Roussillon es un pueblo en lo alto de un acantilado, pero es lo que es, un pueblo de unos pocos miles de habitantes. Parece habitado por las mismas familias por generaciones en casas sencillas y uniformes unas con otras.
Nuestra presencia llamó la atención de quienes se toparon con nosotros, eso unido a que Matthan supiese francés fluido nos condujo a la casa donde estaba la extranjera de ojos verdes. Mientras subimos a esa casa, que era una de las más altas, mis nervios incrementaban, porque si su madre era la misma mujer de mis sueños, estaba más jodida de lo que ya estaba.
Al ir caminando en dirección a la casa, me nace por conocer más de esto.
—¿Agatha tiene familia aquí? ¿Cómo llegó a este pueblo? Está algo alejado ¿no?
—Antes de adoptarme vivió algunos años en Francia de pueblo en pueblo — responde Matthan — No tiene familia aquí, que yo sepa.
—Si no la tiene, qué… qué hace aquí…— seguimos caminando.
—Hazle esa pregunta a ella cuando la veas…
Matthan se queda paralizando al llegar a la puerta de la casa que nos indicaron. Es muy extraño, incluso tengo que pasar mi mano frente a sus ojos para que reaccione. Con esto es que logra hacerlo.
—¿Estás bien? Parecías desorientado.
—Creo reconocer esta puerta, pero nunca venido a este pueblo. Supe de su existencia porque Agatha lo mencionó en una conversación con Ian — él toca a la puerta.
—¿Tu padre terminó revelándote dónde estaba? Nunca supe cómo descubriste su paradero. Quizás nos esté esperando — sonrío.
Matthan me mira como si no tuviese solución.
—Qué ingenua eres. No me lo dijo, tomé su celular a escondidas.
—Claro, una conversación padre e hijo honesta, eso no sirve — agrego con ironía.
Por más que Matthan toque, no abren la puerta. Quiero proponer el esperar porque puede que esté en otro sitio. Mi acompañante no me deja hacerlo, le da una patada a la cerradura.
—¡TE VOLVISTE LOCO! ¿QUÉ HA-
Vuelve a dar otra patada, una que logra su propósito. Consigue romper la cerradura y abrir la puerta. Miro a los lados aterrada de que nos cachen en estas, cometiendo literal un delito. Los extranjeros ladrones, era algo perfecto para mi historial.
Mi acompañante entra como si no hubiese nada que perder, como si esta fuese su casa. Por suerte no hay nadie cerca que detecte nuestra fechoría.
—¡Ni tenemos la certeza de que esta es la casa donde está Agatha! ¿Qué si hay más de una extranjera en este pueblo actualmente! ¡Las probabilidades son altas! — exclamo controlando mi voz.
No me queda más que entrar en la casa e intentar, cerrar la puerta, que ni cierra bien por la patada que dio el señorito Blanco. La casa es lo que esperarías por fuera, tiene un encanto rustico, y rastros de olor a comida. Se siente habitada, aunque hay un silencio absoluto en el lugar.
Matthan está buscando en una de las habitaciones cercanas que está vacía, después él se acerca a la puerta que da con el patio. Al abrirla, sale a este y vuelve a quedar hipnotizado por segunda vez. Es un jardín pequeño pero encantador en donde se puede respirar aire fresco, su cabello se mueve con el viento al igual que deben hacerlo sus pensamientos.
—Necesita estar a solas ¿no? — reflexiono dejándolo tranquilo.
También me doy cuenta de que faltan dos puertas por abrir. Una de ellas, es un baño. Reviso que no haya nadie escondido en la parte de la ducha. Salgo de este sin resultados, y Matthan sigue parado en el patio. Lo dejo por un rato más y decido echar un vistazo rápido a la segunda puerta.
Cuando abro esta puerta sin mucha esperanza, la sorpresa me gobierna al encontrar en la cama de esta habitación a una mujer durmiendo. Tiene una apariencia apacible a la primera vista, sin embargo, mientras más me acerco a la cama, algo no parece bien.
En el piso hay rastros de arena, y un olor extraño me invade la nariz. Al estar más cerca de la mujer y tocarla en el hombro para que despierte, descubro el origen del aroma. Remuevo la sabana que la estaba cubriendo, y lo descubro, tiene la bata de dormir cubierta de sangre.
—¡MATTHAN! ¡MATTHAN! — grito y la muevo por el hombro para que despierte.
La mujer no despierta por más que la mueva y pida que despierte. Matthan llega apresurado a dónde estoy, y mis peores temores se vuelven realidad.
Esa es la mujer de mis sueños, es Agatha. También apenas está respirando, casi no se puede percibir.
Lo que sí es la evidente desesperación de su hijo al encontrar a su madre en esta condición.
…..
Este viaje nunca tuvo la intención de encontrar a Agatha en esta condición, menos tuvo la intención de salvarle la vida, porque se la salvamos al encontrarla al tiempo adecuado. Había sufrido un derrame cerebral en alguna hora de la madrugada, y había entrado en coma.
Al escuchar la hora en la que tuvo el accidente cardiovascular, mi piel se erizo a más no poder. Lo que le pasó tenía relación con ese sueño, para mí los puntos se conectaban de esa forma. Para el equipo médico que la atendió no, hablaron de su edad, de posibles antecedentes familiares, de miles de variantes.
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Editado: 24.11.2025