12/11
Muchas veces había sentido que lo perdía todo, cada vez que me echaban de casa, las incontables veces que había intentado quitarme la vida, las veces que veía las luces de la ambulancia de forma borrosa. Sentí varias veces que mi corazón estaba vacío pero, jamás había experimentado lo que era sentir tanto el corazón que creía que saldría de mi pecho en cualquier momento, podría explotar. No lo entendía. ¿Cómo una persona tan joven debería sufrir tanto? Miraba a mis hermanos, sin ser capaz de hablarles, prometí cuidarlos y ahora estaban en una cama de hospital por mi culpa. Prometí estar con mi abuela si le pasaba algo y tampoco pude cumplirlo.
Hacían dos horas que mi abuela estaba en la sala de cirugía. Thomas había llevado a mis hermanos a su casa ni bien les habían dado el alta. Mi cuerpo temblaba sin parar y no dejaba de imaginarme el peor de los escenarios. Había apagado mi celular, mis padres no dejaban de llamar y no me atrevía a hablar con ellos, dirían que todo fue mi culpa y... tenían razón pero, no estaba lista para escucharlo de alguien más.
"Flashback
Entré lentamente a la habitación del hospital número ocho, en la cual estaba mi Abuelo, inmediatamente llevé mi vista a cada cable conectado a su cuerpo. Caminé lentamente, como sin querer llegar porque allí solo estaba por una razón. Despedirme. Por siempre.
—La mia fiorellina... —murmuró Leonardo, mi abuelo, una vez estuve a su lado.
—Abuelo...
No era capaz de mirarlo a los ojos, podía sentir como los míos picaban y mi labio inferior temblaba sin parar.
—¿Recuerdas cuando hicimos nuestra huerta? No creo que la abuela pueda cuidarla sola, ¿Cuento contigo para eso? —vocaliza como pudo. Su voz no era su voz. Su acento italiano tampoco lo era.
—Sí...
—Mi bella florecilla, no sabes lo doloroso que es saber que te veré por última vez y lo horrible que me siento cuando no me mirás. —Allí estaba nuevamente esa tonada única de él—. Llegaste a nuestras vidas a iluminar y nos enseñaste un nuevo amor, uno único e incondicional. Me llevo el recuerdo de tu primer abrazo; la primera palabra; el primer "abuelo" que pronunciaste; la primera flor que germinamos juntos; tus primeros actos en el jardín; tu primer día de primaria y por sobre todo, la hermosa persona en la que te estás convirtiendo. Espero que mi querida Beatrice llegué por mí a verte triunfar...
Para ese momento ya no ocultaba mis lágrimas ni mi llanto ruidoso.
—¿Por qué debes morir, Abuelo?
—Las personas venimos a la tierra con un propósito, el mío fue encontrarme con tu abuela, mi hilo rojo, y juntos poder verte crecer. He vivido y completado mi misión, me voy feliz y calmo... sobre todo porque tú cuidarás a tu abuela por mí, ¿Verdad? Te dejo esa misión, la mía fiorellina.
—No quiero que nos dejes...
Silencio.
—Te amo, mi primera nieta... la mia fiorellina...
Sus ojos verde menta se cerraron poco a poco. Su cuerpo se quedó sin vida frente a mí, mientras sostenía mi mano cada vez más débilmente, mientras nos mirábamos fijamente, mientras sentía que la mitad de mi corazón se estaba yendo con él; mientras mi madre me gritaba que era mi culpa. Si yo no me hubiese entretenido en la calle a él jamás lo hubiese atropellado ese auto".
—¡Vos, maldita hija de puta! ¡Estás acabando con todo lo que tengo! Infeliz de mierda.
No tuve tiempo a reaccionar, cuando me dí cuenta ya estaba de pie frente a mis padres.
—Yo...
—¡Te odio, Ariadna! Si algo le pasa a mi madre acabaré con tu miserable vida, ¡Desgraciada! —gritó en mi cara, seguido de una cachetada. Las personas que estaban en el pasillo nos miraban.
—Mamá... yo no hice nada.
—¡Ese es el maldito problema! ¿Y mis pequeñitos qué? Y después te la das de buena hermana y no sé que mierdas.
—Cariño, no discutas ahora, nos sacarán de aquí —dijo mi padre, abrazándola—. Debemos estar tranquilos por Beatrice.
—No quiero verla a ella acá, ya mató a mi papá. —Sollozo falsamente Perla.
Mi pecho se comprimió al escucharla. Mi padre le susurró algo y se alejaron hasta unas sillas. Yo no fuí capaz de hacer algo, mi cuerpo estaba helado y... solo.
Media hora más estuvimos -alejados- esperando a que alguien saliera de la sala, finalmente salió una enfermera, fui la primera en acercarme y preguntar por mi abuela.
—Ella está fuera de peligro, la llevaremos a la habitación siete y podrán entrar a verla una vez despierte.
—Muchas gracias —dije y me alejé del lugar, necesitaba tomar aire y si era posible gritar de felicidad.
Una vez fuera me apoyé en una baranda y saqué un cigarrillo, lo encendí sin dudar y lo lleve a mis labios, inmediatamente mi mente eliminó cada pensamiento pasante, cerré mis ojos con fuerza y por un momento quise desaparecer del mundo. No estaba lista para seguir sobreviviendo.
—¿Puedo?
Susurró alguien a mi lado, obligándome a abrir los ojos para encontrarme con Matilda a mi lado.
Editado: 22.11.2024