Este último año, he estado a punto de perder la vida varias veces, y esas veces, me debato en cuál ha sido la más terrorífica. Lo innegable es que Matthan me ha vuelto a salvar, y tengo la certeza de que esta no la dejará pasar con tanta tranquilidad como la vez anterior.
La muestra de ello está en esta escena. Al despertarnos totalmente empapados de agua, los dos, en esta cama de hotel, los regaños a mi persona no pararon de llegar, y todavía no dejan de parar.
Con él caminando de un lado al otro, y yo aquí envuelta en todos los cobertores disponibles de esta habitación. También con una taza caliente de café en este sofá. Estoy acurrucada con mis rodillas encogidas en este mueble.
—¿Cuál era la necesidad? Dime Irene. ¿Cuál era? — protesta.
—La variante peligrosa, fue sorpresiva. ¿Qué iba a saber yo que las leyes de la física iban a ser descartadas en ese lago?
—Claro porque los lagos son conocidos por dar pistas a simple vista sobre su profundidad — exclama Matthan — También estamos hablando de un lago convencional.
—No podía dejar a esa niña sufriendo allí. E igual ¿lo viste no? A la mujer de la túnica. ¿Qué será? ¿Una especie de ángel? ¿De ángel de la muerte? O alguien que ayuda a atravesar al más allá a los niños. Tantas posibilidades.
Matthan se detiene a verme, con una cara de pocos amigos.
—¿Estamos aquí para dárnosla de salvadores del mundo o para salvarnos a nosotros mismos? ¿Qué pasaba si no te podía alcanzar? ¿Te gustaría que nuestros padres nos encontrasen muertos en un hotel random de España? ¿Ahogados en una cama? ¿Qué tipo de explicación tendría eso?
Imaginar tan horrible desenlace no nos ayudará para nada.
—Oye cálmate. Te dije que no me volvería a meter en el lago. No pude negarme a ayudarla, era una niña solitaria que quería reencontrarse con su mamá…— el pensarlo me entristece — Pero el resto, créeme que no me ofreceré a llevarle hasta allá. Además, ella dijo que yo brillaba… que algo en mi brillaba. Y si… de verdad, tengo algún tipo de don. Luz de purificación no dijo la seño-
—Ve a purificar a tu amigo sin ojos o la impostora que ha tratado de matarte varias veces. A mí déjame afuera de tus delirios de salvadora. Ya tengo suficiente de ellos — exclama Matthan saliendo de la habitación de mal humor.
Viendo cómo tira la puerta y me quedo a solas, se me ocurre algo un tanto tonto. Toco mis labios con suavidad. Caigo en cuenta que me dio respiración boca a boca en nuestro sueño.
—¿Eso cuenta como mi primer beso?
Lo medito de nuevo, más toco mis labios. Por un lado, fue ultra romántico que fuese salvándome la vida, pero por el otro lado…
—Espera, no estaba consiente durante mi primer beso — me quejo totalmente derrotada.
…..
Tomamos el vuelo reprogramado según lo previsto, y finalmente podemos llegar a la ciudad más antigua de Francia, Marsella. Lamentablemente en esta preciosa y soleada ciudad no es que está Agatha, está a dónde vamos en este auto que alquilamos porque no hay aeropuerto en esa ciudad como tal.
Nuestro destino final es el pueblo de Rousillon. Ese al que estamos yendo con Matthan al volante, y adivina adivinador, todavía no me ha dedicado ninguna palabra más allá de la necesaria.
Podría estar lastimada si no fuese por el hecho de que comprobé algo inaudito, parece que mi bienestar le preocupa a Matthan. Esta vez que me salvó su vida también corrió riesgo. Antes de conocer a Agatha, necesito atravesar la coraza de Matthan.
Aclaro mi garganta.
—¿Podemos tocar el punto sensible que roce anoche? ¿Antes de enfrentarnos a tu madre? ¿No es esa una buena idea? — ofrezco — ¿Delirios de salvadora?
Él me da una mirada a regañadientes. Después se concentra en la carretera.
En lugar de responderme, me llaman, es mi madre. Contesto al celular.
—Mi vida. ¿Cómo les va? ¿Pudieron llegar a Francia? ¿Algún inconveniente aparte del vuelo reprogramado? — pregunta mi madre.
Como es obvio le he ido avisando a mi mamá de los eventos importantes de nuestro viaje, a excepción de nuestra casi muerte. Recordar la presión en mi tobillo anoche, eso que tocaba mis pies, que se asemejaban más a dedos que algas… un escalofrío me recorre por todo el cuerpo.
—Sí mami, ya estamos vía a Rousillon, Ningún inconveniente, ni-
—Hija, usemos una palabra clave por si te está haciendo pasar un mal rato ese chico. “Hace calor”, dilo o escríbelo, e iremos inmediatamente por ti — interviene papá.
Me contengo de rodar los ojos, también de escuchar cómo Karina le pelea a su esposo. Evito bajo todas las excusas pasarle a Matthan el celular según las indicaciones de papá. Busco excusas para trancar, y es lo que logro.
—Bien. Volvamos al tema de-
—Agatha también tiene “un don”. ¿Por qué no usa ese don en su familia? ¿Por qué le tiene que importar desconocidos? ¿Tiene sentido eso? — explota de repente Matthan.
—Vaya… directo.
—¿No era lo que querías? He allí mi resentimiento. He allí mi razonamiento. Usa tu don en quien tenga una relación cercana a ti ¿no?
—La empatía es un arma de doble filo si la interpretas de esa forma — reflexiono — Pero lo importante es abrazar esa inconformidad, y dejarlo salir con tu madre. Cara a cara. Exponer tus necesidades.
—¿Ir con tantos terapeutas te han hecho creer una? — se burla.
—Busco la forma de ayudarte. No es para que te rías de mí — me quejo.
Él suspira y niega. Se va calmando.
—¿Por qué no despertaste a mi lado? Tu teoría fallo en eso. Dormir juntos en una misma cama no es garantía de despertarnos en el mismo sitio — habla sin complicaciones — No lo vuelvas a pedir.
Mis mejillas se sienten acaloradas con lo que dice.
—Hablas como si dormir a mi lado fuese mucho sacrificio. Sé que también duermes en paz cuando me tienes entre tus brazos.
Quien habló no tuve que ser yo. Eso fue muy atrevido de mi parte. Miro a Matthan que se queda en silencio. Lo está meditando, y luchando contra algo que no quiere admitir.
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Editado: 24.11.2025