Vega se moría de sueño. Tenía que encontrar un momento para dormir porque su agenda iba a matarla antes de que pudiera lograr todo lo que quería. Acababa de terminar la última clase del día, la ventaja de estar en penúltimo año era que tenía menos clases que antes y de hecho como eran más especializadas, las disfrutaba más. Pero estaba cansada.
Pensó que era un buen momento para buscar de comer. Pero tenía tanto sueño que decidió omitirlo hasta después de dormir. Iría a su casa, tomaría una siesta de dos horas y volvería a trabajar. Esa era la única ventaja de ser su propia jefa.
Se le ocurrió que quizás no era buena idea manejar con el sueño que traía así que sacó su celular y buscó el número de Matías para ver si este podía darle un aventón. Entonces, miró las notificaciones. Había activado las de una cuenta de fans de Star Sketcher antes de descubrir que era Altair. Lo hizo porque planeaba curiosear un poco más sobre él una vez que tuviera tiempo. Ahora mismo, lo único que le provocaba era fastidio. De todos modos, la curiosidad se ganó lo mejor de ella. Las notificaciones no paraban de llegar, no las había notado antes porque siempre tenía su teléfono en silencio pero ahora viendo a la pantalla era imposible ignorarlas.
Abrió la primera que apareció y se dio cuenta de que había un revuelo increíble porque al parecer Altair había bajado de la noche a la mañana la historia que había dejado a medias hace tanto tiempo. Sus seguidores estaban desesperados, había de todo, los que tenían el corazón roto y los que estaban muy enojados.
"¿Cómo es posible?", decía un usuario, "hace cuatro años que no actualiza nada de la historia y ahora decide quitárnosla por completo. Cada vez estoy más decepcionado de él."
Vega estaba a punto de indagar más cuando vio a Altair con Izan y Adara salir del recinto, este se despidió de sus amigos y siguió caminando rumbo al estacionamiento. Lucía tan tranquilo, como si no se diera cuenta del caos que eran ahora mismo sus menciones. Se preguntó si eso significaba que no le molestaba en absoluto lo que sus seguidores pensaban.
Lo siguió y alcanzó justo antes de que llegara hasta su auto.
—¡Altair! —lo llamó y este se volteó con expresión confusa.
—Estrella. ¿Me extrañas tan pronto? Pensé que como de costumbre, dejarías de hablarme por dos semanas porque hoy tuvimos una conversación larga.
—¿Por qué eliminaste la historia? —soltó ella sin rodeos y sin hacer caso a sus provocaciones. Altair se detuvo en seco y la miró con los ojos muy abiertos.
—¿La viste? —preguntó y a ella no le pasó desapercibido el tono de pánico en su voz.
—No, no tuve la oportunidad. Pero la gente se está volviendo loca en Internet —otra vez, los hombros de Altair cayeron como si un gran peso se hubiese levantado de ellos. Luego cerró los ojos con fuerza. Vega deseaba poder leerle la mente.
—¿Es muy malo? —preguntó finalmente.
—¿No lo has visto?
—No he tenido mucho ánimo de revisar mis redes —la forma en la que lo dijo denotaba lo cansado que estaba—. Supuse que mucha gente se molestaría pero no pensé...
—¿Fue por mí? —lo cortó Vega. No sabía por qué pero tenía la sensación de que ella era la culpable de aquella decisión tan repentina y no le gustaba nada.
—¡¿Qué?! —la voz se le alzó una octava y luego se aclaró la garganta—. ¿Por qué lo preguntas?
¿Por qué de pronto parecía tan nervioso? ¿Acaso no se daba cuenta que entre más esquivaba la mirada de Vega y titubeaba al hablar, más despertaba su curiosidad? En los cuatro años que llevaba de conocer a Altair, jamás lo había visto verdaderamente nervioso. La molestaba en los pasillos y siempre tenía una respuesta para las cosas que ella decía. Era popular y tenía una seguridad que Vega envidiaba. Verlo tan fuera de su elemento era nuevo. Además, no podía dejar de pensar en cómo había descubierto una parte de él que estaba escondida, y que él claramente no deseaba compartir tan abiertamente, y que la partiera un rayo si lo decía en voz alta pero, tenía que admitir que era muy talentoso. Todavía no podía sacarse de la cabeza sus ilustraciones y se moría de ganas de ver el web comic.
—No lo sé —admitió por fin—. Me da la sensación de que es por mi culpa que la quitaste. Y con todo el asunto de "Es un secreto Vega" —hizo las comillas con la mano—, pensé que había sido yo la que...
—Lo fuiste —confesó, cortando el resto de la oración de Vega. A ella no le terminaba de cuadrar este chico tan sincero. Era como si él se presentara sin máscaras frente a ella y no sabía cómo manejarlo. Él suspiró—. Escucha, no quiero que suene grosero. No hiciste nada malo, pero sí, lo quité por tu culpa.