Podría jurar una y mil veces que no existía un mejor lugar en el mundo para estar que siendo rodeada por los brazos de Aaron. Hoy por hoy me doy cuenta de que siempre había estado predestinada a pertenecer a ese lugar.
Aaron y yo permanecimos tumbados sobre la cama desnudos y con nuestros cuerpos entrelazados mutuamente, como si el mero hecho de estar un centímetro lejos el uno del otro no resultara realmente imposible a ambos. Quizás simplemente sentíamos eso debido a nuestra separación por un mes y que por ello ahora estábamos siendo tan intensos o puede que siempre nos habíamos sentido igual y solo acababa de caer en la cuenta ahora mismo. Quien sabe, lo único importante era que mientras dure pensaba estar a su lado todo el tiempo posible.
-¿Como te sientes? - me preguntó -.
Tenía la cabeza apoyada sobre su pecho mientras él recorría mi espalda desnuda deslizando, de arriba a abajo, las yemas de sus dedos produciéndome un leve pero placentero cosquilleo.
-Satisfecha – respondí sin pensarlo -.
El pecho de Aaron vibró cuando él soltó una risita.
-¿Eso va con segundas? - dijo – eres una pervertida.
-Idiota – mascullé -.
Le di un pequeño pellizcó en la cadera y él se encogió.
-Era una broma Rocky – reía él -.
-Dejame recordarte que tus bromas no son divertidas – resoplé -.
-Pues a ti te hacen reír – murmuró él -.
Tenía razón, pero eso no significaba que lo fuese a aceptar. No había nada que me resultara más frustrante que darle la razón a aquel monstruo de ojos verdes.
Era una cuestión de principios.
-No podrías ganarte la vida como humorista – le dije -.
-Y yo que pensaba contratarte como representante – bromeó él – tienes carácter, eso me gusta.
-Mis honorarios son bastante altos, no tendrías el suficiente dinero para pagarme -comencé a decirle- y lo más importante no deberías hacerte famoso, con la cantidad de chicas a las que has dejado en la estacada estoy segura de que llamarían a todos los reporteros del mundo para contar en exclusivas tus más oscuros secretos.
Él bufó.
-No tengo oscuros secretos – contestó él – por quien me tomas, soy una persona decente.
-Si claro, a mi no me engañas – me incorporé un poco apoyándome en el codo – te conozco Aaron Hampson, te recuerdo que has sido uno de los chicos de oro desde que tengo uso de razón.
Aaron curvó la comisura de sus labios en una sonrisa.
-¿Tanto tiempo llevas interesada en mi? - me dijo mirándome a los ojos – siempre supe que eras una acosadora.
-Ni en el mejor de tus sueños – le saqué la lengua -.
Él abrió los ojos con gesto de sorpresa. La sonrisa que estaba poniendo no me gustaba nada, era ese tipo de sonrisa que traen consigo un letrero con luces de neón que pone “Peligro”.
-Elena, acabas de sacarme la lengua – comenzó a decir lentamente -.
-No – mentí -.
-Y encima me mientes – dijo con voz burlona -.
La sonrisa de Aaron era cada vez más intensa.
-Estas teniendo visiones – murmuré – ya decía yo que no eras normal, tu locura a desencadenado en visiones.
-Visiones – asintió Aaron para si mismo -.
-No te preocupes estoy segura de que …
Pero ya no pude terminar la frase porque fui atacada de repente por mi monstruo de ojos verdes usando por supuesto su mejor arma, el de las cosquillas.
No podía parar de reír, estaba llegando al punto que incluso me faltaba el aire. No hubo zona en la que Aaron no me produjera cosquillas. La zona en la que era más débil resulto ser la parte izquierda de mi torso, y él lo sabía por eso fue la zona principal en la que se centro. Cuello, clavícula, hombros, antebrazos … ninguno de ellos se salvo. Realmente llegue a pensar que después de aquello iba a tener agujetas en el rostro de tanto reírme.
-¡Me...rin... - intentaba decir entre cada carcajada – Aaron .. bandera .. d-de.. la .. pa-paz..
-No te oigo – bromeó él - ¿Que decías? ¿Que me quieres muchísimo y que soy el mejor?
-¡Y un cuerno! - exclamé -.
Aaron me miró enarcando las cejas, se encogió de hombros y volvió a hacerme cosquillas.
-Es-estas... mu.. muerto... Ham-Hampsón – le dije -.
Sabía que mi amenaza no sonaba muy creíble cuando la estaba diciendo riéndome sin parar, pero esperaba que pudiese notar que lo estaba diciendo completamente enserio.
-Eres muy cabezota – murmuró él riendo -.
Sus ataques de cosquillas comenzaron a tener poco a poco menos intensidad. Poco después pararon.
-Eres un.. - comencé a decir -.
-Según las palabras de Alex, dijiste que yo era un capullo integral – sonrió -.
No pude evitar soltar una risita, tenía razón yo había dicho esas mismas palabras no hace mucho tiempo.