Mientras el mundo duerme

Capítulo 18: Conveniencia mutua

Quiero correr lo más lejos posible, largarme con desesperación, pero es uno de esos momentos en los que tu cuerpo no reacciona. Tengo el grito atorado en la garganta y lo único que logro es empujar a Matthan para que él se salve.

—¡Huye! ¡Sálvate tú! — exclamo desesperada.

Matthan en realidad me hace caso, se sale de la mesa. Al comprenderlo, que es mi final y quedaré sin cerebro en como cinco minutos, cierro mis ojos esperando mi final.

Sin embargo, no siento ninguna mordida o toque frío, abro uno de mis ojos apenas. En lugar de ver al cuerpo cerca de mí, lo que veo es la mano que Matthan me está extendiendo, no se ha ido, me está ofreciendo su ayuda para pararme del suelo.

Con respecto al cuerpo, así como se levantó aparatosamente, se está desplomando de un solo golpe. Con la caída su condición empeora, cómo no, se supone que son delicados. Delicados y valiosos.

—Irene, te recomiendo que te levantes lo más pronto posible si no quieres que nos culpen de lo que acaba de pasar — aconseja él.

Reacciono de una buena vez y tomo su mano. Después de eso, no nos queda más que salir huyendo de ese laboratorio, lo hacemos en una carrera desesperada por no se captados en este. Justo cuando podemos liberarnos del edificio, escuchamos cómo las alarmas de seguridad estallan a nuestras espaldas.

Apenas nos montamos en el auto de Matthan, él está arrancando lo más rápido que puede para alejarnos de tal escenario de terror.

….

El cerebro puede procesar información a diferentes velocidades, desde unos pocos milisegundos para tareas simples hasta un proceso más complejo que puede llevar más tiempo. Como, por ejemplo, procesar que acababa de ver a un maldito cuerpo disecado sentarse en un laboratorio de la universidad donde estudió.

El shock me impide hablar hasta ahora. Que es que caigo en cuenta que Matthan me ha traído a una de las playas de la ciudad. Aquí es donde se está estacionando y saliendo del auto. Lo imito en ello, él está sentado en el capó de su auto, de ese también me recuesto y cierro más mi abrigo.

El cielo está irónicamente precioso, colmado de estrellas y nuestro alrededor colmado del sonido de las olas del mar. Si no acabásemos de vivir lo que vivimos, diría que este es un sitio romántico.

Sí, así de jodida había sido mi adolescencia para considerar esto de esta forma.

—¿Eres capaz de hacer mover esos cuerpos a voluntad, cierto? — le pregunto.

Matthan no quiere confesar lo que acaba de pasar, e igual tendrá que hacerlo.

—No te vayas muy lejos. Son movimientos breves, cortos, no pasan de erguirse por algunos segundos. Nunca en sus propias piernas. Algunas veces, es incontrolable para mí, como esa vez que viste — explica.

—¡Lo sabía! ¡Estabas mintiéndome Matthan! — exclamo asombrada.

—Estaba controlando tus nervios y descartando tus teorías conspiratorias — continúa — Creías que era capaz de revivir literalmente a un muerto y hacerlo desplazar así de lejos como dónde encontraron al anterior. Lo pudiste escuchar, fueron ellos, sabotearon los cámaras, dañaron el cuerpo y pretendieron ser inocentes.

—Se te olvidó que querían echarte la culpa y hacerte parecer el bandido — agrego — ¿No es la primera vez que te pasa algo por el estilo, no? Estás muy tranquilo.

—Dos polos opuestos se sienten atraídos por la medicina: empáticos, como tú, y sociópatas como ellos. Pero mientras más avances comprenderás que los egos de la escuela de medicina son de primaria en comparación con el 85% de los egos de los residentes y niveles superiores. El sistema está roto y lo fomenta — explica — ¿Preparada?

Por mi cuerpo entran escalofríos, son tan desagradables que tengo que sobar mis brazos.

—No puede ser tan terrible… ¿Qué más puedo conseguirse por allí?

—Tienes razón… a excepción de — lo piensa, usará sus dedos para enumerar — traición, mentiras viciosas, atribuirse el mérito del trabajo de otros, hacer trampa, menosprecio a tus juniors, acoso, agresión sexual, racismo, misoginia, la lista continúa. ¿Quieres que continúe?

—No gracias, no continúes. Igual, he tratado de no involucrarme mucho con ellos. Me mantendré alejada de ese tipo de personas — aseguro.

—Recuerda tus palabras cuando alguno de ellos pida tu apoyo. No eres del tipo que niega su ayuda, te apuñalarán por la espalda si sigues siendo así — aconseja.

—Vaya que tienes muchos consejos que darme. Yo también tengo uno que darte, no me digas más mentiras — le recuerdo.

Él patea algunas rocas en la arena, casi haciendo un puchero porque sabe que debe honestidad.

—Era improductivo mi pequeño truco de magia. ¿Para qué decírtelo?

—¿Ahora sí crees en magia? Como cambia tu perspectiva una vez descubren tus secretos — agrego, y suspiro — Mañana será un desastre cuando vayamos a clases. Biazin está a esto de suspendernos a todos.

—Que lo haga. Así caerán los instigadores de todo esto, aunque no sean descubiertos.

—Caeremos todos como unos estúpidos, ya lo predigo — me lamento — Matthan, no es por acusarte en vano, pero… si eres capaz de darle movimiento a esos cuerpos por lo que sea que tengas en ti… ¿no has pensado qué pasaría si las cosas de nuestros sueños te tocan o atrapan?




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