Mientras el mundo duerme

Capítulo 1: El desconocido en mis sueños

La luz que me envuelve es tan tenue como una caricia, y el cielo tan hermoso con sus tonalidades violetas como acostumbra ser desde que lo puedo recordar. Él también está a mi lado, como acostumbra a estar, sentado a mi derecha en este pastizal que nos suele envolver. Lo estoy mirando de nuevo, detallando su cabello ondeante en el viento, su expresión serena y sus ojos. Esos ojos que se confunden con los colores que nos rodean.

Los está viendo como solía hacerlo, a las personas que van ingresando en el lago. Algunos con muchos años encima, otros de apariencia más joven. Todos entran en el agua y se pierden en ella. Sin mirar atrás. Nunca.

…..

—¿Ha habido alguna diferencia en tu último sueño, Irene? — pregunta mi terapeuta Pía.

—No mucho, lo de siempre — respondo apretando mis manos entre sí y buscando acomodarme mejor en el sofá de su consultorio.

—Te noto ansiosa — comenta suavemente — Sabes que este es un espacio seguro para que me cuentes de todo aquello que te aqueja, incluyendo tus sueños.

Tengo que suspirar profundamente, y tragarme esa ansiedad que como adivina Pía me está carcomiendo una vez más. El motivo era evidente, soy una chica 19 años que ha tenido el mismo sueño recurrente desde que lo puede recordar. El mismo sitio, con la misma persona. He tratado de buscarle un sentido a mis sueños desde que aprendí que no es normal soñar tanto con un mismo desconocido y acordarte de su rostro tan bien.

No he encontrado ninguna respuesta ni con mis pasadas terapeutas, ni con Pía. Con nadie. No tengo conflictos por resolver qué sepa, no tengo traumas pasados qué sepa, tampoco deseos insatisfechos qué sepa. He vivido una vida tranquila y feliz que sólo sufre del estrés usual de los estudiantes de medicina. Nada fuera de lo normal.

—Si hablamos de ansiedad… bueno, estoy comenzando mi tercer semestre — digo intentando hablar de algo diferente esta sesión.

Pía abre sus ojos en un gesto de alegría y de acierto.

—Los sueños son muy personales y subjetivos, por lo que no existe una única interpretación correcta. Lo importante es que tú encuentres el significado que más sentido tenga para ti. Dicho eso, este sueño recurrente que no te puede abandonar implica tu estancamiento y miedo en avanzar.

Miro a los lados buscando qué mirar en lugar de su rostro. Me fijo en su estantería de libros, o en su perro dormido en su cama cerca de la ventana. Después rasco mi cabeza y tengo que verla.

—¿Estoy estancada desde los 3 años con un niño que no conozco y que ha crecido a medida que yo crezco? — pregunto.

He allí mi pequeño secreto, sí, llevo más de 10 años soñando con un desconocido. Qué para este nivel no debería ser desconocido, pero es que casi no hablamos, no interactuamos, sólo… estamos allí.

—Los sueños pueden evolucionar a lo largo del tiempo, a medida que cambias tú y tus circunstancias. Ese chico es un reflejo de aquellas cosas que no quieres soltar — asegura.

—¿Qué no quiero soltar desde los 3? — pregunto con mi ceño tan fruncido.

Pía cierra la pequeña agenda en donde llevo un historial de mis sueños. Esa que yo misma le di para que leyera. Llevo allí narrados los últimos sueños que he tenido por los pasados cinco años.

—Ellos también simbolizan la apertura a nuevas experiencias, personas o situaciones en tu vida. Tu amigo puede representar lo desconocido y lo emocionante que te espera. ¡Tercer semestre de medicina y con tus notas, no cualquiera puede presumirlo! Volvamos a tus inquietudes sobre la carrera — argumenta Pía.

El resto de la hora de terapia se centra en eso, en otros dilemas de mi existencia que no tienen relación con mis sueños. Porque es que nada me hacía sentido con ellos. El chico de mis sueños no me generaba miedo, ni incomodidad, sólo paz y familiaridad.

Aun así, me lo seguía preguntando: ¿Quién era o por qué yo soñaba con él? No lo sabía, para nada. Tampoco es como si lo termino descubriendo hoy, la sesión termina, me despido de Pía y salgo del consultorio justo a tiempo. Estoy entrando en el auto de mi mamá antes de que ella me llame para avisarme dónde se estacionó.

—¿Cómo te fue, mi vida? — pregunta ella dándome un gran abrazo.

—Bien mami… — respondo correspondiendo a su abrazo.

Algunas veces los abrazos de mi mamá sentía eran mejor terapia que las pagadas. Aunque mamá Karina como buena mamá que es, detecta el titubeo en mi voz. Se separa de mí para apreciarme mientras acaricia mi mejilla.

—No suenas bien. Cuéntame, qué pasó… — insiste con cariño.

Sé que algunas de mis amigas consideran esto raro, pero lo digo en serio, mi mamá es mi mejor amiga, no hay nadie en el mundo en la que confíe más que ella. Sin embargo, ciertas veces tenía esta sensación de ya sabes, ser una preocupación para ella. Mi madre era una mujer muy fuerte y respetada a donde fuese. Nadie se atrevía a mirarla por debajo del hombro, ni a tomarla por tonta.

Después estaba yo. Con la cabeza perdida y dejándome que me quitase el sueño, un sueño. Sonaba tan tonta y me sentía tan tonta. Esta vez estaba más inquieta de lo usual, inquieta por algo que desconocía.

—¿No has… has sentido alguna vez como si algo importante fuese a pasar, pero no sabes qué es?

—Oh mi vida, yo no soy de intuiciones, soy como una antena defectuosa con esas cosas. Pero si tú sientes que algo importante va a pasar, entonces va a pasar — afirma ella riéndose — Aunque bueno, muy bueno.

—No dije que fuese bueno mamá… ¿de qué te ríes? — pregunto preocupada.

Ella me da esa mirada de que me puede leer como un libro abierto.

—No podemos controlar lo que está fuera de nuestro control, lo que sí podemos es avanzar y dejarlo ser. ¿A ver, qué te asusta tanto? ¿Es Anatomía?

Quiero negar esto, no obstante, me detengo porque mi mamá tiene razón. Puede que me ponga algo nerviosa esa materia y lo que conlleva.

—Dicen que… veremos cuerpos humanos… que trabajaremos con ellos. Eso… eso sí me pone nerviosa y…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.