Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 6 - SENTIR 2

Siento como se me estremece al sentir mi respiración y mi beso en su cuello, pero al mismo tiempo siento como se relaja, cómo se abandona al abrazo y a lo que siente, a lo que sentimos cuando nos estamos abrazando. Al separarnos un poco, ya que aún seguimos un poco abrazados nos miramos a los ojos.

 

Se suele decir que los ojos, que la mirada, son el reflejo del alma. Y esta vez tengo que decir que es verdad. Nunca había creído en ello, pero fue mirarla a los ojos y descubrir mil cosas sobra ella. Dolor, tristeza, anhelo, amor, cariñó, gratitud… todos estos sentimientos y muchos más estaban reflejados en sus ojos, en su mirada, haciéndome participe de ello. Y a su vez yo a ella de los míos. Porque este instante es únicamente de los dos, es por y para los dos. Y ambos hemos decido dejarnos ver tal y como somos, sin doble cara, siendo transparentes.

 

Después de un par de minutos así, decidimos separarnos y seguir con la velada. El resto del grupo no se había dado cuenta. O eso creí hasta que vi las miradas picaronas que tenían Isco, Lucas y Dani, cuando nos miraban.

 

Paso toda la noche mirándola, viendo sus gestos, su manera de reírse y de sonreír, y todo en ella me cautiva cada vez más. De repente veo como María se acerca a Natt, quien está dormida encima de una hamaca y es el momento en el que decide que es hora de que se vayan.

 

Se despide de todos y yo no puedo dejar de mirarla y antes de que salga por la puerta, me mira, nuestras miradas se cruzan. A partir de ahí no podré dejar de hacerlo más.

 

         -       Deja de mirarla embobado – me suelta Isco y el resto se ríen.

         -       Dejarme en paz – les suelto mientras no puedo reprimir una sonrisa.

 

Porque es verdad, me tiene embobado.

 

 

Había pasado una semana ya desde que María y Natt habían llegado a Madrid. Ambas habían asistido a todos y a cada uno de los entrenamientos del equipo. Y no puedo sentirme más contesto y alegre cada vez que toca entrenamiento. Y el motivo de mi felicidad tiene nombre y apellido, María Ceballos. Desde aquel día hemos hablado todos y cada uno de los días, en los entrenamientos nos gastamos bromas, la enseño a jugar al fútbol e incluso hemos quedado alguna tarde para ir a dar una vuelta y a tomar algo.

 

Con el resto de chicos veo que se lleva muy bien. Marcelo, Sergio y Bale se han convertido como unos hermanos mayores para ella, ya que siempre están pendientes y preocupados por su bienestar y por ende me tienen demasiado vigilado. Lucas, Llorente y Theo como los amigos locos que cualquier persona tiene pero que siempre te sacan risas con cualquier tontería que hagan. Isco… creo que ha dejado de ser mi gran confidente y amigo para serlo de ella, ya que se cuentan todo, todo. Y luego estoy yo, que no sé muy bien lo que somos. No lo sé, simplemente por el hecho de que ella se vaya a marchar dentro de poco. Ya que según lo que me ha contado Isco, ella no quiere enamorarse de alguien a quien va a tener muy lejos. Porque dice que se conoce y que sabe que a la larga va a sufrir, que los dos vamos a sufrir. Aunque para ser sincero no sé si esto que yo estoy empezando a sentir, María también lo siente, ya que son conjeturas que ha sacado Isco de las conversaciones que tiene con ella, porque nunca lo ha dicho, nunca, siempre le evita el tema. Así que no sé si creerle mucho.

 

No sé qué va a pasar, que va a ocurrir, pero cada vez que estamos juntos es como si estuviéramos solos, como si la gente que está a nuestro alrededor dejará de existir y solo existiéramos nosotros dos. Y cuando me toca, me acaricia, me abraza o incluso es al revés y soy yo quien lo hace, quien la abraza, toca, acaricia y quien la coloca el pelo tras la oreja, mi respiración se entrecorta y mi boca luce una sonrisa tonta. Una sonrisa que sé muy bien lo que significa, una sonrisa de perdidamente enamorado. Pero lo que me hace creer de verdad que María sienta lo mismo que yo son las veces que la cojo de la mano y no me la suelta, cuando le doy besos de despedida en la comisura de su boca y se queda quieta o simplemente cuando me acerco más de la cuenta y noto que se acelera su pulso.

 

Así que no sé qué es lo que va a pasar, pero lo que tengo claro es que ella está llegando hasta el fondo de mi corazón, ha roto todos mis esquemas. Y me importa, más de lo que habría imaginado.

 

 

Hoy es un día como otro cualquiera  de la semana, un día que transcurre con total normalidad. Por la mañana ayudé a mi padre con las labores del hogar y por la tarde me fui a Valdebebas ya que teníamos que estar concentrados para el último partido de la Liga, ya que este s disputaría al día siguiente contra el Málaga. Si ganamos seríamos campeones de Liga. Mi primera Liga.

 

Me encuentro con Isco en la habitación del hotel cuando en broma decide llamar a María para ver cuál es su reacción. También lo pone en altavoz para que pueda escucharla.

 

Así que la llama y esperamos los dos a que lo coja.




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