-¿Estas segura de que no te ocurre nada? – se giró por tercera vez Alice, desde el asiento delantero para mirarme fijamente -.
¿A mi? ¿Qué podía pasarme?
Quizás era que mi pequeña conversación con Aaron no había terminado tal y como yo pensaba. Y lo único en lo que estaba pensando era en que aquel segundo beso me acababa de dejar aún más confundida de lo que ya de por sí estaba, y lo pero de todo es que no podía parar de repetir esa escena en mi cabeza una y otra vez. Pero quitando eso, no me pasaba nada.
Me encogí de hombros tratando de fingir indiferencia.
-Estoy bien – fue lo único que le contesto -.
Entrecerró los ojos en mi dirección, sabiendo que ella intentaba averiguar que era lo que rondaba en mi cabeza.
-No te creo, pero voy a rendirme – hizo una pausa y sonrió – por ahora.
Genial. No iba a darse por vencida fácilmente.
Mire por la ventana y me concentre en las dos pequeñas gotas que resbalan en ese momento por la ventana, las cuales parecían disputarse en una carrera. Para mi sorpresa, en el preciso momento que nos subimos al coche de Eric, comenzó a llover. Fue extraño ta que el cielo había estado despejado durante todo el día y no recordaba que tuviésemos un pronostico lluvioso para ese día. Aunque no importaba, quizás era mejor así. Lo cierto era que me gustaba la lluvia, me resultaba relajante y me hacia evadirme un poco del mundo real. Así que por esa regla de tres, no había podido elegir un día mejor para ponerse a llover. Hoy necesitaba que mi cabeza borrara los recuerdos de esa noche.
Mire como mi gota favorita avanza intentando ganar la carrera que se disputa con la otra pequeña gota, ¡Vamos, tu puedes!. Esta iba ganando y solo le quedaba un último empujo para llegar a la meta, pero en un giró de acontecimientos la gota comenzó a descender lentamente cuando solo estaba a un paso de su destino. Genial, la gota por la que estaba apostando acababa de perder su carrera.
¿Sería esta pequeña lluvia un reflejo de la tormenta que se avecinaba a mi caótica vida?
-Última parada del taxi – anunció Eric, después de apagar el motor del coche – Me dispongo a cobrar por sus viajes, señoritas.
Antes de que a ninguno de los dos nos diese tiempo a pestañear, Alice se le acercó dándole un beso fugaz en la comisura de los labios dejando a su paso a un Eric completamente ruborizado y con los ojos abiertos como platos.
-Ese es el pago, nos vemos – dijo Alice bajando del coche -.
-Adiós, Eric – lo mire y vi que continuaba totalmente inmóvil mirando hacia el sitio en el que escasos minutos antes se encontraba Alice -.
Su expresión era demasiado divertida.
-Esto ... si ... Adiós – Consiguió articular a duras penas -.
Alcancé a Alice, que se encontraba parada justo en el portal de mi bloque de apartamentos y la mire enarcando una ceja, a lo que ella respondió encogiéndose de hombros como si no hubiese pasado nada.
-¿Se puede saber a qué ha venido eso? – pregunto -.
-No tengo ni idea a que te refieres – respondió fingiendo confusión -.
La miro entrecerrando los ojos y después de unos minutos sacudí a la cabeza.
¿Podría ser que me había perdido algo en el transcurso de la anoche y no me había dado cuenta? ¿Es mi imaginación o Alice se acababa de ruborizar un poco?
Chasqueé la lengua. No creo, me respondí a mí misma. Alice me lo hubiese contado si tuviese algún tipo de interés en Eric ¿no?. Al mismo tiempo una vocecita en mi cabeza me recordó que yo tampoco le había contado todas las cosas que acababan de pasar ese día a Alice.
Touche.
...
A la mañana siguiente despierte enredada en mis sabanas, no podía creer como podía moverme en tantas posiciones mientras estaba dormida. Con razón me dolía casi siempre alguna parte del cuerpo ¡soy una bruta!. Me estire todo lo que pude sobre la amplitud de mi cama, antes de decidir a levantarme de una vez por todas. Palpe la superficie de mi mesita de noche y encontré el móvil. Me di cuenta de que tenía un mensaje en forma de audio de Abby, le di al reproductor.
<¡Te obligo a que me cuentes con todo lujo de detalles morbosos y escabrosos toda tu historia con ese chico tan sexy! Y por supuesto ¿Qué paso ayer? Espero tu mensaje>
Genial, otra persona más a la que contarle mi disparatada historia con Aaron.
Le respondí con un sencillo “te llamare ;)”.
Me incorporé de la cama y abrí las cortinas para observar el exterior. Parecía que aún seguía lloviendo, la suerte era que ese día no iba a tener que salir de casa ,para nada. Tenía pensado poner a ver un maratón de alguna serie, mientras me zampaba un bol de palomitas ¿mejor plan que ese? No lo creo. Miré el reloj y vi que eran las 12. Fruncí el ceño, creo que se me habían pegado bastante las sabanas esa mañana.
Fui directa al salón, siguiendo un sutil olor procedente de la cocina. Se me hacia la boca agua por momentos.
-¿Alice? – murmuré -.
-En la cocina – gritó -.