Mientras el mundo duerme

Capítulo 13: La ventaja

El sacerdote nos da una larga charla entonces, de cómo debemos mejorar nuestra comunicación de que nos tenemos uno al otro. También se ofrece a bendecir nuestras habitaciones, y a nosotros mismos, a mí no me parece una mala idea intentarlo. Justo cuando me va hablar de las oraciones que me recomienda hacer antes de irme a dormir, Matthan se larga de un terrible humor.

Tengo que asegurarme de haber anotado todo bien, de la prisa Nelson me da un par de botellitas, para después seguir a Matthan. Consigo ponerme a su nivel cuando está saliendo de la iglesia.

—No tenías que ser así de grosero con el padre — le comento recuperando mi aliento.

—Agradéceme que te haya inventado una excusa para que no te cobrase la consultoría espiritual — contesta.

—¿Piensas que hizo todo eso por dinero? ¿Por qué lo haría?

—Porque así funcionan las iglesias, pero no estás lista para esta conversación. ¿No las saltamos?

—Oh vaya. ¿Dejarás que perdamos el viaje? Toma esto y rocía tu cuarto con ello. Te paso las oraciones por mensaje — le ofrezco una de las botellas que me dio.

Es cuando Matthan se detiene a agarrar la botellita. Lee la etiqueta casera con detenimiento.

—¿Qué es esto? — pregunta asqueado.

—¿Cómo qué que es? ¿No lees? Agua bendita. Espanta a los malos espíritus.

Matthan como que se cansa de mí, se guarda la botella en el bolsillo.

—¿Sabes qué? Impregnaré mi cama con esta agua y a mí mismo. Todo lo que quieras. Y recitaré, recitaré todas las oraciones que me enviarás. ¿Contenta?

Uy suena irritado.

—Sí y no. Tienes que creer en lo que rezas. Si no es el caso, no servirá — le recuerdo.

—De todos modos, no servirá Irene.

—¿Entonces qué hacemos? ¿Quieres ir con algún tipo de bruja? ¿Puedo averiguar también?

—Mejor no. Estoy cansado de los charlatanes por hoy — menciona quitando la alarma de su auto.

Él se monta, yo me quedo parada viéndolo. Aferrada a mi mochila. Matthan me mira de regreso, extrañado.

—¿No te vas a montar?

—¿Estás ofreciéndome llevarme a algún sitio? ¿Tú? ¿A mí? — digo extrañadisima.

—¿No llegaste en taxi? Te llevaré a tu casa o a dónde quieras — ofrece — ¿Vienes o no?

Tengo un gran repertorio de opciones de hecho. Puedo pedir otro taxi, y creo que hasta hay una parada de buses cerca. También puedo llamar a varias personas para que me vengan a buscar. Entonces, me regaño a mí misma, porque ya yo había dormido con este hombre al lado. No me iba a echar para atrás ahora. Mi cuerpo se mueve robóticamente a subirse al auto. Al hacerlo, me abrocho el cinturón. Como un robot de nuevo.

—¿Qué contigo? — me pregunta Matthan.

—No suelo… no suelo montarme en autos con hombres que no sean mi papá.

—¿No viniste en taxi? ¿De qué hablas? — no me cree.

—Sólo pido a conductoras. Ellas X Ellas — afirmo.

Matthan toma una inhalación de gran fuerza. Me pregunta que a dónde me lleva. Se lo indico, y nos vamos para allá. Mis padres todavía no regresan. Pero tengo la esperanza de que la otra semana sí lo hagan. En eso pienso en mis padres, después simplemente pienso en los de Matthan. Le miro interesada en ello.

—Oye… ya que estamos en pleno descarte de variantes. Te puedo comentar que desde que tengo estos sueños mis padres me llevaron con varias psicopedagogas, psicólogas y hasta una psiquiatra. ¿Qué hay de ti? ¿Tus padres también te llevaron con especialistas?

Él da una media sonrisa que parece más cruel que otra cosa.

—¿Qué quiere decir tu expresión?

—No fui un niño desatendido en ese aspecto tampoco por mis padres.

—¿Y qué dicen tus padres de todo esto? ¿Lo saben?

—No. Tampoco nadie más, aparte de ti y ahora el sacerdote que ya debe estarte pasando la factura anexada a tu correo — se burla.

Ignoro su chiste por lo que acaba de revelarme.

—¿Estás bromeando? Tienes que hacerlo. ¿Cómo que tus padres no saben de esto? ¿Por qué diablos te llevaban a especialistas si no le revelabas tus sueños? — pido saber.

—Tenía problemas más graves que mis sueños para los demás.

—¿Los demás quiénes?

—Para los trabajadores sociales.

En mi boca se va formando una O.

—Soy adoptado.

Whoa. Me quedo sin saber qué decir. No era algo que te dijeran todos los días. Por dónde sí podía ir era por el hilo de no haber revelado a nadie sobre sus sueños.

—¿Cómo es posible que no le hayas hablado a nadie de tus sueños antes? ¿No te daban miedo? O es que… ¿no te llevas bien con tus padres?

Él lo piensa desinteresado.

—Me llevo lo suficientemente bien. Nunca lograron quitarles la custodia por más que quisieran hacerlo.

—¿Por qué… querrían quitarles tu custodia? No comprendo…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.