Mientras dure

Capítulo 28

Cuando emergí del agua, giré la cabeza un poco para ver la cara de Aaron. Pero para mi sorpresa no se encontraba sentado en el sitio donde lo deje. No creía que se hubiese enfadado ¿no?. Fruncí el ceño y miré a mi alrededor. Y antes de que terminase mi búsqueda, alguien se tiró a mi lado y consiguió salpicarme por completo. Al girarme comprobé que la persona que acababa de tirarse era Aaron. Desde donde estaba podía ver como las gotas de agua estaban deslizándose entre su cabello. Sonrió mientras se apartaba el pelo empapado y se pasó la mano por la cara.

-Intentabas huir – se acercó nadando. Puse los ojos en blanco -.

-Era una carrera – bromeé – y por cierto has perdido.

Él me salpicó.

-Aun sigues enfadada – no era una pregunta, de nuevo -.

-Por supuesto – lo miré de reojo -.

Se acercó a mi y me cogió de las caderas. Envolví su cintura con los muslos. Sus ojos se abrieron más de lo normal. La extraña electricidad que solía surgir entre nosotros apareció de nuevo, esta vez con más intensidad. Rodeé su cuello con los brazos para mantener el equilibrio.

-Definitivamente me alegro de estar aquí – se burló recorriéndome el cuerpo con los ojos -.

Se inclinó hacia mí, aproximando los labios para besarme. Pero me adelanté a su movimiento. Y puse mi mano derecha sobre su boca. El levantó una ceja.

-No vas a tener besos – lo miré desafiante – hasta que no me expliques que pasa entre tú y Chloe.

Esbozó una sonrisa contra mi mano. Volví a colocarla alrededor de su cuello para que pudiese responderme.

-¿Alguna vez pensaste que estarías muriendo de celos por mí? – se burló -.

-Error – contesté – respuesta incorrecta.

Aaron sacudió su cabeza mojada.

-Está bien – dijo -.

Soltó una de sus manos con las que me estaba agarrando y acarició ligeramente mi espalda produciéndome unos pequeños escalofríos. Que por poco hicieron que olvidase mi pregunta.

-Nada de distracciones – entrecerré los ojos – Habla.

-Es una amiga.

-Una amiga con la que te acostabas – le corregí -.

-Todo el mundo tiene distintos conceptos de amistad – bromeó -.

Le salpico un poco de agua.

-La conocí cuando llegué a Berkley, y era divertida a su manera – explicó - ¿Y por qué no? Pues nos lo montamos un par de veces.

No podía evitar sentir pinchazos de celos.

-La verdad es que no suelo repetir con una chica más de dos veces, ya que comienzan a crearse falsas expectativas y no estoy interesado – murmuró -.

-Aún me sorprenden que tantas chicas queden fascinadas contigo – reconocí -.

-¿De qué te sorprendes? Sabes que soy irresistible – me guiñó un ojo -.

Volví a poner los ojos en blanco.

-No es para tanto, muchas personas no necesitan una relación, y solo buscan su propio placer – comentó -.

-Ya lo sé idiota, pero no sé porque tú tienes esa necesidad de conquistar a tantas chicas – carraspeé -.

-Tenía – me corrigió – ¿Acaso tu solo has estado con Alex?

-Por supuesto que no – contesté -.

Y él frunció el ceño. ¿Podía ser que esperase otra respuesta?.

-¿Ves? Es normal – se aclaró la voz - No tienes que darle importancia.

-¿Por qué?

-Porque ahora estoy contigo- me miró directamente a los ojos -.

Solo él podía conseguir que me derritiese con una frase tan sencilla –.

-No me molesta que tengas amigas – aclaré – Es más me gusta, yo también los tengo. Y al contrario de lo que piense la gente, creo que si tenemos confianza uno en el otro. nada puede salir mal.

Aaron me dedicó una hermosa sonrisa. Y me dio un pequeño pero intenso beso.

-Me vuelves loco Elena –dijo tiernamente y me acarició el labio inferior con el pulgar -.

Sus labios tocaron mi barbilla y me hacieron temblar. Continuó trazando una línea de besos por mi mandíbula. Pegué el cuerpo al suyo bajo el agua. Descendí las manos por su espalda y clavé las uñas en su piel. Se apartó un poco de mí y vi como se le dilataban las pupilas. Conmigo en brazos se acercó un poco al borde de la piscina. Me dejo caer un poco contra la pared de baldosas turquesas de la piscina. Aaron se agarró con ambas manos al filo de la piscina. El agua se arremolinó a nuestro alrededor. Y quedamos unidos solo por mis piernas con las que me mantenía aferrada a él.

Varias personas que estaban cerca de nosotros nos miraban con ese desinterés divertido mientras soltaban un par de risitas. Aaron sonrió. Y comprobé como todo el enfado que tenía hace un momento se iba disipando.

Le rodeé el cuello con los brazos de nuevo.

-¡Aaron! – el chico que reconocí como amigo de Aaron se nos acercó nadando -.

-¿Qué pasa Tyler? – preguntó Aaron sin apartar los ojos de mí -.




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