Mientras pedía una café, bien cargado, en la cafetería que estaba frente a la universidad permití a mi mente indagar un poco en todo lo que había ocurrido este fin de semana, ¿Qué grado de bipolaridad podía tener Aaron? Realmente creo que su caso es digno de estudio. Primero me dice que es un error que nos besemos, pero al mismo tiempo fue él quien me besó la otra noche después de darme a entender que no quería estar cerca de mí. Y si por si eso se llegaba a quedar corto, al día siguiente me pide permiso para utilizar mi baño y ocurre ese extraño encuentro entre nosotros.
Ese encuentro que tu provocaste, metiéndote en la ducha con él en vez de explicarle las cosas a Alice como haría una persona cuerda y normal, me grita mi subconsciente. Vale, está bien puede que sin pretenderlo forzara un poco las cosas desde el mismo momento en el que puse un pie en ese baño.
-Aquí tiene su café – me recordó la señora de la cafetería entregándome un sencillo vaso blanco -.
Pestañeé volviendo a la realidad.
-Muchas gracias – le di el dinero y me despedí con una sencilla sonrisa -.
Camine un poco más rápido de lo normal hacia el aula de historia, para coger un buen sitio. Claro que sí, ¿Esa es la excusa que pones, Elena? ¿Por qué más bien no asimilas que quieres volver a ver a Aaron? Te creía más lista como para inventar una escusa mejor. Sacudí la cabeza. Por supuesto que no quería verlo, había decidido que las cosas se estaban descontrolando demasiado. El universo alternativo donde enrollarme con Aaron parecía una gran idea, no existía. No, nunca, jamás de los jamases iba a volver a permitir que mis labios estuviesen a un solo centímetro del rostro de Aaron.
Aunque sus besos sean una completa maravilla, o el modo en el que te toca es capaz de hacerte experimentar mil sensaciones distintas y todas ellas placenteras, a pesar de todo eso, no tienes permitido volver a dejar que Aaron te bese. Después de todo Aaron Hampson sigue siendo un imbécil mujeriego. Y eso nadie podía cambiarlo, y por si fuese poco tampoco tenía ni ganas ni tiempo para lidiar con una persona así.
Al entrar en el aula una parte de mi se sintió un poco decepcionada ya que no veía a Aaron por ninguna parte, mi mirada no se cruzo con su sonrisa insolente. Hundí mis hombros y me dirigí a mi asiento habitual junto a Eric.
-¿Cómo te fue el resto del fin de semana? - terminé de beberme el café y comencé a sacar mis apuntes apilándolos frente a mí -.
-Aburrido – dijo sin el menor rastro de emoción -.
-Si hubieses querido podrías haberte venido a mi apartamento – comencé a decir - Alice y yo estuvimos viendo películas todo el fin de semana, creo que incluso me he aprendido los diálogos de algunos episodios de su serie favorita después de que los pusiera una y otra vez ya que decía que no lo había disfrutado lo suficiente.
-Oh ... así que con Alice – empezó a decir y enarque una ceja ante su tono de voz -.
¿Eric usando ese tono tan apagado? Que demonios le pasa.... Oh, mierda. Lo había olvidado.
-Es cierto, ¿Pasó algo entre Alice y tu el viernes en Star? – le pregunte -.
Él negó con la cabeza rápidamente.
-No, que te hace pensar que pasó algo – se encogió de hombros y ruborizándose al mismo tiempo -.
Esta mintiendo. Lo noto.
-Ah – hice una pausa y lo mire entrecerrando los ojos – Eric ¿No me estarás mintiendo verdad?
-So-Solo me dio un beso en la mejilla no veo porque eso tendría que tener ningún motivo oculto ¿verdad? – me preguntó mientras mordía su bolígrafo con nerviosismo.
-Si, en ese momento estuve presente – le recordé con una tierna sonrisa – Pues no sé qué decirte, Alice no me dijo nada al respecto.
-Tal y como creía – suspiró apesadumbrado -.
Eric parece... ¿decepcionado?
-¿Te gusta un poco Alice? - me apoye en la mesa para mirarlo mejor -.
Eric me miró a la cara ruborizándose y en ese momento supe que estaba en lo cierto, a Eric le gustaba Alice.
-No le cuentes nada – añadió en voz baja – no quiero que se sienta incomoda cuando salgamos todos juntos, de nuevo.
Esboce una pequeña sonrisa. Mi nuevo mejor amigo estaba comenzando a sentir algo por mi mejor amiga, adoraba este tipo de clichés.
-No te preocupes mis labios están sellados – prometí -.
En ese momento el profesor Bennet entró en la clase y no nos dio tiempo a seguir con la conversación. Pero no iba a rendirme, necesitaba información sobre este pequeño amor que estaba comenzando a fraguarse a mi alrededor.
Mire a mi lado al asiento vacío de Aaron. Fruncí el ceño. ¿me estaba evitando? No tenía por qué. Espera. Podría ser que quizás …. Me volví en mi asiento para mirar la fila de detrás, tampoco estaba allí. No pude ocultar mi decepción, y como una parte de mi quería que estuviese a mi lado sentado aunque tuviese que ganarme algún que otro comentario sarcástico de su parte.
A lo largo de ese día Aaron no apareció por clase, y lo mismo ocurrió durante los cuatro días siguientes.
…
¡Viernes, Viernes! ¿Quién no adoraba los viernes? Último día de clase, último día donde tendría que levantarme temprano y último día para pensar el motivo por el cual Aaron no se había dignado a aparecer por clase. Aunque debía de reconocer que me moría de curiosidad, quizás por eso el viernes por la mañana después de prepararme para ir a clase, me quede parada frente a la puerta de Aaron, más tiempo de lo necesario para mi gusto.