Nos separamos por la falta de aire. La miro a los ojos y veo como se le plasma una sonrisa, esa jodida sonrisa que me enamora. Mi frente se apoya en la suya y por un momento nos permitimos oír los gritos de entusiasmo de la gente que nos rodea. Pero otro cosquilleo nos devolvió al mundo que nosotros habíamos creado, a nuestro propio mundo.
- ¿Entonces? – pregunto impaciente por saber su respuesta.
- ¿Entonces qué? – me contesta con otra pregunta mientras sonríe.
- ¿Qué contestas? – vuelvo a preguntar.
- ¿El beso no te ha parecido una buena respuesta? – me dice María con otra pregunta.
- Sí, pero quiero oírlo de tu boca – digo mientras la agarro de la cintura y la atraigo hasta mí, si es que aún se puede.
- Sí quiero, quiero ser tu novia – me contesta.
Me acerco con urgencia y la beso, era tal necesidad… como si llevara tiempo sin besarla.
- Te amo pequeña, te amo mucho – digo al separarnos y dejo un beso en su frente.
De repente todo el mundo se acerca a nosotros para felicitarnos. ¡Ni que la hubiera pedido matrimonio! Eso en un futuro.
- Cuidado que se te cae la baba – me dice alguien a mis espaldas.
Me giro y me encuentro a un Isco sonriente.
- Calla anda – le digo mientras nos abrazamos.
- No se te ha quitado la sonrisa de estúpido desde que te ha dicho que sí – me dice.
- Lo sé – respondo feliz.
- Me alegro mucho por ti bro – me responde.
La noche termina y llevo a María a mi casa, ya que por más que le insistí en que fuera a casa a ver a Natt ella quería pasa más tiempo conmigo.
Al llegar a mi casa, desparezco un rato dejando a María a oscuras. En un segundo enciendo a través de un mando a distancia, una luz, para después encenderse el resto de luces. Un camino de velas la llevará hasta mi habitación donde todo está preparado ya. Cuando la veo entrar se queda sorprendida por la cantidad de velas y flores que hay en la cama. Voy por detrás y con mis brazos agarro su cintura haciendo que apoye su espalda contra mi pecho. Yo aprovecho para dejar múltiples besos sobre su cuello, que probablemente queden marca, pero yo no puedo controlarme, no puedo.
Giro a María para mirarla y mis manos van a sus mejillas para después besarla. Primero dulcemente y después de manera salvaje, tanto que acabo apoyándola en la pared mientras la sigo besando.
- No sabes cuánto llevo deseando quitarte este vestido – digo lo que llevo pensando desde el momento en que me abrió la puerta para después morder su labio – no sabes cuánto.
- ¿Y por qué tardas tanto? – me pregunta de manera picara mientras me desata la corbata y me la quita del cuello.
- Porque tengo otros planes y ninguno incluye este vestido – digo mientras vuelvo a centrar mis besos en su cuello – pero poco a poco.
Me separa de ella y la llevo hasta el cuarto de baño. Su mirada es de sorpresa, ya que he llenado el baño de pétalos y velas.
- Madre mía Marco, esto es precioso – me dice mientras apoya su cabeza en mi hombro.
- Para mí pequeña lo que sea – digo mientras le planto un beso en el pelo - ¿Te apetece que nos demos un baño? – pregunto y ella simplemente asiente.
Me alejo de ella para poner un poco de música y después hacia la bañera, para que el agua comience a caer y este caliente. Echo sales y dejo que el agua haga el resto.
Esta vez mientras me acerco a ella, me voy quitando la chaqueta del traje y como llevo deseando toda la noche, comienzo a bajar la cremallera de su vestido de manera lenta. Eso sí, sin dejar de dejar besos húmedos por su cuello.
María no puede estarse quieta, por lo que se gira para poder besarme. ¡Y vaya beso! Aunque lo aprovecho para quitarla el sujetados. Mi intención es quitar sus braguitas también, pero es ella quien se me adelanta.