Mientras dure

Capítulo 81

El sábado por la mañana no me lo pensé dos veces después de que sonase el despertador, estaba decidida a hacer cosas productivas desde bien temprano. Así que en el momento que sonó la primera de las alarmas que tenía programadas, me incorporé de la cama de un salto. Lo había hecho tan rápido que casi di un pequeño traspiés. Había tomado una ducha rápida, la cual consiguió hacerme despertar por completo y de paso me alivio la zona de mi cuello que solía dolerme cuando dormía en una mala postura. Recogí mi cabello en una cola alta y me escogí un sencillo pantalón de chándal gris y una camiseta de tirantes en color blanco.

Había conseguido comenzar el día con buen pie, esperaba que no se torciera ni un poquito.

Preparé un bol con mis cereales favoritos. Sacudí la caja de cereales dándome cuenta que estaba casi vaciá. Fruncí el ceño. No podía seguir posponiendo ir a comprar comida. ¡Bien, escribiría la lista de la compra más tarde!. Llevé conmigo el bol de cereales junto a un vaso con zumo de naranja, hasta el sofá. Comí en silencio mientras divagaba observando mis redes sociales. Eche un vistazo a los mensajes de la bandeja de entrada. Tenía un par de mensajes de Alice y uno de Abby pero el que captó mi atención en especial fue el último que había recibido. Puse los ojos en blanco. Abrí el mensaje.

<Estoy aquí PD. ¿Qué te parece si me refrescas la memoria diciéndome cual de las dos puertas es la de tu apartamento?>

Miré la hora que marcaba el reloj de mi teléfono móvil. Solté un suspiro. Genial, solo son las 10:30 de la mañana y ya parecía que mi día comenzaba a torcerse un poco.

Caminé decidida hacía la puerta de mi apartamento, y después de contar hasta tres la abrí de un tirón.

-¿No tenías nada mejor que hacer hoy? - le pregunté -.

-¿Y perder la oportunidad de darte los buenos días? Ni hablar – respondió él intensificando su sonrisa -.

Lo miré de arriba a abajo, escaneando a mi nuevo aliado. Creo que esa palabra me producía escalofríos sobre todo si va unida al nombre de Alex. Después de nuestra conversación del día anterior en la que él por voluntad propia me había prometido que haría todo lo posible por prestarme su ayuda para que Aaron y yo volviésemos, habíamos decidido que lo mejor sería ver todas nuestras opciones a la hora de decantarnos por algún tipo de táctica a la ligera.

-Creo que no estaría mal si me recordaras por que esto – lo señalé con mi dedo indice – es buena idea.

Alex enarcó una de esas cejas que enmarcaban sus intensos ojos azules. Vale, ahora entendía de donde le venía a Aaron aquella mirada penetrante que utilizaba en los demás. Aquellos chicos han estado practicando esa capacidad de influir en los demás a través de una mirada, durante toda su vida. Puse los ojos en blanco.

-Elena, no seas pesimista – murmuró Alex - ¿quizás soy tu única esperanza? Ademas si finalmente lo vuestro no funciona siempre tendrás mi hombro para apoyarte en él.

-Decidido, esto no es buena idea – me crucé de brazos -.

-Vamos, sabes que es una broma – esbozó una sonrisa -.

-Una broma que no tiene gracia – entrecerré los ojos -.

Alex sacudió la cabeza.

-Esta bien, que te parece si hacemos esto rápido entonces y le preguntamos a él que opina – inclinó la cabeza hacia la puerta contigua a la mía – Según me dijiste, ese es el apartamento de Aaron ¿no?

Abrí los ojos de golpe. Lo agarré del cuello de la camiseta que llevaba y tiré de él hacía el interior de mi apartamento.

-Entra de una vez aprendiz de demonio – mascullé entre dientes -.

Una de las cosas que menos necesitaba en ese momento, era que Aaron nos pillase allí hablando como si tal cosa y terminase sacando sus propias conclusiones absurdas.

Una vez que estuvimos en el interior del apartamento miré por la mirilla de la puerta. No se veía nada. Estaba todo bajo control. Puse los brazos en jarra y solté un suspiro. Aquello de vivir con tanto estrés acumulado iba a acabar conmigo poco a poco.

-Sera mejor que terminemos de una vez con esto y me digas que tienes planeado – comencé a decir mientras caminaba hacía el salón -.

Fruncí el ceño. ¿Donde se había metido este chico? No había ni rastro de él por el salón. ¿Pero es que no podía ser una persona normal y quedarse sentado en el sofá mientras me esperaba? Sacudí la cabeza. Me dirigí directamente hacía mi habitación, era el único lugar donde no tenía por que estar y por eso era el sitio idóneo donde más probabilidades tenía de encontrar a Alex.

Y por supuesto allí estaba. Como no, tumbado sobre mi cama.

-¿Lo notas? - le pregunté entrecerrando los ojos – te estoy estrangulando mentalmente.

-No he podido resistirme – Alex palmeó un lado de la cama – ven aquí.

Le saqué el dedo indice como respuesta.

-En este lugar me inspiro mucho mejor – sonreía él -.

-Que casualidad – esbocé una ligera sonrisa – yo también pero no contigo así que largo.

Chasqueó la lengua con disgusto, pero no me volvió a insistir. Se incorporó de la cama y se alisó un poco la camiseta de color burdeos que llevaba puesta. Me miró de reojo y enarqué las cejas en su dirección.




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