Mientras dure

Capítulo 22

Abrí la puerta y allí estaba él parado. Creí que era imposible que pudiese estar más guapo. Llevaba unos vaqueros oscuros que le quedaban de muerte. Empezaba a darme cuenta que ese estilo de indumentaria era su sello de identidad. Cubriendo su torso, vestía una camisa blanca. Llevaba sus dos primeros botones desabrochados, dejando ver parte de su cuerpo bronceado. Yo en cambio, apenas podía respirar.

Mi monstruo de ojos verdes se veía realmente increíble.

-Ya empezabas a echarme de menos ¿verdad? – me guiñó un ojo -.

-Que tú lo hagas no significa que yo también – me burle y le saque la lengua -.

Me dedicó una deslumbrante sonrisa, que me dejó completamente atontada.

-Estas muy guapa – me halago -.

-Tu tampoco estas mal – intente parecer indiferente -.

Puso los ojos en blanco, y me tendió su mano. Miré la mano y volví a mirarlo a él.

-Seguramente estas emocionada por poder tocar mi mano, pero contra antes lo hagas, antes nos iremos – se burló -.

-¡Quien estaría emocionada, idiota! – conteste agarrando su mano -.

Claro que estaba emocionada, podría dar saltos y piruetas allí mismo. Intenté que no se notara el cosquilleo que sentí al tocar su piel. Como si la corriente eléctrica acabase de volver a unirnos. Él se llevó las manos a su boca y me dio un tierno beso en los nudillos.

Vale, mi corazón estaba a punto de estallar.

-¿Entonces a donde vamos, Aaron? – pregunte mientras salíamos del bloque de apartamentos -.

-Bueno, pensé que podríamos ir a cenar y después si tú estas lista podemos hacer mi cosa favorita en el mundo – esbozó una sonrisa -.

Yo solté un grito ahogado. Como podía ser tan pervertido este idiota.

-¡No voy a acostarme contigo después de cenar! – replique -.

El sonrío y me rodeo con los brazos, inclinándose poco a poco hacia mí. Me apretó contra su cuerpo. Mi aliento quedó atrapado en mi garganta, mientras acercaba su cara a la mía. Me di por vencida por completo. Mi cuerpo entero temblaba de emoción, esperando paciente que el me besara. Cerré mis ojos cuando su boca rozo la comisura de mis labios.

Me beso tan dulcemente, que solo duró una fracción de segundo.

-Realmente tienes una mente muy sucia, Elena ¿Siempre piensas constantemente en sexo? – susurró con sarcasmo -.

Abrí los ojos de golpe y lo miré fijamente. Me dedicaba una mirada burlona mientras reía. Le di un tortazo.

-Deja de bromear – fruncí el ceño -.

-Debí tomar una foto de este momento – soltó una carcajada – Eres una chica pervertida.

-Aaron, ¿Quieres salir de verdad? Porque creo que voy a considerarlo – le dije, arqueando una ceja -.

-No te enfades tonta – me acarició la mejilla – Claro que quiero salir contigo, y ahora que se lo pervertida que eres, me muero por ver como transcurre la noche.

Puse los ojos en blanco y le saqué el dedo corazón.

-Vamos antes de que me arrepienta – murmure -.

Caminamos hacia su coche en silencio. Le lancé una mirada solamente para ver si él me estaba mirando. Cuando nuestras miradas se cruzaron me lanzó una tímida sonrisa, volviendo a hacer que mi corazón se acelerara. Cuando subimos al coche me ajuste el cinturón de seguridad. Mientras nos dirigíamos al restaurante, decidí cambiar de emisora de radio.

-¿Sin pedir permiso señorita? – dijo Aaron, mirándome de reojo -.

-No creerías que iba a dejar puesta la emisora en la que están retrasmitiendo deportes solamente – expliqué con una sonrisa -.

-Te apoderas de mi cama una noche, te adueñas de mi radio -hizo una pausa pensativo - ¿Qué será lo siguiente?

Tu corazón. Pensé, pero no se lo dije.

-No te quejes – contesté mientras localizaba mi emisora favorita -.

-¿Dónde te gustaría ir a cenar? – preguntó mientras ponía el intermitente -.

-Te dejo elegir hoy – asentí -.

-¿Hoy? – dijo mirando la carretera – Ya estás pensando en nuestra segunda cita.

-Calla idiota – me ruboricé -.

-¿Te apetece comida mexicana? Si no, podemos ir a otro lugar. – sugirió -.

-¿Lo dices enserio? ¡Me encanta la comida mexicana! – exclamé excitada -.

Ahora sí estaba segura de que no iba a arrepentirme de esa noche. Fuimos al restaurante que él eligió. Tenía la imagen de una iguana con sombrero mexicano, como logotipo. Cosa que me pareció muy tierna.

-Descubrí este restaurante hace poco, solo he pedido comida para llevar – me dijo mientras mirábamos los menús -.

-¿Sí? ¿Qué me recomiendas de aquí? – pregunté mientras miraba el menú atentamente -.

Se me estaba haciendo la boca agua pensando en las enchiladas.

-Todo está buenísimo, pide lo que quieras – aseguró, encogiéndose de hombros -.




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