Analizo sin parar la pantalla de mi laptop y subrayo este nuevo libro. No es la única pantalla que tengo alrededor, ni libro abierto. Tengo mucho material de apoyo sobre astrología y más temas espirituales en la mesa donde estoy en la biblioteca de mi universidad.
A falta de la ubicación de Agatha, no me quedó de otra que investigar sobre eclipses y somatización. Para mi terrible descubrimiento, los eclipses lunares son eventos cósmicos energéticos. Un eclipse de Luna marca un momento de transformación profunda, de cambios en nuestra vida interna y externa. En un par de meses es el más cercano.
—¿Cómo estás luego de anoche? — pregunta Matthan acercándose a mí.
Su voz suena casi preocupada. Si viera mi cuello debajo de esta pañoleta, quizás podría estar realmente preocupado.
—A punto de perder a mi mejor amiga, y morir en un sueño. Pero, eso no era posible. ¿No Matthan? — le tengo que mirar con descaro.
Su rostro no es uno inexpresivo, noto que también tiene ojeras profundas como las mías. Él se sienta agotado a mi lado al apartar su silla.
—Estaba explorando los alrededores. Ese sitio debía ser seguro — confiesa agotado.
—¿Qué pasó después de que sacaste esa cosa de encima de mí? — pregunto comprendiendo que esta vez no estaba negando la gravedad de la situación.
—Desperté.
—Yo casi no lo hago, me quedé dormida en una bañera… — confieso — Allí no había agua bendita, ni oraciones hechas. Me quedé dormida por algunos minutos nada más. No fue en mi horario de sueño usual. ¿Qué me hubiese pasado si no me salvabas? ¿Si no estuvieses dormido al mismo tiempo que yo?
Matthan se estruja el rostro con su mano. Le acerco uno de los libros que tenía abiertos.
—La luna de sangre es vista como un portal energético que prepara para un nuevo comienzo. Renacimiento. Este eclipse debe ser diferente. ¿En qué sentido? — explico.
—¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Qué tan difícil es vivir una vida normal? — responde entristecido.
—Oye, ¿me ves como la señorita aventura? También quiero una vida tranquila. Pero tu madre… ella…
—Está bien. Le sacaré a Ian dónde está. Dame un par de días para investigar sus dispositivos — ofrece.
Mi corazón se siente muy aliviado ante esto. También me fijo un nuevo propósito, no dejar cosas sueltas al azar. Leí tantas veces la palabra “renacimiento” que una espina se clavó en mi piel, y de allí no ha salido.
—¿Tienes energía para ir a la clase de Biazin?
—¿Nos queda de otra? Quiero comprobar algo. Una teoría que tengo. Pero necesito que seas honesto con lo que vaya a pasar — le pido.
Él no me comprende.
—Quiero que hagas lo mismo de la otra vez, esa en donde vi a tu cadáver moverse. Necesito comprobar que no hayas sido tú el que le haya dado ese poder al cuerpo — propongo.
Matthan intenta reírse, la risa no le sale.
—¿Piensas que tengo la capacidad de revivir a un cadáver?
—Tu madre tiene la capacidad de prevenir muertes, es un ejercicio de descarte — explico.
—¿No nos íbamos a concentrar en los sueños? ¿Ahora quieres agregar otra improbabilidad a-
Me bajo la pañoleta para que Matthan vea las marcas que hay en mi cuello. No sé qué hubiese sido de mí si él no hubiese intervenido. Miento, sé qué hubiese sido de mí. Pude morir ahogada. Ver las marcas inquietan a Matthan.
—Necesito saber si también tenemos que preocuparnos por las cosas que pasen de este lado. ¿Estás conmigo? — propongo.
Él esquiva mi mirada, y eso lo comprendo como un sí.
…..
Estamos en el laboratorio de anatomía con los cuerpos en las mesas y esforzándome por tener un temple de acero. También esquivando las miradas interrogatorios de Valentina y mis otros compañeros de grupo, ninguno debe explicarse por qué estoy al lado de Matthan.
Biazin llega con su acostumbrado humor, a resplandecernos con ese.
—Sin consecuencias ante la gracia que alguno de ustedes hizo, deben sentirse intocables. ¿No? Pero no se preocupen, me encargaré de resarcir su sentido del humor — comenta el profesor.
Se refiere a que no se pudo encontrar el culpable del hurto del cuerpo. ¿Qué diría nuestro profesor si se enterase que se movió por sí solo? O bueno, esa es mi teoría. Biazin se toma en serio la tarea de castigarnos con sus exigencias. Creo que los procedimientos que indica hacer al grupo son más avanzados de los que deberíamos cursar, aparte menciona que esta práctica será evaluada.
Cuando acaba pidiendo a los demás cosas imposibles por su formación hasta los momentos, viene a nuestra mesa. Este es un nuevo cuerpo, el anterior no está en este laboratorio. Biazin analiza el sitio dónde estoy.
—¿Desde cuándo te gusta tener compañeros inferiores a tu nivel como asistentes, Blanco? — cuestiona curioso el profesor.
Ni qué responder a ese comentario despectivo a mi persona. Lo más triste es que me estaba acostumbrando a esos por parte de este profesor. Hay rumores de que no es el único profesor con esta personalidad, en los siguientes años, conoceré muchos más así.
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Editado: 03.11.2025