sentarle nada bien eso – bromeó -.

No sabía el motivo, pero el hecho de que Aaron estuviese molesto me resultaba una idea de lo más placentera.

-No tiene nada que ver con él – conteste poniendo fin a la conversación -.

Me senté sobre el baúl que había justo a la entrada de mi apartamento, donde tengo almacenados la mayoría de los zapatos que me he podido traer, y comencé a desatar las tiras que conforman el zapato de tacón que llevaba puesto. ¡Que alivio, ahora estaba mucho mejor!. Me puse de pie y camine hacia mi habitación donde me deshice rápidamente del vestido cambiándolo por un viejo pijama a rallas. Cogí un algodón y tónico, para comenzar el ritual de desmaquillarme el rostro. La verdad es que no tenía muchas ganas, pero lo que menos quería era llenar las sabanas limpias de maquillaje.

Abrí el segundo cajón de la cómoda y saqué de él un juego de sabanas limpias, y me dirigí al salón donde Eric me esperaba sentado en el sofá.

-Siento no tener nada mejor – me disculpe señalando el sofá – En mi defensa puedo decir que es realmente cómodo.

-Tranquila de todas formas no creo que vayamos a dormir mucho – me confesó mostrándome el reloj de su muñeca en el que marcaban las 6.30 de la mañana -.

Hice una mueca.

-Lo siento – me volví a disculpar – Mañana te recompensare con un buen desayuno mediterráneo.




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