-¿Tenéis que iros ya? – preguntó Abby haciendo un pequeño mohín de disgusto -.
Volví a echar un vistazo al reloj de mi muñeca. Las agujas del reloj marcaban las tres y media de la noche.
-Me encantaría quedarme un poco más, pero Lila se va mañana – comencé a decir – tiene que preparar la maleta aun y por si fuera poco el bus sale muy temprano.
Abby se lanzó sobre mi para abrazarme de nuevo. Pensé que ya había perdido la cuenta, de las veces que había estado abrazándome sin parar esa noche. Tanto a mi como a Alice.
-Pero habéis estado muy poco tiempo – musitó ella -.
-Podemos quedar esta semana – contesté -.
Abby aflojo su abrazó. Me miró fijamente, mientras escudriñaba mi cara. Como si esperase descubrir sí decía o no la verdad. Después de un par de segundos se dio por satisfecha. Asintió y me dedico una de sus mejores sonrisas.
-Tomare tu palabra entonces – dijo ella -.
Es cierto que, en comparación con otras noches, hoy habíamos estado relativamente poco tiempo juntas. Aunque por lo menos el poco rato que estuvimos lo aprovechamos bien. Habíamos estado todos al completo reunidos, y eso fue una de las mejores cosas de la noche. Jugamos a un juego muy extraño que sinceramente aún no he logrado descubrir cómo funcionaba del todo. Eso sí, aunque parezca increíble aquella vez la persona que había propuesto que jugásemos a algo no fue Alice, si no Eric. Creí que poco a poco iba adquiriendo las costumbres de Alice.
Lo divertido del asunto fue que el perdedor debía tirarse a la piscina completamente vestido. Hacía tanta calor que reconozco que no me importaba que la perdedora fuese yo. Pero no. Esta vez fue Cody. Cada vez que recuerdo la cara de felicidad absoluta que le dedicaba Eric, no puedo parar de sonreír. Apostaría cualquier cosa de que Eric estaba encantado de cobrarse por fin su revancha con él. Ya que la última vez que jugaron a algo y que derivase en una apuesta, el perdedor y la persona que se tiro a la piscina había sido Eric. Y completamente desnudo.
Solté una risita al recordarlo.
-Oh Lila – Abby agarró la mano de mi hermana – estoy encantada de conocerte, espero que vuelvas pronto a Berkeley y me hagas una visita.
Lila sonrió agradecida.
-A mí también me ha gustado conocerte, por fin – asintió Lila – prometo que cuando vuelva te visitare.
-Déjame decirte una cosa – murmuró Abby – si por casualidad no te apetece vivir con este par de enamorados, siempre podrás quedarte en mi casa.
-Tranquila, puedo manejarlos a ambos – contestó Lila sonriendo -.
-Oye Abby ¿me echaras de menos a mí también? – bromeó Aaron -.
Abby lo miró de reojo.
-Te recuerdo que aun vives aquí, Aaron – dijo Abby – aun no me ha dado tiempo de extrañarte ni un poco.
-Hieres mi sentimientos -murmuró Aaron – pensaba que ya no podíais vivir sin mi compañía y sin que os de los buenos días.
Ella puso los ojos en blanco.
-¿Tu compañía? – Abby soltó un suspiro – pero si desde que llegasteis de la casa del lago y apareciste en mi casa con una maleta, tu humor ha sido insoportable.
-¿Cómo? – le pregunté a Abby -.
-No le hagas caso, los primeros síntomas del alcohol le están haciendo efecto – me dijo Aaron al oido -.
Abby le sacó el dedo corazón. Y lo cierto es que me resultó realmente gracioso verla hacerle eso a Aaron.
-Para tu información no he bebido nada de alcohol – entrecerró los ojos Abby -.
Aaron levantó su dedo pulgar hacía arriba, en señal de aprobación.
-Estoy orgulloso de ti pequeña Abby – dijo Aaron -.
Sabía perfectamente lo que Aaron estaba intentando hacer. Quería cambiar de tema. No quería que descubriera lo que Abby tiene que decirnos sobre él. Así que mientras ella clavaba sus ojos en él, frunciendo el ceño, y él le dedicaba una sonrisa burlona. Decidí interrumpirlos.
-Abby que era eso que estabas intentando decir antes – dije -.
Los dos se volvieron en mi dirección. Aaron enarcó una ceja. Abby chasqueó los dedos.
-Es verdad, casi lo olvidaba – contestó Abby -.
-Lila está cansada, es mejor que os lleve al apartamento – comenzó a decir Aaron – un poco más y seguro que se tumba en la hierba de la entrada para dormir.
-No tengo ni un poquito de sueño Hampson – respondió Lila -.
Aaron soltó un suspiro. Se frustraba con tanta facilidad algunas veces.
-¿Entonces? – pregunté mirando a Abby -.
-Lo que os decía – explicó Abby – Aaron a pasado una semana horrible, estaba como de bajón. Cody y yo pensamos que se había vuelto loco de una vez por todas o que lo habíais dejado; pero descarte esa idea. Como tú no me habías contado nada no pensé que fuese ese el motivo.
-Así que estaba triste – susurré -.
-Muy triste – recalcó ella – como si hubiese perdido algo, no lo sabíamos. Claro que hace un par de días volvió a ser el de siempre y hasta hoy.