De regreso en mi apartamento, me dirigí directamente a la cocina donde me calenté una pequeña bandeja de comida precocinada. Deje que se enfriase un poco antes de comérmela. Lo bueno que tenían estos envase desechables era que no tenía que fregarlos. Después de terminar le eché un rápido vistazo al reloj de mi muñeca, así que como aún era pronto decidí organizar los libros de texto junto a los pocos apuntes que había podido coger estos dos días. Para no perder la costumbre anual, me hice un horario de estudio el cual intentaría seguir fielmente.
Le mande un mensaje a Alice, adjuntándole de nuevo la dirección de mi apartamento y recordándole la hora en la que había quedado con Eric. Después de mirar durante un rato mis redes sociales, pensé que sería buena idea llamar a mi madre. Tras tres esperar pacientemente, no me contestó al teléfono. Genial, y luego era ella quien siempre me pedía explicaciones cuando yo no le contestaba al teléfono.
Puse los ojos en blanco y me di por vencida. Deje el teléfono a un lado de la mesa, y tras un par de minutos el comenzó sonar.
-Hola cariño – Me contestó alegremente al otro lado del teléfono -.
-¿Ya estáis empezando a echarme de menos? – bromee -.
-¿Que te hace pensar eso? Tu hermana ya ha comenzado a apoderarse de tu habitación – me explicó – dice que quiere hacerse un vestidor en él.
-Dile a esa mocosa de mi parte que la matare si toca mis cosas – conteste, mientras me acomodaba en el sofá -.
-¿Qué tal las clases? -preguntó -.
No me apetecía hablar sobre las clases.
-Bien – Intente cambiar de tema - ¿Cómo esta papa?
-Tu padre ha salido a pasear al perro – dijo mi madre -.
Mi perro. Mi pequeño Lenon, añoraba tanto a mi perro. Estaba segura de que una de las peores cosas de estar lejos de casa era la de no poder ver a mi pequeño Lenon tanto como me gustaría. Llevaba unos 5 años en nuestra familia, y aún recordaba lo pequeño que era la primera vez que lo tuvimos con nosotros en casa. Aunque la verdad, no ha crecido mucho desde entonces.
-Tengo tantas ganas de ver a Lenon – confesé -.
-Claro, al perro si, y a nosotros nada ¿verdad? – Replicó haciéndose la ofendida -.
-Solo hace una semana que no nos vemos, mama – le conteste – Ademas, podéis venir siempre que queráis ya os lo dije.
Mi madre como buena periodista que era, me contó las pocas novedades que habían sucedido en nuestro barrio. Habló sobre la enorme discusión que mi vecina había tenido con su hija, y como esta había terminado yéndose de casa aunque que tampoco duro mucho porque en un par de días volvió.
No podía parar de poner los ojos en blanco ante las cantidad de batallitas que le encantaba contarme, apostaba que a mi hermana no le interesaba escucharlas y que por eso me las estaba soltando a mí. Después de una hora nos despedimos, ya que le dije que estaba esperando visita.
-Oye ¿Has tenido algún problema con esos vecinos ruidosos? – Me preguntó antes de colgar -.
Ay, mama, si tu supieras la verdad.
-Para nada – mentí -.
-Bien, entonces adiós cielo – se despidió -.
Mire la hora en el teléfono antes de dejarlo sobre la mesa, y me tumbe en el sofá. Tenía tiempo suficiente antes de que llegaran las visitas. Por lo que cerré los ojos y decidí echar una pequeña cabezadita. La verdad era que estaba muy cansada, me prometí a mí misma no volver a salir los días que tenía clase.
Aunque una vocecita en mi cabeza me respondió, diciendo que probablemente no acabaría cumpliendo esa promesa.
…
Me despertaron un par de golpes en la puerta, y tras levantarme medio dormida abrí la puerta. Para mi sorpresa Alice y Eric se encontraban allí juntos, mostrándome las grandes bolsas que traían consigo repletas de helado y aperitivos. Me frote los ojos y les hice un gesto para que pasasen al interior de mi apartamento.
-Ya ha llegado el apoyo moral – comentó Alice, en tono divertido mientras dejaba una bolsa sobre la mesa del salón y comienza a vaciar su contenido – Hemos improvisado a la hora de comprar provisiones dulce, salado… de todo un poco.
-Justamente nos hemos encontrado en el supermercado cerca de tu casa – explicó Eric – ha sido una verdadera coincidencia.
Ya te digo.
-En mi defensa diré que ver a Eric llenar la cesta con helado de limón fue una pista fiable– se defendió Alice poniendo las manos en el aire – Así que me acerque a él y me presente.
-¿En serio? – pregunte atónita – ¿Y si te hubieses confundido de persona?.
-Pues habría quedado en una bonita anécdota – ella se encogió de hombros y abrió el envoltorio de una chocolatina -.
Eric me paso una tarrina de helado de limón y una cuchara que había traído de la cocina, se la acepte agradeciéndosela. Se sentó justamente en el sillón frente a nosotras.
-¿Y bien? - Alice me miró fijamente entrecerrando los ojos -¿Qué ha pasado para que formaras esta reunión con tanta urgencia?.
-Bueno, ha pasado algo importante – tartamudeé mientras me llevaba una cucharada de helado a la boca -.