Mientras mi mente imaginaba distintas alternativas derivadas de mi futura conversación con Aaron. Los chicos jugaban una partida al Uno. Desde mi lado del sofá observaba a Aaron. Se veía tan relajado, como si no me hubiese hecho hace escasos minutos una revelación tan impactante. Realmente me moría de curiosidad, y no veía el momento de que pudiésemos abarcar esa conversación pendiente. Alice me lanzó un par de miradas de reojo. Y aunque no dijo nada seguía mirándome con ojos interrogantes. Negué con la cabeza en su dirección, para intentar tranquilizarla de algún modo.
-Voy un momento al baño – dije en voz alta, mientras me levantaba -.
Una vez en el baño, cerré la puerta con pestillo. Y me apoyé con ambas manos en el lavabo. Levanté la mirada hacia el espejo. La chica de mi reflejo tenía los ojos un poco entornados. Y podía notar un poco de rubor en las mejillas. Notaba como de repente tenía mucha calor. Me llevé la mano a la frente para intentar comprobar mi temperatura, pero no parecía estar fuera de lo normal. ¿Sería mi mente la que me estaba traicionando y hacía que imaginase cosas? Abrí un poco el grifo del lavabo y puse mi mano bajo la corriente de agua. Estaba fresca. Me pase la mano por el cogote, y lo masajee suavemente. Suspiré un par de veces intentando relajarme. Sacudí la cabeza y me incorporé para salir del baño.
Justamente al abrir la puerta, me encontré con la mirada acusadora de Alice. Me paré sorprendida e intente que mi cara presentara una expresión neutra.
-¿Vas a entrar? – pregunté haciéndome a un lado -.
Ella frunció el ceño, me cogió de la muñeca y tiró de mi hacia el interior del cuarto de baño.
-Me vas a decir que es lo que te pasa – se cruzó de brazos en mi dirección -.
-Nada – me apoye con una mano en el lavabo -.
-Venga, dime – insistió -.
-Tengo que hablar con Aaron – musité -.
Ella torció el gesto.
-¿Que te ha hecho? – dijo con voz amenazante -.
Estiré los brazos en su dirección.
-No me hizo nada, tranquila – dije tranquilizándola – Simplemente tenemos un par de temas pendientes que necesitamos aclarar.
-Oh.
-Se que está mal de mi parte pedir esto, pero... – murmuré en voz baja – te importaría dar un paseo con Eric durante un rato, para que Aaron y yo hablemos.
Puso los ojos en blanco.
-Prométeme que esto no entra en tu plan secreto de juntarnos a Eric y a mí - ella chasqueó la lengua -.
-Lo juro – respondí, y ella se relajó -.
-Vale, pero tiene que ser causal ¿Cómo lo saco de tu casa sin que haga preguntas? – Alice se pasó la mano por el labio inferior, pensativa -.
-Eso te lo encargo a ti, seguramente serás buena pensando algo – le dije en broma -.
Me dedicó una pequeña sonrisa, y asintió con la cabeza.
-Vamos anda – abrió la puerta del baño, y salí tras ella -.
Volvimos al salón donde Aaron y Eric, estaban hablando de algo. Pero se callaron en el momento que nos vieron aparecer. Solo alcance a oír algo como: Lánzate. Que le decía Aaron. Así que supongo estaban hablando seguramente de Alice y Eric.
-¡Eric! – dijo Alice, mientras se colgó su bolso - ¿Qué te parece si vamos a recoger la comida para esta noche?
El levantó una ceja.
-Podemos pedir para que nos la traigan – contestó Eric -.
Alice miró en mi dirección, para que le echase un cable.
-Pero hemos decidido comer comida mexicana – dije a toda prisa – Aaron y yo fuimos a un restaurante que estaba todo buenísimo.
-Exacto – concordó ella – Pero resulta que si vas a recoger la comida allí te regalan … esto ...
-Una botella de tequila – contesté lo primero que se me vino a la mente -.
-Bueno, entonces vale – Eric se levantó del sofá -.
-¡Bien, nos vamos! – Alice se despidió a toda prisa deseando salir por la puerta-.
-¿No vais a preguntar que queremos? – preguntó Aaron con sarcasmo -.
Estaba segura de que él sabía que eso había sido cosa mía para quedarme a solas con él.
-Lo que sea nos gustara – respondí -.
Aaron soltó una risita.
Cuando estuvimos a solas me acerqué hacia él. Le sonreí con timidez. Él parecía relajado y perfecto, como siempre. Sus labios insinuaron una sonrisa. Y palmeó el sitio libre a su lado en el sofá. Me acomodé junto a él. ¿Qué debería decir? ¿Qué podía preguntarle? No sabía por dónde empezar.
-Creo que tienes algo que preguntarme – dijo él, cortando el silencio incomodo que comenzaba a crearse -.
-Me parece que eso de algo, se queda corto – musité, mirándome las manos -.
-Qué te parece si primero me miras a la cara – alargó su mano hacia mí, y me dio un pequeño toque en la barbilla -.
Levanté la mirada, y me concentré en sus ojos. En ese verde tan increíblemente luminoso que poseía Me humedecí un poco los labios. Y él esbozó una sonrisa.