Mientras dure

Capítulo 66

La estación principal de Berkeley estaba rebosante de vida. Las personas se agolpaban en distintas zonas de su interior. Las muestras de afecto volaban por todas partes. Intensas despedidas de parejas o familiares. En las que no podría asegurar el tiempo exacto en el que tardarían en volver a verse, puede que fuese un mes o incluso un año. Las despedidas siempre suelen tener ese pequeño sabor amargo.

El interior la estación tenía un aspecto fresco y renovado. Tal y como nos había contado Aaron en el trayecto, habían reformado hace poco la estación. No podía compararla a la forma que tendría antes, pero sí podía decir que en ese momento esta genial.

El diseño que habían elegido para la estación era abierto. Podías encontrar múltiples tiendas en las que podrías llevarte un libro para el viaje como uno de esos llaveros de recuerdos con la palabra Berkeley grabada en él. Otras por el contrario en las cuales podrías conseguir algún tipo de comida por si se te apetecía durante el trayecto. Y por supuesto un par de restaurantes de comida rápida y una cafetería. Había una zona repleta de asientos para que los viajeros descansaran mientras esperaban la llegada de su autobús.

Miré el reloj de mi muñeca. Aún faltaba media hora para que saliese el autobús de Lila.

-Aún tenemos tiempo por delante, ¿os apetece ir a tomar algo? -pregunté -.

Lila se encogió de hombros.

-No me vendría mal un poco de cafeína – dijo Aaron – mi cuerpo no está acostumbrado a estos horarios.

-Venga ya, pero si solo son las ocho y media de la mañana – resoplé -.

Aaron me lanzó una mirada de reojo.

-Necesito dormir mis ocho horitas de sueño – comenzó a decir – o puede que mi cuerpo no rinda bien cuando lo necesites.

-Lo único que necesito es que te mantengas despierto todo este tiempo, luego podrás dormir cuando lleguemos al apartamento – respondí -.

-¿Eso es una invitación? -esbozó una ligera sonrisa – confiesa que echas de menos dormir conmigo cada noche.

-Creo que he dicho que puedes dormir en el apartamento – dije suavemente – pero no recuerdo que dijese nada sobre utilizaras mi cama.

Aaron se inclinó sobre mi para susurrarme al oído.

-Prefieres que nos saltemos la cama y vayamos directamente a la ducha ¿no? Creo que me ha quedado claro que ese es tu lugar favorito – susurró con voz coqueta – Elena eres una pervertida.

Puse los ojos en blanco. Este chico, nunca cambiaría.

Aunque reconocía que me sorprendió el momento en el cual apareció en la puerta del apartamento esa mañana. Por un momento pensé que se quedaría dormido. Lila fue la que abrió la puerta, y cuando me dijo que Aaron estaba allí, tuvo que repetírmelo un par de veces más para que la creyese. Fue divertido verlo medio dormido, dando por sentado que acababa de levantarse hacia tan solo unos minutos. Llevando puesto un sencillo chándal gris. ¿Qué podemos hacer? a ese chico le encantaba dormir.

-¡Par de enamorados! -exclamó Lila – sentémonos en aquella cafetería.

Lila señaló una cafetería que se encontraba a tan solo un par de metros de nuestra posición. Al entrar lo primero que note, fue el delicioso olor a café recién hecho. Definitivamente ese era un olor que me resultaba muy placentero. Nos sentamos en una de las mesas del fondo. Las cuales estaban pegadas a unas enormes cristaleras, desde donde podíamos ver perfectamente el panel donde señalaban los horarios de salida y llegada de los autobuses.

El camarero llego al instante para tomar nota de nuestros pedidos. Aaron pidió un café con leche. Lila se decidió por una pequeña porción de tarta de fresa y un batido de vainilla. Me debatí entre pedirme o no, una porción de tarta como la de mi hermana, pero al final terminé eligiendo un batido de chocolate con extra de nata.

-Nunca cambiaras – Lila sacudió la cabeza – siempre terminas pidiendo un batido de chocolate.

-Con extra de nata – concordó Aaron con ella -.

-Es el mejor sabor del mundo – me encogí de hombros – y el que este en contra, quedara desterrado de esta mesa.

Aaron y Lila se miraron a la vez, y pusieron los ojos en blanco.

-No sé cómo podrás seguir aguantándola ahora que yo no estaré – le dijo Lila mirando a Aaron -.

-¿Estas segura de que tienes que irte? – le preguntó Aaron -.

-Vaya par de idiotas – mascullé -.

Al cabo de unos minutos el camarero volvió con nuestros pedidos. La boca se me hizo agua cuando observe la porción de tarta que había pedido Lila. Tenía un aspecto delicioso. Ella me pilló mirándola, inclinó el plato hacia mi lado. Ofreciéndomelo.

-Pruébala – dijo -.

Negué con la cabeza.

-No, gracias – cogí mi batido y le di un sorbo – tengo suficiente con esto.

Estaba muy bueno el batido. La combinación de nata y chocolate siempre sería la mejor del mundo.

-Lila – dijo Aaron de repente -.

Ella se metió un trozo de pastel en la boca, antes de girarse hacia él.




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