Mientras el mundo duerme

Capítulo 22: Críptico

Abro los ojos envuelta en un aroma herbal y dulce, ese donde el verde y morado ocupan mi visión. Es en el campo de lavanda de mis sueños, me pongo de pie y camino buscando a Matthan, tardo un rato en eso. Lo consigo sentado en el piso, viendo al horizonte en el final del campo, justo donde hay un bosque en oscuridad a la distancia.

—¿Sabías que podías escribirme un texto o llamarme en lugar del mensaje críptico? — le saludo.

Él no se voltea a mirarme, simplemente está allí perdido viendo a la oscuridad.

—No son mi tipo de comunicación favorita — responde.

—Por supuesto que no lo es — pongo mis manos en mi cintura.

Si yo era rara, Matthan me ganaba por mucho en ese departamento. Ni sé qué tanto mira, tampoco me gusta el sitio que está mirando fijamente. Hay algo incómodo en ello.

—¿Qué tanto miras? ¿No te da miedo la oscuridad de ese sitio?

—Me gusta la oscuridad. Más que la luz. Aun así, no puedo evitar tenerte cerca.

—¿A dónde quieres llegar Matthan Blanco? No te estoy comprendiendo ni una pizca… — respondo totalmente desconcertada.

No es como que él me responda, porque se levanta y avanza en posición opuesta. Le sigo, mirando de reojo al bosque oscuro, una sensación desagradable me cubre la espalda.

—¿Algún cambio interesante en estas noches?

—No. El campo sigue siendo seguro, sin tu presencia en él por lo menos.

Detengo de seguirle. Tengo que hacerlo.

—¿Disculpa? ¿Ahora es mi culpa que esas cosas nos sigan? Para tu información he pasado noches tranquilas gracias a las oraciones, el agua bendita y la compañía de mi mamá — explico.

Era la verdad, no había vuelto a este sitio desde el incidente. Mamá Karina no me había dejado dormir sola, tampoco se había burlado de mí al comentarle que me daba por orar antes de dormir ahora. Me acompañaba. Hoy era la primera noche sin ella, porque le dije que ya era hora de que volviese con papá.

—Tu madre suena como una verdadera, no era para que me la presumieses… — se burla deteniéndose.

Siento el peso de sus palabras. Lo inconsiderada que tal vez soy, él tiene una relación diferente con su madre.

—Dijiste que la habías encontrado. ¿Pudiste hablar con Agatha? — menciono con cuidado.

—¿Qué te hace pensar que pude hablar con ella? — se voltea para verme con cinismo — Tendremos que viajar a donde ella está. O si quieres hablar con ella, es lo que hay que hacer.

—¿En serio ninguno de su familia sabe comunicarse por un teléfono, una computadora? — me burlo y cruzo de brazos. Matthan se encoje de hombros — Ok. ¿Está fuera de la ciudad, del estado?

—Del país. Francia.

Mi reacción es inmediata.

—¿Francia? Ah, buena suerte con tu viaje. Cuando llegues hasta allá hacemos una videollamada. ¿Fin de nuestra reunión? — aseguro queriendo ir a otro sitio viendo el suelo.

No llego muy lejos, Matthan se interpone en mi camino al azar al frente. Es de lo más extraño, como si se hubiese teletransportado. Me asusto como es evidente y doy un salto hacia atrás. Debía ser otro de los trucos que ha aprendido de este sitio, no como yo que parecía no saber nada a este nivel, todavía.

—No me hiciste localizar a Agatha para negarte a acompañarme en esto. No tienes otra opción — afirma.

—No es que me esté negando… — busco una excusa — Es que irnos a otro continente, es demasiado, muy lejos. Y mis papás están ocupados, no me pueden acompañar, ni-

Matthan da un paso a mí. Me mira penetrantemente. Tengo que retroceder ese mismo paso por mi cordura.

—Eres una mujer ya. Actúa como una. ¿No querías respuestas? Obtenlas por ti misma — da otro paso a mí, y yo otro atrás.

—Nuestras clases, no podemos saltarnos nuestras clases, así como así — vuelvo a excusar.

—Por favor Irene. Lee el cuarto. Te temen, temen al poder de tu familia, esa que está borrando del mapa los prospectos de futuro de Thiago — informa, da otro paso hacia mí.

Esta vez yo no retrocedo. Mi ceño se frunce, le miro con firmeza. No me dejo intimidar.

—Si no me hubiese buscado, no me hubiese encontrado. Se lo dejé en claro más de una vez.

—No soy yo quién te está juzgando, son tus compañeros — se burla.

—Y tú haces un buen trabajo recordándomelo eh — insisto sin echarme para atrás esta vez.

Juro que siento que él se está acercando más a mí. Y que yo no estoy retrocediendo. Como si algo nos atrajese al otro. Como si hubiese algo que nos envolviese al otro.

—Desconozco cuánto tiempo tardemos en dar con Agatha. No te doy garantías de que sea un viaje corto — dice — Puede que estemos buscándola hasta el maldito eclipse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.