Mientras el mundo duerme

Capítulo 14: Revelaciones inesperadas

El viento en mi cara, mi expresión atónita y mis manos frías hacen una sincronía perfecta de estupefacción. Mientras Matthan conduce con esa mueca orgullosa y de mofa, me cuestiono mi propia existencia. Cuando creía que no podía haber alguien más raro que yo, él tenía que aparecer.

—¿Con cuál propuesta me saldrás ahora? ¿Una petición para que te lea las cartas? Agatha no es ese tipo de bruja. Esa no es su especialidad — explica éste.

—Déjame entender primero algo. ¿Tienes una buena o mala relación con tu madre adoptiva? Quiero aprender a pisar bien el terreno, insisto porque me tienes confundida — ofrezco confundida por su ambigüedad.

—¿Qué te hace pensar que no es buena? Que se haya ido a recorrer el mundo para “salvar” a desconocidos en lugar de quedarse con su pareja e hijo postizo. Para nada, ya lo he superado — asegura.

Con que su madre no está cerca, sino en un viaje con los propósitos que comenta. Si no hubiese conocido a Matthan en mis sueños, si no hubiese sido lastimada en ellos, si no hubiese visto ese cuerpo moverse, me costaría creer lo que cuenta de Agatha. Pero, ya no lo hago. Llego a mi propia conclusión sobre su relación.

—Parecieras no haberlo superado. Quizás tiene razones válidas para haberse ido — agrego.

Matthan me ve de reojo con desagrado. He tocado un punto sensible.

—¿Qué vas a saber tú de abandonado parental si eres la hija predilecta? — espeta.

—No tienes que vivir algo para empatizar con las personas — suspiro — ¿Qué opina Agatha de tus sueños, de tus sueños conmigo?

Él lo piensa por un rato, estoy atenta a su respuesta y algo nerviosa. Si Agatha sueña con la muerte y puede prevenirla, espero que esto no sea un indicio de que esa nos esté acechando.

—No le he hablado de ellos — suelta con gran facilidad mientras sigue concentrado en la carretera.

—¿¡Por qué!? — exclamo anonadada.

—¿Por qué? — me ve inmutable — Porque es irrelevante. Y no es como si ninguno de los dos muriera en nuestros sueños, no es su área como he dicho.

Me sobo el cuero cabelludo con paciencia, mucha paciencia.

—Entonces. Tienes la madre que tienes, y escondes esta conexión entre nosotros. Aun así, tienes la valentía de decirme que no sospechas que algo anda mal — reclamo, él sonríe como si le diese gracia mi molestia — ¿Podrías hacernos el favor de llamar a tu madre y contarle todo esto? Necesitamos su experiencia.

—Prefiero invertir mi tiempo en algo más productivo que rogarle atención a Agatha — resuelve.

—¿Invertir en qué? ¿Arrastrar anatomía I con la edad que tienes y supuesto intelecto?

—Estás agarrando confianza muy rápido Irene. No me agrada tanto como a ti — vuelve a mirarme, pero esta vez mis piernas.

No es que lleve falda o vestido para creer que está viéndolas por eso, es que mis piernas han entrado en contacto con las de él. No por su cuenta, sino la mía. Estoy lo más pegada que puedo estar de su cuerpo en este auto. Como si tuviésemos confianza, como si yo fuese una chica normal que interactúa normalmente con hombres.

Mis mejillas queman y muero de la vergüenza. Con lo que creo es disimulo, me alejo lo más que puedo y volteo mi cara para que no la aprecie.

—Sólo-sólo quiero avanzar en esto y resolverlo. Nuestras vidas están en riesgo por más que trates de negarlo-lo. Hay gente que ha muerto por sueños como los que tenemos — me defiendo.

—No han muerto por los sueños en sí, han muerto por su cuerpo, por ataques al corazón, condiciones preexistentes en su cerebro. Los sueños no son reales, y lo que no es real, no te puede matar — explica en su eterna negación.

—Claro, y cómo explicas los moretones con los que desperté después de ser perseguida por una de esas cosas del lago. Me dolio-

Tengo que parar de hablar porque Matthan pega un gran frenazo. Me asusto como es evidente, y me paralizo un poco más cuando éste me está tocando los brazos. Su toque no se siente mal, ni incómodo, tampoco lo hacen sus ojos en mí. Es cálido, es pacífico, es… extraño.

Me gusta que me toque.

Que él me toque.

—Tu piel está en buen estado. No te han tocado todavía.

Yo que estaba hechizada con lo que sea que estaba sintiendo, me siento caer por un abismo. El horror vuelve a dominarme.

—¿Qué le pasará a mi piel si esas cosas me llegan a tocar? ¿Te han tocado a ti?

—No las he dejado. Pero, así como enferman la vegetación a su paso, deben hacer algo similar en nuestras pieles ¿no? ¿Qué se sentirá? — divaga interesado por tal atrocidad. Hasta lo veo una sonrisa escueta en la esquina de su boca.

Me suelto de este maniático, con un propósito firme en mente.

—Si tu padre y madre llevan tanto juntos, él debe sernos de ayuda ante su ausencia. Si está cerca, vamos a dónde él. Buscaremos sus respuestas — impongo.

Ian debe estar cerca, porque Matthan revira sus ojos de nuevo y cambia la dirección de nuestro curso. No me reconozco a mí misma, por mi propia cuenta había pedido que me llevase a reunirnos con un hombre desconocido para mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.