Debido a que escasamente me relacionaba con gente nueva, y yo no era la de dar el primer paso, sino que la gente era la que daba el primer paso a mí, esto de ser rechazada, me ha impactado bastante. Ni sabía qué había hecho tan mal como para incentivar una primera charla tan hostil entre Matthan y yo.
Con el pasar de la semana, ese sabor amargo no desaparece. Tampoco la mirada cómplice que Valentina me está dando. Es la única que me mira así, ni Rori, ni Natalia o Rocío me miran de tal forma. Todas ellas están concentradas en estudiar para nuestro parcial, menos Valentina y yo, obviamente.
Estamos estudiando en el jardín de mi casa, debajo de una de las mesas con sombrillas que tenemos. Es un día fresco y muy bonito.
—¿Hey Irene, me puedes prestar tu baño? — pregunta Rocío con algo de reserva.
—Sí claro — frunzo el ceño como si fuese evidente — Allá en esa puerta azul está el de la piscina. Es el que más cerca queda.
Rocío me agradece y va para allá. En eso, me doy cuenta que la jarra con limonada se ha acabado, así como los bocadillos que había en la mesa. Les digo a las chicas que voy a buscar más, Natalia dice que no tengo que preocuparme, le digo que no hay de qué preocuparse y voy a la cocina.
Ingenua de mí si creía que iba a llegar sola a la cocina, en lo que abro la nevera y saco la jarra, al cerrarla, está ahí recostada de la pared Valentina.
—¿No me digas que ya te rompieron el corazón? ¿Fue muy duro contigo? — se burla Valentina.
—Te debo parecer muy divertida ¿no? — digo poniendo la jarra en el mesón y sacando más bocadillos del horno.
—Si fueses más honesta, esto no pasaría. Vamos, cuéntame. ¿Qué te dijo nuestro misterioso compañero?
—Es un odioso de primera clase. ¿Contenta? — suelto frustrada.
A Valentina se le cae la sonrisa.
—Aguarda un segundo. ¿De verdad te rechazó ese imbécil? ¿A la primera? ¿Quién se cree que es?
—Yo no sé quién se crea que sea, pero… lo va a terminar confesando. En algún momento. Yo sé que sí.
—¿Confesar qué a quién? — pregunta… mi madre.
Valentina y yo pegamos un brinco como si estuviésemos haciendo algo ilícito.
—¡Señora Karina! ¿Cómo está? ¡No la había saludado hoy! — trata de esquivar Valentina besando a mí mamá.
Ella corresponde. También quiere que le hablemos de lo de hace un rato, pero, aunque sea Valentina me respeta la cara y no abre la boca sobre Matthan. Mi mamá nota ello, acaba de llegar de la calle, tiene uno de los conjuntos formales que usa cuando debe hacer diligencias con los bancos y pagos de ese tipo. Es básicamente la administradora de las cuentas de la familia.
—Como veo que no me quieren contar el chisme completo, no insistiré más. Sé mi lugar, por ahora — bromea mi madre, al mismo tiempo ve por la ventana, a nuestras compañeras — ¿Nuevas amigas?
—Eso esperamos — digo algo animada.
Mi mamá me sonríe hasta que le suena el teléfono con una llamada, se pone en una esquina a pedir si se puede retrasar el viaje, que Antonio no puede viajar solo, parece que le piden que ella viaje como su compañía, pero dice que no puede. Acomodo los bocadillos al mismo tiempo que escucho lo más que puedo.
—¿Llevas esto por mí por favor? Creo que tendré que intervenir en esta — le susurro a Valentina que acepta, ella se va deseándome suerte. Mi madre cuelga la llamada, luciendo preocupada — ¿Qué pasa mamá?
Ella suspira cansada.
—Quieren a tu papá en Boston, pero necesita asistencia. No va a poder con todo solo.
—¿Por qué tendría que viajar solo? ¿No lo acompaña mi padrino Lorenzo en esos viajes usualmente? — pregunto extrañada.
—Ese grandulón está de vacaciones por Hawái. ¿No te dijo tu papá? Qué no se atreva a pisar esta casa sin un buen suvenir para su ahijada — explica.
—Bueno, si él no puede, ¿por qué tú no puedes acompañarlo? No tienes nada programado para estos días ¿no? — ofrezco.
El rostro de mi madre se preocupa, no me quiere decir lo que pasa por su cabeza. Hasta que lo termina haciendo.
—No puedes viajar conmigo a mitad de semestre hija. Con nosotros dos fuera, te quedarías sola en la casa… ¿cómo vamos a dejarte sola?
Estoy asombrada con que esa sea la razón. E igual la comprendo. No me había separado ni una noche de mis padres, cuando faltaba uno, estaba el otro. Mi mamá ni me dejó dormir en casa de alguna amiga de infancia, siempre en nuestra casa estaría segura. Supongo que fui una niña muy protegida a la que…. Le gustó serlo. Como hija única sé que fui siempre la protagonista de su vida. Aun así… a mi edad… eso ya debía dejar de ser así.
—Mamá… yo sé que te pone nerviosa dejarme sola, pero… soy mayor de edad ya. Prometo que no moriré de hambre o destruiré la casa si me dejas a solas en ella por unas semanas — toco sus brazos.
Ella lo duda y lo duda. Toma mi rostro entre sus dos manos. Me mira con adoración y tristeza.
—¿En qué momento creciste tanto, mi niña? Mira en lo que me he convertido, en una ridícula que ahoga a su hija con su sobreprotección — menciona.
#75 en Fantasía
#455 en Novela romántica
misterio amor, misterio del pasado y mentiras, supensoymisterio
Editado: 03.11.2025