Mientras dure

Capítulo 48

Como si estuviese protagonizando una película de Disney, el sonido de unos pájaros canturreando en un árbol cercano consiguieron despertarme. Y en cierto modo me alegre. Porque el espectáculo que pude contemplar ante mis ojos, era mejor que seguir durmiendo. Aaron estaba plácidamente dormido, y su pecho subía y bajaba con su respiración relajada.

Me apoyé sobre los codos para observar su cara bajo la luz del sol de la mañana. Solté un leve suspiro. ¡Era impresionante! Incluso cuando estaba dormido, emitía esa sensualidad pura que era difícil de ignorar. Aaron se revolvió en sueños, murmurando algo incoherente, pero oí mi nombre salir de entre sus labios. Mi corazón se detuvo y en mi cara se dibujó automáticamente una amplia sonrisa. Y entonces, su cuerpo volvió a relajarse y su respiración acompasada me decía que se había vuelto a dormir.

Acababa de decir mi nombre en sueños, eso me pareció tan dulce. Llevé una de mis manos a su mejilla. Y rocé con la yema de los dedos su rostro. Lo miré con ternura. Sí aquel chico supiese cuanto me estaba cambiando la vida.

En aquel momento una idea disparatada y un poco infantil pasó por mi mente. Esbocé una picara sonrisa. Me incorporé con cuidado, intentando que no se despertase. Salí a hurtadillas del coche. Y una vez fuera, corrí a toda velocidad hasta la casa. Subí de dos en dos las escaleras, dirigiéndome a mi habitación. Me agaché junto a mi maleta, que estaba un poco abierta, y saqué de ella mi estuche de maquillaje. Busqué en su interior, hasta encontrar lo que quería. Listo. Alcé el lápiz de ojos para mirarlo mejor. Después de comprobar que pinta estupendamente. Me lo metí en el interior del bolsillo de la sudadera.

Antes de salir de la habitación, me miré de arriba abajo. Fruncí el ceño. Supuse que me daría tiempo a cambiarme de ropa. Me desvestí lo más rápido que pude, y me puse un ligero vestido veraniego de color azul. Cerré la puerta de la habitación, y corrí escaleras abajo.

Respiré aliviada al comprobar que Aaron continuaba dormido. Bien, mi plan iba sobre ruedas. Quité el tapón de el lápiz. Y comencé a crear mi obra de arte sobre el rostro de Aaron Hampson. Me llevé una mano a la boca, intentando disimular una carcajada. Quizás un poco más por la frente. ¡Vaya la nariz!, creo que un par de puntos dispersos por aquí. ¡Perfecto! Contemplé orgullosa mi obra maestra. Aaron se revolvió en sueños. Y me llevé rápidamente el lápiz a la espalda. Iba a despertarse. Me tumbé sobre la almohada, dándole la espalda. Intentando ralentizar mi respiración.

-Buenos días, chica maravilla – dijo Aaron con voz ronca -.

Me giré para mirarlo, esperando que mi rostro no mostrara ninguna expresión que me delatase. Me estiré, fingiendo que acababa de despertarme. Aaron me puso un brazo sobre la cintura, y me atrajo hacia él.

-¿Cómo has dormido? – murmuré -.

-Fatal, hablas en sueños – aun tenía los ojos cerrados -.

-Mentiroso – entrecerré los ojos, mordiéndome el labio - ¿Qué decía?

-Aaron, eres el chico más increíble del mundo – musitó haciendo una pobre imitación de mi voz -.

-Deberías aprender a mentir mejor – bromeé -.

-Acércate – susurró, abriendo poco a poco los ojos -.

-¿Te has levantado con ganas de mimos? El chico duro se ablanda por momentos – me burlé sonriendo -.

-Quiero mi beso de buenos días- me abrazó – Es nuestra nueva tradición.

-¿Desde cuándo? – pregunté -.

-Desde hoy.

Acercó sus labios a los míos, y después de esbozar una pequeña sonrisa. Me besó.

Sus brazos me rodearon, acercándome más a él, ¡como si fuese posible estar aun más cerca! Presionaba mi pecho contra el suyo mientas me besaba apasionadamente. Sus manos me soltaron, enredó una en mi cabello. Sonreí contra sus labios mientras envolvía su otro brazo alrededor de mí, me besaba como si fuera la última cosa que haría. Su beso fue increíble, cada terminación nerviosa estaba en llamas al igual que mi tembloroso cuerpo. Me hacia sentir tan especial sólo por lo mucho que me deseaba también. Este increíble chico me deseaba, de cualquier persona a la que podría llegar a elegir, me eligió a mí.

Se apartó de mi con cuidado, dejándome con la respiración completamente agitada.

-Ahora sí, son buenos días- susurró despacio -.

Solté una sonora carcajada, mientras mi cuerpo conseguía recuperar su ritmo habitual. En aquel momento, Aaron me miró atentamente. Se froto los ojos, y volvió a mirarme.

-¿Qué?

-¿Te has cambiado de ropa? – preguntó de repente -.

Trague saliva. Mierda. Me ha pillado.

-¿Yo? Estas loco, llevo lo mismo que ayer – mentí -.

-Juraría que anoche llevabas otra cosa puesta – entrecerró los ojos -.

-Aaron, estas empezando a perder la memoria ¿debería preocuparme? – bromeé -.

-Nunca podría olvidarme de ti, Abigail – dijo con una sonrisa de oreja a oreja -.

-¿Abigail? – pregunté con sarcasmo - ¿Quién es esa?

-¿He dicho Abigail? Vaya, tengo la cabeza fatal – hizo una pausa - quería decir Alison.




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