Para ser simplemente una pequeña reunión de amigos, debía reconocer que la cosa se había agrandado un poco. Ese fue el primer pensamiento que tuve al traspasar la puerta que llevaba al jardín, jamás debía de hacer caso a Abby cuando me hablase de realizar otra pequeña fiesta. Al instante pensé que ambas teníamos un concepto muy diferente de lo que significa pequeño.
El jardín estaba repleto de personas, no demasiadas como para que los vecinos avisaran a la policía, pero sí la suficiente como para dejar ver que la fiesta se les había ido de las manos. Algunas caras me sonaban al pasar junto a ellas, pero en su mayoría no tenía ni idea de quien eran. La música no dejaba de sonar por los altavoces que se encontraban dispersos en los alrededores del jardín. Un par de enormes mesas redondas se encontraban a un lado, ambas por supuesto con sus superficies llenas de aperitivos.
-¡Elena! -me llamó una voz al otro lado del jardín -.
Sonreí de inmediato. No tenía que adivinar a quien pertenecía esa voz.
Antes de que me diese tiempo a parpadear dos veces, Abby se había lanzado sobre mí. Me abrazó tan fuerte que por un momento pensé que acabaríamos cayendo al suelo y rodando sobre el césped.
-Tenía tantas ganas de verte – murmuró teniéndome aun abrazada – ¡Esta semana ha sido horrible! Trabajos, proyectos...
-Yo también tenía muchas ganas de verte, pero – dije con voz entrecortada – voy a morir asfixiada.
-Oh
Aflojó su abrazo poco a poco. Sujetó mis manos.
-Cody también tenía ganas de veros – asintió Abby – además quiero presentarte a alguien que no ha parado de hablarme de ti desde que puso un pie en esta casa.
-¿A quién? – enarqué una ceja en su dirección -.
-Es solo mi primo Lucas – ella se encogió de hombros – creo que debe estar en la piscina con Cody.
Alguien se aclaró la garganta a nuestro lado.
-Ya lo hemos visto – intervino Aaron - ¿debía darle una propina por abrirnos la puerta? Pensé que lo habías contratado para eso.
Le di un codazo en las cosquillas a Aaron como respuesta.
-Hola a ti también chico sexy – Abby puso los ojos en blanco -.
-Lo siento Abby, pero creo que Aaron tiene celos de tu primo – dije -.
Aaron soltó un bufido.
-Por favor – comenzó a decir él – jugamos en otra liga y la mía es superior.
Me giré hacia él. Le lance una mirada envenenada, a lo que él respondió con una sonrisita.
-¿Qué te he dicho sobre burlarte de los demás? – le pregunté -.
-Que está mal – asintió él -.
-¿Y eso que significa? – insistí -.
-Que no lo volveré a hacer – suspiró Aaron -.
Abby soltó una risita a nuestro lado, seguida de un silbido.
-Pero ¿Qué me he perdido? Desde cuando Aaron te hace casó en algo – bromeó ella -.
-Desde que hemos vuelto a estar juntos – contestó Aaron – ella también esta cambiando ¿sabes?
Lo miré de reojo.
-Soy toda oídos – sonreía Abby -.
-El amor la hace querer ser mejor persona – comenzó a decir Aaron – se ha apuntado a clases de cocina, quiere conquistarme por el estómago.
-Elena, ¿eso es cierto? – Abby me miró con los ojos muy abiertos – no sabía que eras toda una romántica empedernida.
Sacudí la cabeza. Creí que este chico nunca hablaría nada serio.
-No le hagas caso – cogí del brazo a Abby – Te presento a mi hermana pequeña, Lila.
Lila había permanecido callada todo este tiempo, y por increíble que parezca eso para ella era todo un gran logro. Podía jurar que estaba un poco nerviosa cuando le ofreció su mano a Abby para estrechársela. Abby miro la mano que le ofrecía y enarcó una ceja. Y antes de que pudiese decir algo. Esta la envolvió en un cariñoso abrazo de los suyos.
-Madre mía pero sí sois idénticas – dijo Abby sonriendo -.
-Venga ya, yo soy mucho más alta – bromeé -.
Abby se apartó poco a poco de mi hermana, pero sin dejar de sujetar su brazo.
-Por pocos centímetros – respondió Lila -.
-Siéntete como si estuvieras en tu casa – le dijo Abby – no te preocupes por nada.
-Gracias – musitó Lila -.
-Lo cierto es que Lila tiene pensado estudiar tu modalidad cuando se gradué – informé a Abby – le encanta el diseño.
Los ojos de Abby se iluminaron de inmediato.
-¡Eso es fantástico! Tengo un montón de patrones en mi habitación y algunos proyectos terminados por completo en maniquíes – contestó Abby - ¿te apetece verlos?
Lila asintió sin pensárselo dos veces.
-¿Te importa que te la robe un momento? – me preguntó Abby -.
-Estaré por aquí – sonreí -.
Abby enlazó su brazo alrededor del de mi hermana, y se dirigieron juntas hacia el interior de la casa.