Mientras el mundo duerme

Capítulo 8: Ver para creer

De alguna forma la próxima clase de anatomía que me toca es teórica puesto que el laboratorio está presentando fallas que el profesor Biazin no se ha molestado en explicar a ninguno de nosotros. Soy más partidaria de aprender con modelos anatómicos, mucho mejor.

Lo que no es mucho mejor es que Matthan siga en su actividad favorita desde que nos vimos la cara en la vida real: ignorarme. Hago un mojín con mi boca y dejo de mirarlo, me aferro más bien a mi lápiz y tableta, a tomar los apuntes necesarios.

Seguramente si me le acerco, me saldrá con una nueva patada. No quiero recibir más patadas tras esa horrible pesadilla. Algo que me lleva a pensar, que mis padres siguen fuera del país y que pasaré otra noche a solas.

—Oye Valentina, ¿puedo quedarme a dormir hoy en tu casa? — pregunto fingiendo normalidad a mi amiga sentada a mi lado.

Valentina se extraña con mi pregunta, se queda viéndome con las cejas unidas.

—¿Y eso? ¿De qué va amiga? ¿No estás disfrutando de tu casa sin padres por primera vez?

Tengo que inventar una excusa sobre la marcha. Intento no ser evidente.

—Es que, ya sabes, hay un problema de tubería en mi baño. Huele muy mal…

—¿Lo hay? ¿No lo han solucionado? ¿Y las otras habitaciones?

—Son todos los baños — respondo sonando como una falsa.

—Qué mal ¿no? — se lamenta Valentina — Puedes quedarte en mi casa, pero no sé si te sientas del todo cómoda porque es que esta noche es la fiesta de cumpleaños de Rori. Voy a ir.

—¿Crees que yo también pueda ir? — suelto de repente.

No me sirve estar sola en el cuarto de Valentina. Tengo que pasar esta noche acompañada, sí o sí. Valentina se sorprende, esta vez para bien. Creo que se está emocionando.

—¿De verdad? ¿Quieres ir a la fiesta?

—Sí, es decir, Rori me cae bien y es su cumpleaños ¿no? ¿No estamos en una misión por agrandar nuestro grupo de amigas? — miento y miento.

Valentina no puede estar más feliz, hace algunos comentarios de cómo le sorprende que quiera ir a una fiesta considerando que siempre estoy en mi casa antes de las 9:00 PM. Ni siquiera porque mis papás así me lo piden, sino porque yo misma tengo esa regla. ¿Por qué? Qué nadie me lo pregunte, la gente loca tiene derecho de existir también. Valentina le hace señas a Rori que se acerca a nuestra mesa. No hay regaños por eso, Biazin está enfocado en su celular y beber café.

—Rori, ¿Irene puede ir a tu fiesta? — pregunta Valentina.

—¡Obvio que sí! Estás más que invitada, no te había invitado porque Valentina me había dicho que eras muy respetuosa a tu religión. No consumes alcohol, y créeme que lo que habrá será alcohol. Nos descontrolaremos mucho — se ríe Rori.

Miro acusatoriamente a Valentina al inventar semejante excusa, ella me mira como que no tenía otra opción, y lo sabía. ¿A qué chica de 19 no le gustan las fiestas? Debo espabilarme.

—No hay problema con ver a otros hacerlo, mientras yo no lo haga — menciono.

A Rori esto le parece perfecto, tan perfecto que le hace señas a Natalia y Rocío, anunciando por lo bajito que me uno al plan de la noche. Todas se emocionan y planean cómo invitar a más amigos, porque mientras más grande sea la fiesta, será mucho mejor.

—¿Ya invitaste a todo el salón no? ¿Quién falta? — pregunta Rocío a Rori.

—Falta… ya todas saben quién — rueda los ojos Rori — ¿Creen que si lo invite vaya?

No sabemos de quién habla, hasta que mira disimuladamente a donde esta Matthan. Ahí comprendemos.

—Yo que tú… no lo haría. Nadie le habla, ni habla con nadie — dice Natalia.

—A excepción de Irene, los vi hablando el otro día en la cafetería — comenta Rocío.

Todas me miran como si me interesase ese odioso. No tengo ganas de juntarme con gente que me odia, de la nada literalmente. No le hice nada.

—Olvídalo, no le agrado — digo con el resto sorprendiéndose, menos Rori que lo considera un desafío.

—¿Qué hay que perder? Lo voy a invitar. Pero si tiene un hermano guapo me lo presentas — asegura Rori yendo a la mesa de Matthan.

El resto somos testigos del movimiento de Rori.

—Hola Matthan. ¿Tienes algo que hacer esta noche? — pregunta sonriente a él.

¿Alguien puede creer que el Matthan alza la mirada, analiza a Natalia por dos segundos, y baja la mirada a seguir dibujando en su tableta? Nos quedamos de piedra, todas. Rori no se da vencida.

—Cumplo años mañana, y justo lo celebraré en una fiesta en mi casa. A la medianoche estallarán los cohetes. ¿Te unes? — invita.

Matthan le ve con una pereza terrible, nosotras volvemos a quedarnos de piedra.

—No estoy interesado en la invitación. Igual, gracias por ella — responde.

—¿Seguro? Irá toda la clase — insiste Rori.

—¿Todos? — pregunta, después mira en nuestra dirección.

Al hacerlo, Natalia y Rocío fingen que tienen que regresar a sus asientos. Valentina y yo metemos el rostro en nuestras tabletas. Cualquiera pensaría que ese es final, aunque no lo es. Biazin se da cuenta de Rori la manda a sentar, y en lo que ella obedece nos pasa por el lado picándome el ojo derecho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.