Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 19 - NUESTROS 2

Conduzco en silencio, intentando concentrarme en la carretera, aunque el tembleque de mi pierna probablemente me este delatando. Estoy nervioso, mucho. Ni si quiera le he dirigido la palabra a María en ningún momento y siento como se asusta poco a poco preguntándose que habrá pasado con Isco.

 

            -       Marco – me llama María.

 

No la contesto, mi mirada sigue fija en la carretera, pero sabe que la estoy escuchando, es inevitable no hacerlo.

 

            -       ¿Qué ha pasado? ¿Está bien Isco? -  me pregunta.

            -       Isco está bien, no me ha explicado mucho pero le notaba raro, nervioso. Ha ido a mi casa y al no responderle me ha llamado – la explico sin contarle nada más – cuando lleguemos nos lo explicará.

          -       Vale – me contesto no muy segura de mis palabras, sabe que la he mentido, me duele hacerlo pero no quiero preocuparla, que sea Isco quien se lo cuente.

 

El camino hasta mi se me hace muy largo por el silencio, pero al fin llegamos. Aparco el coche y vamos juntos hacia la entrada del edificio. Y es entonces cuando le veo. Sentado en las escaleras del portal, con las manos tapando su cara. Cuando oye pasos nos ve, se levanta. Está llorando, lo sé. Me parte el alma verle así, nunca le había visto así, Isco siempre está con una sonrisa en la cara.

 

Cuando nos acercamos Isco y yo nos fundimos en un gran abrazo. No nos decimos nada, simplemente nos abrazamos. Cuando nos separamos, María es quien le abraza. Isco llora en su hombro. María me mira y veo en sus ojos incertidumbre e inquietud.

 

María seguía abrazada a Isco y mientras subimos hasta mi casa y nos sentamos en el sofá. Voy a por algo para beber y un paquete de pañuelos. Vuelvo al salón y se lo tiendo a Isco y se limpia las lágrimas con un pañuelo.

 

             -       ¿Qué ha pasado Isco? – pregunta María.

             -       Sofía quiere la custodia de Isco – la dice a duras penas mientras vuelve a llorar.

             -       ¿Qué? No puede hacer eso – María le mira incrédula y finalmente le abrazo.

 

Para aquellas personas que no lo sepan Sofía es la madre de Isco Jr. No puedo creer que vaya a hacer esto. El pequeño lo es todo para Isco. Es un padre genial. ¡Pero si se le cae la baba con tan solo verle! Es un padrazo.

 

              -       ¿Algo se podrá hacer no? – pregunto mientras me siento al otro lado de Isco.

              -       Me ha dicho que me llamaría sus abogados para notificármelo – dice Isco.

              -       ¿Has intentado hablar con ella? – le vuelvo a preguntar.

          -       Sí, pero no quiere hablar conmigo, no me coge el teléfono, no contesta a mis mensajes e incluso he ido a su casa pero no me abre la puerta – nos explica Isco.

              -       ¿Pero ha pasado algo para que ella  actúe así? – pegunta esta vez María.

             -       Que yo sepa no. Hasta ahora estaba todo bien, no sé que ha podido pasar ahora – dice echándose las manos a la cara.

            -       No te preocupes, saldremos de está – dice María mientras Isco la mira confuso – No te vamos a dejar solo Isco – sigue diciendo y yo simplemente asiente.

            -       Eres como un hermano para mi picha, voy a estar aquí para apoyarte – le digo.

            -       Muchas gracias bro – me dice mientras vislumbro una pequeña sonrisa – y gracias a ti también María.

         -       No las des. Tú estuviste conmigo cuando más lo necesitaba – le dijo y sé que recuerda el momento en el que apareció en el entierro de Álex – Aún aparte de eso, también estaría contigo. Soy tu amiga y para eso están los amigos – sigue diciendo mientras le sonríe.

 

Nos damos un abrazo grupal. Al separarnos María va a la cocina y al volver trae consigo una taza con cola-cao. No hay nada mejor para entrar en calor y quitar las penas, antes de ir a dormir. Isco se lo toma tranquilamente. A veces pienso que es Isco el niño y no su hijo, porque vamos, ha saboreado lo que ya no se puede saborear. Pero que se le va a hacer, a mí también se me ha caído la baba al ver la taza, he de reconocer que también soy un niño.




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