Mientras dure

Capítulo 45

Miré distraída la vegetación que se iba extendiendo al otro lado de la ventana. En el momento que dejamos atrás la última de las ciudades, que nos cogían de paso hasta llegar a la casa de Eric en el lago, me alegre. Eso quería decir que estábamos cerca. Y menos mal, porque llevábamos un par de horas metidos en el coche. Solo habíamos parado una vez en un área de servicio, para que Alice utilizara los lavabos.

En la radio comenzó a sonar una lista de éxitos de los setenta. Y empecé a tamborilear con mis dedos sobre mi muslo derecho, al ritmo de la canción. Confieso que estaba un poco cansada, anoche terminamos muy tarde de preparar la maleta y también la revisamos varias veces. Aaron no paraba de repetir que con un par de bañadores le bastaban, y que a unas malas practicaría el nudismo. Puse los ojos en blanco al recordarlo. Ese chico era así.

-Alguien me puede recordar ¿cómo es que hemos llegado a esto? – preguntó Aaron -.

Me giré hacia Aaron, se había pasado parte del viaje enfurruñado ya que él quería que fuésemos en su coche. Eric lo miró por el espejo retrovisor, y sonrió. Alice se giró desde su asiento delantero y le sacó la lengua.

-Por enésima vez – comenzó a decir Alice – el coche de Eric tiene el maletero más grande que el tuyo.

Aaron cruzó los brazos sobre su pecho y resopló. Intenté disimular una sonrisa. A veces se comportaba como un niño pequeño que le habían robado su piruleta favorita.

-Tonterías – Aaron puso los ojos en blanco – pienso que no necesitáis llevar tanta ropa.

Alice no le contestó. Y como respuesta subió el volumen de la radio. Ella sabía perfectamente, que discutir con Aaron no iba a solucionar nada. Se habían pasado parte del viaje teniendo la misma conversación.

-¿Eric? – lo llamé -.

-Dime, Elena.

-¿Falta mucho por llegar? – sé que era la típica pregunta que se hacía en los viajes, pero me moría por llegar -.

Él negó con la cabeza,

-Un par de kilómetros como mucho – respondió para tranquilizarme -.

Aaron extendió la mano sobre los asientos traseros, y la colocó boca arriba. Lo miré a los ojos, y arqueó las cejas. Era como si estuviese ofreciéndome una invitación. Que por supuesto acepte. Coloqué la mano sobre la suya y le dí un leve apretón. Dejamos nuestras manos así, en esa misma posición agarradas. Y aunque fuese un pequeño gruñón a veces, por detalles tan simples como este me tenía ganada.

-¿Bueno que planes tenéis? – dijo Aaron, de repente - ¿Qué vamos a jugar a las cartas o al domino? Personalmente prefiero el strip póker, pero eso os lo dejo a vuestra elección.

-Nada de Strip póker – le dijo Eric -.

-Aguafiestas – resopló él – Alice, ¿De veras te gusta este tío? Yo soy tu y me lo replantearía.

-Eso mismo le digo muchas veces a Elena de ti – se burló Alice -.

Aaron soltó un bufido.

-Elena y yo somos un equipo – Aaron abrió un poco la ventanilla para que entrase aire fresco – algo así como Bonnie and Clyde.

-Resulta que esa pareja tuvo un horrible final – arqueé una ceja mirando a Aaron -.

-Como Sherlock Holmes y Watson – sugirió él, entonces – Sí, exactamente esa es la mejor respuesta.

-La verdad es que estoy de acuerdo con eso – se burló Alice – ¿estáis en una misión ahora?

-Eso es información clasificada señorita – respondió Aaron -.

Alice soltó una risita, y Eric le dio una rápida mirada. Ella estaba feliz, y él estaba aun más feliz por ello.

-Estás loco Hampson – sacudí la cabeza en su dirección -.

-Creo que nos espera un futuro brillante – contestó Aaron – imagina nuestros nombres en los libros de historia.

-¿Veis lo que soporto todos los días? – les digo, y comencé a reírme – Tiene una imaginación increíble.

-No, cariño – Aaron me miró, y guiñó un ojo – yo soy increíble.

Me quedé mirándolo durante unos segundos, perdiéndome en el verde de sus ojos. Que me miraban con intensidad. Claro que era increíble, era más que eso.

-¡Oye casanova! – lo llamó Eric -.

-¿Sí? – le contestó, sin dejar de mirarme -.

-Ya hemos llegado.

Parpadeé sorprendida, y al mismo tiempo deshaciéndome del hechizo que estaba teniendo sobre mí la mirada de Aaron. El coche se acababa de detener. Miré por la ventana esperando encontrar una pequeña casa familiar y hogareña. Pero me quedé sin aliento. ¿Aquello era real?

-¿Eric esta es tu casa? – pregunté abriendo la puerta del coche -.

-Pellízcame Elena, creo que aún estoy dormida – dijo Alice extendiendo su brazo delante de mí -.

-Si es así, estamos compartiendo el mismo sueño – murmuré admirando la casa -.

La enorme casa de tres pisos era atemporal y elegante. Su fachada estaba pintada de un blanco suave. Y el enorme porche de madera cobriza se extendía a lo largo de toda la propiedad. Era rectangular y bien proporcionada. Podía jurar perfectamente que eso no era lo que estaba esperando. La casa se adaptaba perfectamente a la naturaleza, y frente a ella se encontraba el enorme lago, con un pequeño embarcadero. Tenía pinta de que había sido reconstruido hace poco, quizás los estragos del tiempo habían desgastado los antiguos soportes. Pensé que aquella iba a ser la única casa de los alrededores. Ya que parecía que la casa estaba un poco aislada de las demás. Agudicé la vista un poco y comprobé que cada casa estaba rodeando el enorme lago, pero a una distancia suficientemente amplia como para tener que ir en coche a cada una.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.