El sonido del despertador, me devolvió a la realidad. Comencé a abrir los ojos poco a poco. ¿De verdad que ya era la hora de levantarme? Necesitaba un par de horas más de sueño. La noche anterior tarde bastante en conciliar el sueño, prácticamente se debía a las pequeñas cantidades de emociones que acababa de vivir a lo largo del día. El hecho de que se me ocurriera la brillante idea de proponerle a Aaron que se viniese a vivir conmigo mientras le arreglaban el destrozo que le habían ocasionado en su apartamento, era principalmente lo que más había estado rondando por mi cabeza.
Aaron Hampson ahora resultaba ser mi compañero de piso. Y claro, él era un compañero un tanto peculiar.
Bajé la mirada en dirección a mi cintura, un bronceado brazo me mantenía sujeta y de algún modo inmovilizándome. Pero no podía negar que el simple hecho de que Aaron me hubiese abrazado mientras dormía, me producía una pequeña sensación de protección.
Mientras él tomaba una ducha, el sueño se había apoderado de mí. Así que en el momento que Aaron se recostó a mi lado, yo no me di ni cuenta. Y lo cierto es que agradecí que no me despertase. Giré un poco mi cuerpo, para mirarlo de frente. Intentando que no se despertase, me moví lentamente. Aaron dormía tan plácidamente que parecía sacado de una pintura llevada a cabo por los mejores artistas del renacimiento. Tenía unas largas pestañas, las cuales sentía una necesidad de contar cada una de ellas. Sus suaves labios estaban un poco entreabiertos, dejando escapar pequeños suspiros. Parecía que estaba soñando algo. Intenté evitar el deseo de alargar la mano y tocarlo. Su pecho se elevaba arriba y abajo, acordes a su pausada respiración.
-¿Te gusta lo que ves? - sonó la voz ronca de Aaron -.
Esbocé una pequeña sonrisa, mientras mis ojos volvían a dirigirse a su rostro.
-Estaba pensando en que pasaría si te echaba un vaso de agua por encima para despertarte –murmuré -.
-Correrías el riesgo de sufrir un ataque de cosquillas mucho peor que el de anoche – se frotó uno de sus ojos -.
Lo pensé durante unos minutos, y me incorporé de la cama.
-¿Dónde vas? - pregunto él -.
-Creo que correré el riesgo – hice una pausa – voy a ir por el vaso de agua.
-Vuelve a la cama – Aaron me agarró de la cintura, y sin ningún esfuerzo me tiró sobre él -.
Solté una risita. Me incorporé un poco, para estar más cómoda. Puse mis piernas a cada lado de su cuerpo, sentándome a horcajadas. Aaron puso sus dos brazos detrás de su cabeza. Y me dedicó una de sus mejores sonrisas. Me fijé en los pliegues de sus músculos, y no pude resistirme a pasar suavemente un dedo por su pecho. Aaron contuvo la respiración. Miré sus ojos y observé como me miraban brillantes de deseo. La atracción comenzó a envolvernos en aquel momento.
-No sabía que tenías por costumbre dormir sin camiseta – enarqué una ceja -.
-Pensé que de ese modo te alegraría por las mañanas un poco y serias más simpática– me guiñó un ojo -.
-Que detalle – puse los ojos en blanco -.
Se incorporó en la cama, poniendo los brazos alrededor de mi cintura. Su rostro estaba a tan solo centímetros de mí. Se mordió ligeramente el labio inferior, sin apartar los ojos de mi boca. Me moví inquieta en su regazo, y él lo toma como una invitación. Me besó suavemente. Mordisqueó y succionó mi labio inferior. Mientras yo llevé las manos a su pelo, y hundí los dedos en su sedoso cabello. Nos besamos durante un largo periodo de tiempo, pero a mí se me hizo corto. Cada vez necesitaba más de Aaron.
Descansó su frene sobre la mía, mientras recuperábamos la respiración. Y sin saber cuál era el motivo que nos llevó a eso, comenzamos a reírnos al unisonó. Aaron llevó sus dos manos a mis mejillas. Y me miró directamente a los ojos.
-¿Todas las mañanas van a ser de este modo? - susurró bajito -.
-Depende si vamos cortos de tiempo para llegar a clase no creo que.. – fruncí el ceño y miré el reloj de mi muñeca - Mierda, no podemos llegar tarde.
-La verdad es que, si podemos, y eso es justo lo que vamos a hacer – respondió Aaron -.
-Ni lo pienses, no puedo dejarme llevar al lado oscuro contigo – murmuré -.
Me levanté de su regazo, y me dirigí al armario para buscar la ropa de aquel día. Aaron continuaba en la cama, observándome entrecerrando los ojos.
-Si pusieras solo un pie en el lado oscuro, verías que las cosas son mucho más divertidas – comentó distraídamente .-
-Los suspensos no es algo divertido que quiera comprobar – le dije con sarcasmo mientras me desvestía a toda prisa -.
-Nunca sabrás lo emocionante que es presentarte a un examen de recuperación - me dijo – te estas perdiendo las mejores cosas de la vida.
-Claro.
Lo ignoré y comencé a vestirme. Aaron no me apartaba la mirada de encima. Pero lo cierto es que extrañamente no me daba ni una pizca de vergüenza. Me abroché el pantalón vaquero, y mi giré al armario para buscar un cinturón que le quedase bien. La verdad es que iba bastante sencilla, no me apetecía mucho tardar horas en arreglarme.
-Oye vamos a un funeral ¿o qué? - se burló mirándome de arriba abajo -.