Mi cuerpo se sentía más ligero después de quitarme el enorme peso de encima como había sido aquella mentira. Una de las cosas que más me había estado rondando por la cabeza, era la reacción que mi hermana tendría al enterarse. Y al parecer las cosas fueron mejor de lo que esperaba. Lo mejor de todo era no tener que fingir más frente a Lila. Por fin después de varios días Aaron y yo podíamos actuar con normalidad.
Tenía muchas ganas de que las cosas volvieran a la normalidad. Iba a preguntarle a Aaron si le apetecía cenar con nosotras en el apartamento, pero al parecer había recibido una llamada de su amigo Tyler y pensé que lo mejor era no decirle nada. De todas formas, mañana íbamos a organizar una fiesta de despedida para Lila en casa de Abby y Cody. Parecía mentira lo rápido que había pasado la semana, hacia tan solo un par de días que Lila había llegado y mira por donde ya casi estaba apunto de irse.
Cerré los ojos un minuto, mientras me relajaba con la música que sonaba en la emisora de radio favorita de Aaron. Aquel día había sido muy intenso, y al parecer cargado de diferentes emociones. Mi vida era un melodrama continuo algunas veces. Creía que tendría que pellizcarme las mejillas de vez en cuando para asegurar que no estaba en un sueño metida.
Aaron aparcó el coche frente a mi bloque de apartamentos.
-Tienes esa tendencia a quedarte dormida en cualquier lugar ¿verdad? – bromeó Aaron -.
Me froté los ojos con ambas manos. Desabroché mi cinturón antes de girarme hacia él.
-Solo he cerrado los ojos por un segundo – contesté -.
-Claro Elena – asintió él – dejaremos a un lado tus ronquidos ensordecedores.
-Idiota – mascullé -.
Le dí un golpe en el hombro.
-¡Oye! ¿Ahora que estoy deshaciéndome de los moretones vuelves a usarme de saco de boxeo? – preguntó con ironía -.
-Es una costumbre – me encogí de hombros, y esbocé una sonrisa -.
Aaron pusó los ojos en blanco con fingida teatralidad.
-Estoy pensando que ha sido una mala idea volver contigo – miró por el espejo retrovisor a los asientos traseros – Alice me arrepiento de todo, ¿quieres volver conmigo?
-No – la respuesta de Alice fue rápida y concisa -.
-Pero si no lo has considerado ni siquiera un minuto – le dijo Aaron -.
-En mi lista de cosas pendientes no creo que aparezca nada de tener una relación con Aaron Hampson – comenzó a decir Alice – los acosadores no son mi tipo.
Lila soltó una risita desde su asiento. Yo sonreí.
-¿Que le vamos a hacer? – Aaron soltó un suspiro – se veía venir.
Enarqué una ceja en su dirección. Aquel chico tenía tendencia a las idioteces.
-Bueno Elena, volveré contigo entonces – dijo de repente – se que es lo que querías oír.
-No sé qué decirte – murmuré – lo considerare.
Alice y Lila se unieron en una carcajada y salieron del coche.
Para relajarnos un poco las tres, le había pedido finalmente a Alice que nos acompañara a mi hermana y a mi esa noche. Por supuesto, ella acepto. Sobre todo, cuando le dije que podríamos pedir lo que ella prefiriese. Habíamos pensado que se podría quedar a dormir con nosotras. Aunque mi piso era pequeño y no tenía camas de sobra, siempre podíamos optar por la solución que realizó Abby cuando nos quedamos las tres en mi apartamento a dormir. Recolectaremos los cojines de toda la casa y crearemos una pequeña cama sobre el suelo.
-Bueno, hasta mañana campeón – le di un beso en la mejilla -.
Me despidí de Aaron y salí del coche. Pero cuando estaba rodeando el coche y caminando hacia el apartamento oí la puerta de su coche abrirse. Me giré. Y observé como Aaron salía del coche cerrando la puerta a su vez. Se cruzó de brazos apoyándose en el capo del coche.
-Pero que clase de despedida es esa – esbozó una ligera sonrisa -.
-Quizás tenias en mente que te leyese un cuento para que pudieses conciliar el sueño mejor – sonreí -.
-Tenía en mente otra clase de cosas que me ayudarían a dormir mucho mejor – me guiñó un ojo -.
Dí un paso vacilante hacía él, para acortar la distancia que nos separaba.
-¿Cómo cuáles?
-Oh créeme, no es el momento para decirlas en voz alta– murmuró con voz coqueta -.
¿Era yo? O la atmósfera entre nosotros dos había cambiado de repente. Notaba como no podía apartar la mirada de él. Aaron recorrió mi cuerpo por completo. No pude evitar sentir un cosquilleo muy intenso. ¿Cómo podía hacerme sentir ese tipo de cosas sin tan siquiera tocarme?
Aaron extendió su mano hacia mí. No me hice de rogar. Agarré su mano en menos de una fracción de segundos. Tiró de mi y me rodeó con sus brazos. La mezcla del latido de su corazón y su olor me recordaron lo mucho que lo echaba de menos.
-Me cuesta tanto sacarte de mi cabeza, estas más presente que nunca – Aaron me estrechó contra su pecho -.
-No sabes lo feliz que me hace el que estemos tan bien los dos – susurré abrazándolo -.