Aaron me acariciaba suavemente el antebrazo, mientras yo recorría con la mirada el trazo de sus dedos en mi piel. Él sabía perfectamente que lo estaba mirando, pero para mi sorpresa no soltó ningún comentario insolente de los suyos. Después de que me acabase de contar que había estado enamorado de mi durante tanto tiempo, no podía dejar de sentirme realmente afortunada de tenerlo conmigo.
Me sentía más tranquila, al saber qué clase de sentimientos tenía él hacia mí. Por un momento me permití a mi misma relajarme, y dejar de pensar en las diversas cosas que me preocupaban. Las cuales era hora que las hablara con Aaron.
-¿Estas más tranquila ahora? – susurró, y me dio un beso en el pelo -.
-Era algo que no se me había pasado por la cabeza nunca – murmuré distraída, jugando con un botón de su camisa -.
-¿Tan increíble te parece que tú me gustaras? – preguntó – Bueno sé que es impactante que a alguien tan increíble como yo le gustase una chica como tú.
Le lancé una mirada envenenada. Aaron esbozó una pequeña sonrisa.
-Ahora que lo pienso – sonreí de lado – Aquella noche en casa de Abby y Cody, cuando jugamos al juego que propuso Alice y te preguntaron si te había gustado la novia de un amigo te referías en ese momento a …
-A ti – me soltó el brazo y me agarró de la cintura – Estaba hablando en ese momento de ti.
-Pues si te soy sincera algo me decía que te referías a mi -hice una pausa – pero no estaba del todo segura.
-Elena, algunas veces no pillas ni una – se burló Aaron -.
Le saqué el dedo corazón, y él sonrió. Me acogió entre sus brazos y yo me dejé envolver por su cuerpo. Nos quedamos así, abrazados. Hasta que decido romper el silencio.
-Lo cierto es que yo quería hablar contigo hoy – musité -.
-¿Querías invitarme a una cita? – su voz estaba cargada de diversión – La verdad es que me debes una.
-Eres tú la persona que me debe muchas citas pendientes por todos estos años – murmuré -.
Aaron me apartó un poco para mírame a los ojos. Se inclinó y me besó con ternura.
-Has estado rápida – me dio un pequeño beso en la punta de la nariz – prometo darte los mejores días de tu vida.
Yo asentí, nerviosa y ruborizada, y sin creer apenas su reacción ... la de este chico idiota que jamás pensé que sería todo mío. De Aaron emanaba una alegría eufórica, estaba feliz. Y yo no podía estar más ilusionada con él.
-Entonces, ¿Qué era lo que ibas a decirme? – preguntó sacándome de mis ensoñaciones -.
-Esta mañana me desahogue hablando con Eric – expliqué -.
Aaron enarcó una ceja. Pero se quedó callado para que continuase -.
-Lo cierto es que pensaba que todo esto – moví mi mano entre nosotros – iba muy rápido, era como que no me había dado tiempo a procesarlo.
-Te preocupa que vayamos rápido – opinó él -.
-No, bueno sí, pero lo que me preocupa es depender tanto de ti – suspiré – pensaba que me gustabas a mi mucho más que yo a ti. Y al mismo tiempo tenía miedo a que todo acabe, es como si fuese todo demasiado bueno para ser cierto.
-¿Piensas que no mereces todo lo bueno que te pase? – me miró con sus hermosos ojos verdes cargados de ternura -.
-Pienso que voy a hacer las cosas mal, o que tú vas a hacer algo y no vamos a ser lo suficientemente fuertes para superarlo – me llevé las manos a los ojos – y no sé qué pasaría si lo que hay entre nosotros termina de repente.
-Elena, mírame – pidió -.
Negué con la cabeza. Las lágrimas amenazaban con salir en cualquier momento y no quería que me viese llorar.
-Elena – me agarró las muñecas y las apartó de mis ojos suavemente - ¿Por qué no me dijiste que estabas tan preocupada? Estas cosas lo mejor es hablarlas.
-No sabía cómo ibas a reaccionar – me encogí de hombros – conociéndote hubieses dicho alguna chorrada.
-Vale, sé que tengo tendencia a decir algunas estupideces algunas veces – confesó -.
Lo miré entrecerrando los ojos.
-Bueno muchas veces – asintió, y sonreí un poco -.
-No quiero perderte – dije al fin -.
Aaron llevó sus dos manos a mis mejillas y me miró fijamente. Podía ver como sus ojos brillaban, un poco conmovidos por mis palabras.
-No vas a perderme entendiste – me dedicó una sonrisa de mis favoritas - ¿acaso no sabes que los acosadores somos muy pesados?
Su comentario me hizo reír. Me miraba con una sonrisa intensa y ardiente, en su rostro.
-Esa es mi chica – me abrazó estrechándome contra su pecho – No vamos a dejar que esto termine ¿lo sabes verdad?
-Si – balbuceé débilmente -.
-Vamos a disfrutar de cada instante – murmuró – Vamos a hacer que dure ¿sí? Y que mientras dure sea eterno.
Aaron Hampson me quería, de eso no tenía la menor duda.