-Aun no me lo creo – murmuró Eric desviando la mirada de Aaron a mi -.
-Se que es un poco complicado pero créeme al final todo tenía una explicación – le dije -.
Eric seguía perplejo mientras escuchaba toda la historia, desde mi pequeña reunión con Alex donde prometió hacer todo lo que estuviese en su mano para ayudarme en recuperar mi relación con Aaron, hasta la llamada telefónica que me hizo días después donde pude permanecer a la escucha de las diversas confesiones que hicieron tanto Aaron como Alex.
-Creo que ha sido un shock para él – comenzó a decirme Aaron – parece que acaba de quedarse mudo.
-¿Tu crees? - pregunté con preocupación -.
Aaron asintió y señaló con su dedo indice a Eric.
-Es eso o esta practicando para interpretar el papel de estatua en alguna película – dijo Aaron en voz baja – sea lo que sea vayámonos de aquí, no quiero que piensen que le hemos puesto algo extraño en su bebida.
Aaron hizo ademan de levantarte de su asiento pero lo sujete por las muñecas para que se quedase quieto.
-Callate Aaron – mascullé -.
-Tu veras – Aaron se encogió de hombros – pero como Alice aparezca por algún lado y vea que hemos dejado que el pequeño Eric entre en shock, nos matara.
Lo miré entrecerrando los ojos.
-Yo si que voy a matarte como no dejes de decir tonterías – lo amenacé -.
-Estamos en la cafetería – él puso los ojos en blanco – no querrás tener un montón de testigos ¿verdad?
Suspiré. Como si no llamáramos la atención ya bastante.
Estábamos sentados en una de las pequeñas mesas de una de las cafeterías del campus universitario, era una de mis favoritas ya que preparaban uno de los batidos de chocolate más ricos del mundo y lo mejor de todo es que no escatimaban a la hora de ponerle grandes cantidades de nata. Vale, sí lo admito estoy obsesionada con los batidos de chocolate y nata. Son mi perdición totalmente.
El único inconveniente de esa cafetería era la multitud de personas que solían estar por allí siempre, y si a eso le añadimos que casi siempre iba acompañada de dos de los chicos más increíbles del campus, no era de extrañar que acaparáramos varias miradas. Mierda. Odiaba llamar la atención. Siempre había sido el tipo de chica a la que le gusta pasar desapercibida, me refiero a que me siento incomoda cuando diversas personas desconocidas se te quedan mirando. Pero al parecer la persona que no tenía ningún tipo de problema con eso era Aaron, adora ser el centro de atención.
Habíamos elegido una de las mesas mas retiradas de la multitud, ya que lo que menos quería era que Eric diese algún tipo de grito a la hora de escuchar todo lo que había pasado y que captáramos la atención de las mesas contiguas a la nuestra, eso sí lo que menos esperaba era que no fuese a emitir ningún sonido y mucho menos que se quedase congelado.
-Eric, ¿Estas bien? - le pregunté tocando su hombro -.
-Oye, pequeño Eric – lo llamó Aaron -.
-Te he dicho mil veces que no lo llames así – murmuré poniendo los ojos en blanco -.
Aaron comenzó a esbozar una ligera sonrisa. Estaba segura de que iba a volver a soltar un disparate de los suyos, pero por suerte Eric irrumpió en una sonora carcajada.
Nos volvimos en su dirección, Eric estaba desternillándose él solo. Genial, ahora Eric se había vuelto loco definitivamente Alice nos iba a matar. Sacudió la cabeza antes de decir alguna palabra.
-¡Creo que necesito todas las temporadas sobre la serie de vuestra vida! – Eric soltó un suspiro -.
-Miralo pero si sabe bromear y todo – dijo Aaron -.
-Menos mal que estas bien – suspiré aliviada – pensaba que te había ocurrido algo.
-Comprenderme volver a enterarme de que tendré que soportar a Aaron diariamente otra vez ha sido repentino – sonrió Eric -.
-Oye tu – se quejó Aaron -.
La mirada azul claro de Eric reflejaba sinceridad, era una mirada comprensiva la cual podía hacer que me relajase por completo.
-Elena si salir con Aaron es lo que te hace feliz no podría ponerme en contra nunca, eres mi mejor amiga -dijo Eri -.
-Y acaba de aparecer el eterno caballero andante ¿donde dejaste el caballo blanco? - bromeó Aaron -.
-En cuanto a ti – la mirada de Eric se volvió más seria de repente – si vuelves a hacer llorar en algún momento de tu vida de nuevo a Elena, prometo acabar contigo.
Vaya, ¿donde estaba mi amigo tímido y reservado? Aquel que tenía frente a mi era otro.
-Creo que Alice es una mala influencia para el pequeño Eric– me dijo Aaron al oído -.
-Te he oído – le dijo Eric poniendo los ojos en blanco -.
-Pues dejame decirte que eso es de mala educación escuchar conversaciones ajenas – contestó Aaron -.
Eric cruzó sus brazos sobre su pecho y enarcó las cejas.
-Elena, ¿te lo has pensado bien? - me preguntó Eric inclinando la cabeza hacia Aaron -.