Mientras dure

Capítulo 47

Antes de que pudiésemos darnos cuenta, la luz del sol nos abandonó. Parecía que no era muy tarde, pero una leve luz tenue comenzó a hacerse notar, dándonos a entender que se acercaba la oscura noche. El primer día de nuestra estancia en la casa del lago, había resultado ser increíble. Aaron convenció a Eric de recrear una coreografía sincronizados. Y podría asegurar que no había visto a nadie tener menos sincronización que ellos dos, pero eso no quitó las risas que nos metimos Alice y yo a costa de ellos.

-Me pregunto que estarán haciendo Cody y Abby en estos momentos – dije de repente -.

Me hubiese gustado que estuviesen aquí con nosotros, pero como dijo Eric podríamos volver cualquier día.

-Es cierto – Alice dio un sorbo a su bebida - ¿Le mandamos una foto?

-Si – asentí -.

-Yo la hago – se ofreció Eric -.

Se levantó, dirigiéndose a la mesa que hacía poco se encontraba llena de comida, y en la cual solo quedaban restos. Cogió su teléfono móvil, y se acercó a nosotros.

-Espero que cojas mi perfil bueno – bromeó Aaron -.

Aaron estaba sentado en una de las hamacas, a mi espalda. Y yo estaba apoyada en su pecho delante de él. Rodeó mi cintura con sus brazos, abrazándome. No supe en que momento habíamos acabado en aquella posición, pero lo cierto es que yo estaba más que encantada con eso.

-¡Venga chicos! – exclamó Eric, poniéndose junto a Alice -.

Enfocó la cámara hacia nosotros, creando un divertido selfie. Y tras el sonido del flax que nos dejo cegados durante un segundo, Eric nos mostró la foto para que la viésemos.

-Me sale un ojo medio cerrado – fruncí el ceño -.

-Salgo horrible – opinó Alice -.

-No os preocupéis nadie os mirara a vosotras, estando yo en la foto – dijo Aaron -.

Le pellizqué la rodilla, y el se encogió.

Comenzamos a rememorar viejos recuerdos que compartíamos Aaron, Alice y yo. Y Eric nos escuchaba muy atento. Le hablamos de la vez que organizamos una fiesta en casa de Alice, bueno y digo fiesta porque así fue como acabo, aunque al principio no teníamos ningún interés en planear una.

-Recuerdo que una tarde estábamos tranquilas en mi pequeño jardín – empezó a contar Alice – y de repente alguien aporto la grandiosa idea de que podíamos beber un par de copas.

-Culpable – dije levantando la mano -.

-Debo decir que estábamos de acuerdo todas las que estábamos aquel día en mi casa – asintió Alice – teníamos pensado beber un poco, lo normal.

-Pero se nos fue de las manos – solté una risita – lo que paso es que la luz se fue, y pensé que los hielos iban a derretirse y que seria una pena malgastarlos por lo tanto tendríamos que beber un poco más de lo que habíamos pensado al principio.

-Una excusa malísima – se burló Aaron -.

-Poco a poco íbamos notando el alcohol en nuestro organismo y fue cuando alguien decidió llamar a nuestros amigos – Alice puso los ojos en blanco -.

-Ahora es cuando yo entro en escena – murmuró Aaron, feliz por ser parte de la historia -.

-Fue una locura – confirmé – desde ese día, puedo decir que los mejores planes son los que no se planean.

-Yo aprendí muchas cosas, una de ellas fue que las películas mienten cuando salen escenas de personas tirándose con colchones por las escaleras – Alice frunció el ceño desilusionada – en mis escaleras no se pudo.

-¿Y la segunda? – Preguntó Eric -.

-Que nunca debo dejar que un par de idiotas entren en mi casa – Alice entrecerró los ojos en dirección a Aaron-.

-Fue por una buena causa – contestó Aaron -.

-¿Qué hizo? – preguntó después de un par de segundos Eric -.

-Uno de sus amigos se quedo encerrado en el baño de Alice, y Aaron no encontró otra solución que partir el cristal de la puerta – le expliqué – Los padres de Alice iban a matarla.

-No se organizaron más fiestas en mi casa – reía Alice poniendo los ojos en blanco -.

-Me dais envidia – opinó Eric – habéis estado juntos casi toda la vida.

-Tienes razón tienen suerte de poder decir que han disfrutado de mi presencia durante muchos años – dijo Aaron -.

-El mejor regalo que podíamos pedir fue ese – conteste con voz sarcástica -.

Aaron me estrechó aun más contra sus brazos, y me dio un suave beso en el hombro.

-¿Qué hora es? – preguntó Alice – deberíamos darnos una ducha y cambiarnos con algo más cómodo.

-Tienes razón, comienza a refrescar – susurre -.

-Eric – se volvió Aaron dirigiéndose a él – mientras ellas se duchan, podríamos ir nosotros a eso que me comentaste antes.

La cara de Eric reflejaba incertidumbre, parecía que no recordaba a que se estaba refiriendo Aaron.

-¿Qué?.

-A casa de tu vecino a recoger esa cosa – levantó Aaron la voz -.




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