Mientras el mundo duerme

Capítulo 5: Electricidad

Ese día llegue hecha un desastre a mi casa, bañada en miedo, desconcierto y zozobra. Sabía lo que había visto pero como la aparición de Matthan, nada hacía sentido. Lo único que puedo decir es que el cansancio logró que pudiese conciliar el sueño en la sala de mi casa, con todas las luces prendidas. No soñé nada anoche, lo cual agradezco, mi espalda no mucho.

Estoy sufriendo de esas consecuencias actualmente. Muevo mi culo para intentar estar en una posición buena. No lo consigo en esta clase de embriología que afortunadamente está terminando. Justo cuando mis ojos hacen contacto con los de Valentina.

No me gusta estar peleada por tonterías con ella, quiero levantarme para hacer las paces, aunque ella es la que se me adelanta. Ya viene a sentarse cerca de mí con una cara avergonzada.

—Disculpa por no detener a Paco a tiempo. Lo de fingir masturbarse con nuestro cuerpo fue totalmente repulsivo. Tienes razón de querer lejos a los hombres, son unos sucios — confiesa.

—No todos lo son — sonrío suavemente.

Valentina va recuperando su ánimo usual, me ve sospechosa y coqueta.

—¿A qué se debe tú yo apologista con ellos? ¿No me digas que… el misterioso Matthan logró romper tu coraza? Te vi cómo quedaste embobada por él en la clase — pregunta.

Yo no “me quedé embobada” con Matthan. Fue curiosidad y desconcierto.

—Ah… no me refería a él específicamente. Pero ya que caímos en el tema. ¿Qué más has averiguado de él?

A Valentina le excita mi pregunta, es como si se hubiese preparado durante toda nuestra amistad por ello.

—Es un total enigma. No es amigo de nadie, casi nadie le conoce y parece que tiene — Valentina hace la señal de dinero con los dedos — Lo han visto llegar en un convertible hermoso. Además, obviamente es un favorito de Biazin. Ese señor ni debe tratar bien a los hijos, ¿y a éste sí? ¿Qué te hace pensar ello?

—Aparte del auto… ¿qué más se habla de él? ¿Ve más clases en la universidad? ¿Por cuál semestre va? No lo vi en el primer año.

—Por cuál semestre va, ni idea, pero Natalia que tiene a un hermano residente, dice que su hermano vio materias avanzadas con él — explica.

—Eso no hace sentido. ¿Por qué vería anatomía con nosotros? — pregunto sumamente confundida.

Valentina se encoge de hombros como yo suelo hacer. Matthan era un gran misterio. Al igual que ese cadáver.

—Valentina…

—¿Si?

—¿Se ha registrado algún caso de un… cadáver… moviéndose por sí solo? — pregunto muy inquieta.

Mi amiga imita mi inquietud y susto, hasta que estalla en carcajadas. Reviro mis ojos.

—¿Cómo va a haber movimiento en un cuerpo disecado, Irene, por favor? Ni un músculo o nervio funciona en esos cadáveres. ¿Eso fue lo que creíste ver cuando te asustaste ayer?

—Ja. Anda sigue burlándote de mí — critico, Valentina más se ríe.

—Oye tuvo que ser una ilusión óptica o qué sé yo. Andas muy nerviosa últimamente, y con la aparición de tu primer amor, mucho más.

—¿Primer amor? — pregunto confundida.

—¿A poco no te enamoraste a primera vista de Matthan? ¡Disfruta de las mieles del primer enamoramiento y la primera ruptura amorosa! ¡Anda! No te detengas, que yo no lo haré.

Sería muy fácil tildar de eso a Matthan, es mucho más. Y todavía me falta comprobar si él realmente me reconocía como yo a él, y sólo me estaba pretendiendo no conocer.

……

Cuando Valentina dijo que Matthan era un misterio es porque realmente lo era. No me quisieron decir nada de él en control de estudios, a quién pregunté decía que no le conocía, hasta que conseguí uno de los rastros más escuetos de su presencia en esta universidad, por una conocida de una conocida, música.

Así era. Matthan Blanco estaba enlistado en el programa de interpretación musical. Ese mismo que empezará su clase en el auditorio al que estoy entrando. Parece que llegué muy temprano, porque está vacío, no del todo. Hay alguien en el piano, está tocándolo.

Es él.

Está tocando una melodía hermosa, una que a mí me suena melancólica y misteriosa. Me quedo escuchándola por varios minutos y a medida que va avanzando conmigo totalmente embobada en el sonido que escucho. Mientas más desenfrenada se vuelve, más me voy acercando. Sus ojos están enfocados en sus manos, que se mueven con destreza sobre las teclas.

¿Qué está tocando? ¿Por qué estoy acercándome, así como así? ¿Lo estoy haciendo por mi propia cuenta o es que mis pies tienen vida propia?

Podría seguir escuchando por un largo rato más, pero, la pieza termina. Veo atrás de mí, no hay nadie. Sólo somos los dos en el auditorio. Por lo que considero propicio aplaudirle para que note mi presencia.

Son unos pocos aplausos que suenan solitarios. Matthan eleva la mirada para verme, se me queda mirando con un gesto interrogante, uno que se borra al volver a bajar la mirada para seguir concentrándose con el piano.

Cierro mis ojos porque sé que esto no será fácil. E igual voy.

—Tienes mucho talento. Ni necesitas partituras, eso es impresionante. ¿Qué estabas tocando? — pregunto intentando abarcarlo sin ser tan directa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.