Mientras llega el bus

OneShot

Aquella noche de un jueves más de otoño, hacía frío y la mayoría de las personas ya estaban en sus respectivos hogares. La ciudad estaba casi vacía y la lluvia no ayudaba al ambiente.

En una de las tantas paradas de autobuses llegó una joven mujer que salía de un café dónde había estado un par de horas, después de salir de su trabajo, para pasar tiempo con sus amigas. Si no fuese porque mañana tenía que trabajar, se quedaría un rato más con ellas. Hacía tiempo que no las veía.

Entre las personas que estaban en la parada logró conseguir un asiento y allí miró la hora en su celular, su bus había pasado antes de lo previsto y el próximo no llegaría sino hasta casi una hora después.

Resignada, sólo le quedaba esperar. Se puso los audífonos y así se desconectó del mundo.

Un colectivo llegó y en este, subió toda la gente que estaba alrededor. Ella no se percató de nada sino hasta que el autobús arrancó y vio que estaba sola.

Sin poder evitarlo soltó un gran bostezo, estaba agotada y con mucha razón. Entre el trabajo y la universidad tenía que dividirse en dos, también buscar un poco de tiempo para ella.

No sabía si era el sueño o la lluvia que le jugaban en contra.

Había estado tan ajetreada que no tenía una cita en meses. De igual forma, hacía bastante que no salía a bailar.

"Ya tendrás tiempo, eres joven. No hay razón para apurar las cosas".

Se dijo a sí misma en sus adentros. Estos días había rendido varios parciales y sabía que había aprobado tres hasta el momento, sólo faltaba que los profesores presentaran la nota de los dos restantes de la semana.

Le quedaba un año para terminar enfermería pero ya había conseguido trabajo en uno de los hospitales de la ciudad. La lluvia seguía cayendo y con ella comenzó a venir un leve viento que enfrió todo a su alrededor. La chica rápidamente agarró su saco y se lo colocó.

Volvió a mirar la hora, faltaban algo más de cuarenta minutos para que llegara su autobús.

—¡Maldición! —protestó entre dientes.

En su mente se formuló la idea de volver a la cafetería con sus amigas y decidida tomó sus cosas entre que se levantó del asiento. En un breve movimiento giró su rostro hacia su derecha y, sin poder evitarlo, fijó su mirada en algo que llamó su atención.

A unos metros y acercándose cada vez más, estaba un chico de su edad. Bastante alto, de cabello oscuro y vestido con un chándal.

En lo poco que pudo ver, notó que era guapo y ella no había quedado indiferente.

La chica no se dio cuenta de que no le había quitado el ojo de encima sino hasta que él le siguió la mirada. Casi de inmediato ella volteó el rostro y volvió a sentarse de nuevo en aquel asiento.

Sentía como sus mejillas ardían e intentando disimular la vergüenza respiraba despacio y pausadamente. El chico pasó frente de ella y pensó que seguiría de largo.

No fue así.

Él se sentó a su lado dejando un espacio entre ellos. La joven no se atrevía a mirarle y sólo se limitó a jugar con su celular.

Y así un incómodo silencio ambientó la zona por varios minutos.

En los minutos que pasaron se le quedaba viendo de reojo. El chico se dio cuenta pero hacía como si no la hubiera notado y, al ver que ella no diría nada, rompió el silencio.

—Es increíble.

Soltó de imprevisto con una media sonrisa, la chica se estremeció un poco.

No pensó que le hablaría y, para comprobar que se dirigía a ella, apartó su vista del teléfono para enfocarse en él.

—¿Si...?

Le salió con naturalidad.

—Esta tarde, cuando salí de casa, estaba tan soleado —pausó—. Todo el día fue grandioso, y ahora...

Suspiró sin terminar lo que iba a decir y se le quedó mirando, estaba esperando una respuesta.

Abrió la boca para responder pero no lograba enunciar palabra alguna. Su cerebro le recitaba oraciones pero no le salían.

Tartamudeó varias veces buscando las palabras que se le habían escapado.

Hasta que logró hallarlas.

—Son las contradicciones de vivir aquí —esbozó una pequeña sonrisa, estaba nerviosa—, pero lo bueno es que, muy probablemente, el día vuelva a mejorar mañana.

Él asintió y la mujer siguió.

—Además, lo bueno es que con la lluvia llegan nuevos planes... interesantes.

Casi de inmediato abrió los ojos como platos y se giró apartando su vista del chico. Lo último que dijo sonaba con doble sentido.

Él soltó una pequeña risa, no en modo de burla; sino más bien por la cara que había puesto. Le parecía linda a la hora de gesticular.

Estaba interesado en continuar oyendo la voz de la chica.

—¿Planes como qué? —preguntó curioso por saber la respuesta.

El tipo contaría los peores chistes con tal de sacar aquella conversación a flote.

—Leer un libro o varios; hacer maratones, tanto de películas como de series...




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