Logro encontrar a Matthan en el auditorio, tocando la misma melodía que la primera vez. Esta vez no tengo tiempo para terminar de escucharlo o dejarme cautivar por la habilidad de sus dedos. Me acerco a él decidida y con varios libros en mi mochila, uno en especial en la mano.
Es el mismo que le pongo encima del piano. Él se percata de lo que hago, me da una breve mirada distante, después al libro. No para de tocar.
—“La ciencia detrás del alma: Misterios y verdades” — recita el nombre del libro que le puse cerca.
Ni lee el título se lo aprendió en medio segundo, lo más sorprendente es que sigue tocando.
—No quiero ser parte de tu club de lectura. Gracias por la invitación.
No me tomo a juego su respuesta, uso mis manos para aprisionar muchas teclas del piano. Esto interrumpe la melodía y los movimientos de Matthan que por fin se dedica a verme a los ojos.
—Creo que esas cosas son almas en pena — le doy a conocer.
—¿Almas en pena? Linda teoría. ¿Las ayudamos a ahogarse en el lago para que paren de atormentar nuestras horas de sueño?
—¿Te estás burlando o admitiendo lo que estoy proponiendo? Las personas que entran en el lago parecen desaparecer en paz, pero las que no… sufren y están desorientadas — saco otro libro de mi mochila lo pongo encima del primero — Aquí dice que las almas perdidas pueden convertirse en demonios que-
Matthan está obstinado por lo que digo, toma el segundo libro, lo abre y se mofa de quién es el autor.
—Un sacerdote. ¿Estás basándote en el libro de un sacerdote que habla de demonios? ¿Qué será lo siguiente Irene? ¿Especializarte en homeopatía? Si harás eso no gastes tantos años estudiando en la facultad de medicina — me ofrece el libro con esa terrible mofa.
Lo tomo más decaída que molesta o rabiosa por su actitud.
—¿Qué ha pasado en tu vida para qué creas que ignorar lo evidente hará que deje de existir? — pregunto con vulnerabilidad.
Para mi sorpresa, logró atravesar la coraza de Matthan. Me ve arrepentido y dolido por un segundo, sólo un segundo. Después eso se extingue.
—¿Qué viste esta vez para que no siguieses nuestro plan?
—¿Qué no vi mejor dicho? Primero soñé con un eclipse que tiño de rojo al sueño, después me levanté para ver a una niña saliendo del lago… ¿seguirán haciéndolo? ¿Qué hay si ninguno más quiere entrar? Eso no se siente bien.
Sé que Matthan está igual de preocupado que yo, en sus ojos puedo verlo, la incertidumbre.
—¿Y qué podemos hacer nosotros? ¿En alguno de tus libros lo dice…
—Bueno… no explícitamente, pero… podemos buscar el consejo de estos autores. Le escribí al sacerdote por el correo que me cedió su editorial y podrá vernos mañana.
—¿Vernos? ¿A los dos? — pregunta como si le estuviese obligando.
—Sí, a los dos — aseguro con firmeza — No me dejarás sola en esto. Es un problema de dos.
Matthan está a punto de decirme algo, aunque se queda callado y resignado.
—Ya que estamos hablando de cosas raras, ¿a ti también te hicieron el interrogatorio para ver si eras culpable por robarte el cuerpo #12 del laboratorio? — pregunto.
—Fui el primero. Era mi cuerpo — admite.
Quedo tan impactada como asustada. Mis ojos están más abiertos que nunca, intento hablar, Matthan ya está en modo defensa.
—Ni se te ocurra decir que yo robe ese cuerpo. Nunca haría semejante inmadurez.
—¿Cuánta posibilidad hay de que me estés diciendo la verdad? — digo esto en una especie de broma.
Honestamente, no creo que Matthan haya hecho algo con ese cuerpo, como dice fue una estupidez la que hicieron. El dinero no parecía faltarle con el auto que tenía, y algún tipo de parafilia horripilante, está más que descartado. Él se ofende con la pregunta, tanto que agarra sus cosas para irse.
Lo sigo en una sonrisa porque sé que lo molesté. A él no le gusta que lo siga. E igual, me antepongo a la puerta de salida antes de que pueda huir. Él me ve irritado.
—¿Qué?
—Te creo esta vez. Pero mírame a los ojos y dime que no viste a tu cuerpo mover el brazo en lo que entraste en contacto con él — le planteo.
—Tienes demasiada imaginación Irene — me esquiva sin mirarme a los ojos y se va.
—Sí, demasiada imaginación. ¿Fue la primera vez que te pasó algo así Matthan? — digo esto para mí misma porque él ya se ha ido.
….
Es interesante que esté en esta posición con Matthan. Sentados en la pequeña oficina dentro de la iglesia. Esperando al sacerdote a por nuestra cita. Un gran crucifico hay en la pared frente a nosotros, y a pesar de que no hemos cruzado palabra desde que entramos aquí, me dan ganas de lanzar un chiste.
—¿No hueles un poco a quemado con el crucificado tan cerca?
Matthan me da una mirada de pocos amigos. Entonces hace algo que me duele como niña chiquita, toma su silla y la arrima dos centímetros lejos de mí.
—Oye… fue un chiste — me disculpo.
#75 en Fantasía
#455 en Novela romántica
misterio amor, misterio del pasado y mentiras, supensoymisterio
Editado: 03.11.2025