Hoy en era un día muy importante para Isco, hoy se decidiría lo que pasaba con Sofía y todo lo que había sufrido con ese desgraciado, y como buen amigo y compañero que soy, aquí estoy, en los juzgados esperando por la resolución.
Estamos en el coche y ninguno de los que ocupamos los asientos dice nada, no hay ningún tipo de conversación. Todos estamos concentrados en lo que pasará. Nadie se merece lo que ha sufrido ella, lo que sufrió María.
Al llegar nos dirigimos todos hacia la sala 5, donde se va a producir el juicio. Vemos a mucha gente allí, familiares de Sofía y compañeros nuestros del equipo. Pero no me interesa nada ni nadie, por lo que instintivamente agacho la cabeza para mirar al suelo, ahora lo hago siempre.
Me quedo el último del grupo, ya que a ninguno le apetece sacar conversación conmigo, al final siempre les acabo hablando mal, por lo que ya desisten.
De repente el silencio inunda la sala y me quedo extrañado. ¿Por qué todo el mundo se ha callado? ¿Qué estará pasando? Levanto la cabeza e instintivamente mi mirada se posa sobre la de ella. La miro sorprendido, no me esperaba que fuese a venir, que estuviera aquí.
Está… Está muy cambiada, físicamente lo está. Pero lo que más me llama la atención es su mirada, ya no hay ese brillo especial que tenía. Mi corazón se encoje y lo único que me apetece es ir para darle un abrazo y besarla, estrechara entre mis brazos, la he echado de menos.
Todos saludan a María y yo hago un amago para acercarme a ella, al menos para saludarla, pero ella se da la vuelta y se sienta en una silla. Dentro de nada va a empezar el juicio. Desecho por este encuentro me siento en una silla y no paro de mirar en su dirección.
No me concentro en todo lo que está ocurriendo en la sala, mi mente y mi corazón solo piensan en María. En qué hacer para recuperarla.
El juicio dura una hora y media, una hora y media que han dado para hablar mucho. Pero al final la justicia ha ganado. El novio de Sofía irá a la cárcel por maltrato y Sofía podrá tener una vida tranquila, una vida para intentar borrar todas esas huellas que ha dejado sobre su piel.
¿Y la custodia de Isco Jr? Será compartida como hasta ahora. Isco podrá disfrutar de su hijo siempre que quiera. A fin de cuentas Sofía quiere que su hijo tenga un padre.
A la salida del juzgado Isco y Sofía propusieron que fuéramos todos a comer. Pero yo sólo tenía ojos para María, lo demás no me importaba.
- Lo siento chicos, pero estoy muy cansada – dice María.
- ¿Segura que no quieres venir? – pregunta Sofía a María.
- Sí, gracias pero tengo que ir a cuidar de Natt – contesta.
- Está bien – dice Sofía.
- ¿Vendrás al entrenamiento de mañana? – pregunta esta vez Isco.
- No lo sé, no prometo nada – contesta mientras abraza a Isco – Adiós chicos, nos vemos pronto – dice finalmente mientras se despide con la mano.
María se da la vuelta y comienza a caminar supongo que en dirección a su coche. Es ahora o nunca Marco. Casi corro hasta alcanzarla y cojo su mano con la mía para obligarla a que se gire y se enfrente a mí.
María levanta y su mirada se encuentra con la mía, una suplicante.
- Espera María, por favor – digo suplicando y desesperado.
- Marco no – me contesta mientras intenta zafarse de mi agarre pero no puede porque esta vez agarro su cintura.
- Escúchame, por favor, solo necesito que hablemos – suplico.
- No puedo Marco porque si lo hago caeré rendida otra vez – me dice mientras unas lágrimas empiezan a recorrer sus mejillas.
- Necesito que me escuches, que me perdones, por favor – digo desesperado – Te quiero – digo mientras le limpio las lágrimas que se escapan traviesas.
- Yo también te quiero Marco, pero por ese mismo motivo no puedo, no puedo perdonarte – me dice amargamente.
- Lo siento pequeña, de verdad, hablemos – digo a punto de llorar – te echo de menos y te necesito, no sabes lo mal que lo he pasado este mes.