María sigue quieta en medio del salón, esperando una respuesta por mi parte, pero no soy capaz de decir ni una palabra y eso es malo, porque se va a pesar cosas que no son, pero es que me ha fastidiado la sorpresa. Me acerco a ella pero va retrocediendo con cada paso que doy hasta que la acorralo contra la pared.
- Amor – digo.
- Contéstame Marco – me contesta.
- No me voy a ninguna parte – respondo.
- ¿Y esas maletas? – me pregunta sin entender nada.
- Nos vamos los dos – suelto de repente.
- ¿Cómo? ¿Dónde vamos? – me pregunta sorprendida.
- Nos vamos de vacaciones – digo sonriendo.
- ¿Pero a dónde? – me vuelve a preguntar impaciente.
- Ya lo verás – digo – es sorpresa.
Mando a María arriba para que se vista mientras termino de preparar todo y guardar el desayuno para el camino. Cuando estamos listos, salimos a la calle donde no está esperando un taxi. Vamos hasta el aeropuerto y pongo a María una venda en los ojos para que no pueda ver a dónde nos dirigimos.
Al sentarnos en el avión comienza a ponerse nerviosa, siempre le pasa lo mismo. Cojo su mano mientras el avión despega, para que se sienta más relajada. A mitad del trayecto quito la venda a María, aunque no es capaz de ver mucho, ya que se queda dormida en mi hombro. Cuando María despierta vuelve a tener la venda puesta por lo que no es capaz de saber dónde estamos. Después de aterrizar y subirnos a un coche, lo paro en un lugar estratégico. Ayudo a María a bajar y la dejo un rato sola.
- Cuando te diga te puedes quitar la venda – digo.
Pasan unos segundos hasta que todo está en su sitio.
- Ya puedes amor – vuelvo a decir.
María se quita la venda y ante sus ojos puede ver el mar, el mar cristalino y la arena blanca de la playa. Mira a todas partes y es que el paisaje no puede ser más bonito.
- Bienvenida a mi isla, a mi maravillosa Mallorca – digo mientras sonrío.
- Marco…esto es precioso, me encanta – me contesta.
- Quería pasar tiempo contigo a solas, alejados de Madrid – digo mientras me acerco a ella y la abrazo por la cintura – A demás quiero pasar unos días con mi hermano y con mi padre, así que no hay nada mejor que juntar las dos cosas – digo finalmente.
- ¿Pasar unos días con tu padre y con tu hermano? ¿Estás seguro? No quiero ser una molestia – me pregunta poniéndose nerviosa ya que aunque ya les conozca, sé que no es lo mismo, ya que va a pasar unos días en su casa.
- Totalmente. Tranquila amor les encantará tenerte – digo seguro para después besarla.
Nos volvemos a meter otra vez en el coche hasta que llegamos a una urbanización de preciosas casas, paro en una de ellas, en mi casa. Bajo del coche y sacamos entre los dos las maletas del coche. Nos acercamos a la puerta y antes de llamar me paro.
- Todo irá bien amor – digo y me responde con una sonrisa nerviosa. Está tan adorable así.
Llamo al timbre, al cabo de unos segundos se oyen unos pasos al otro lado y la puerta se abre dando paso a mi padre.
- Marco hijo – dice mientras sonríe y se acerca a mí.
- Hola Papá – le contesto mientras le doy un gran abrazo.
- María, preciosa ¿qué tal estás? – dice mi padre a María en cuanto la ve.
- Muy bien – le contesta ella mientras se dan un abrazo – Gracias por dejarme quedarme en su casa – dice.
- Nos encanta tenerte aquí, esta es tu casa también – dice mi padre mientras nos deja pasar al interior.