Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Extra II - Parte II - DI QUE SÍ

Los rayos del iluminan la habitación provocando que me despierte. Miro hacia mi alrededor y no encuentro a Marco por ningún lado. Me parece raro no encontrarle por la habitación. Aún así me levanto y miro por la ventana, admirando el paisaje que tengo ante mí ya que Marco quiso que ayer y hoy nos quedáramos en un hotel frente a la playa. Para mí son las mejores vistas del mundo y poder disfrutarlas el día de mi cumpleaños no tiene ningún precio.

 

Al terminar de ducharme y vestirme cojo el móvil para saber donde se encuentra Marco pero no me contesta a la llamada por lo que probablemente haya bajado a desayunar ya. Cojo la tarjeta de la habitación y abro la puerta de la habitación. Al hacerlo me encuentro con Iris y la miro sorprendida porque no sé qué es lo que hace aquí.

 

      -       ¿Qué haces aquí? – la pregunto confundida mientras ella se ríe.

 

Observo a mi alrededor y me doy cuenta de que está también mi hermano grabando. Iris no es capaz de decirme nada, simplemente me enseña un cartel que me dice que vaya a la piscina. Confundida sigo las indicaciones que me dan y bajo hasta la piscina donde me encuentro con Igor y con Gilberto. Les miro sin entender nada y Gilberto simplemente me da un abrazo. Igor me enseña otro cartel mientras mi hermano no deja de grabarme. Esta vez me mandan a la entrada de la playa. Al llegar allí me encuentro con Natt y con Dani. ¿Qué narices hace aquí Dani? No estoy entendiendo nada y me estoy poniendo muy nerviosa.

 

       -       ¿Dani qué? – pregunto nerviosa.

       -       Tu tranquila – me dice mientras me sonríe.

 

Natt me enseña otro cartel para que vaya a las hamacas que se encuentran en mitad de la playa. Cuando llego observo a mis padres sentados en unas hamacas. Cada vez entiendo menos. Mi madre se levanta al verme y me coge de las manos para guiarme hasta una silla y me hace sentarme. Después me entrega una tablet en la que hay un post-it diciéndome que lo encienda y vea lo que hay ahí. Cuando lo hago instintivamente unas lágrimas salen de mis ojos.

 

Ante mí aparece Marco tan guapo como siempre. Estoy atenta a cada una de las palabras que salen de su boca y no puedo evitar llorar por lo que me dice. Después aparecen unas imágenes. El lugar me suena, es mi casa y está toda la familia reunida junto a Marco. Estoy atenta a lo que les dice a mis padres. ¡Oh Dios mío! Les… les está pidiendo mi mano. Pero lo que no me esperaba fueron las palabras que dijo después, que le dijo a mi pequeña y entonces ya no me cansé de llorar y de llorar.

 

A partir de ahí el vídeo comienza a cambiar y veo como pasan los días. 365 días para ser exactos en los que de una manera u otra me pide que me case con él. ¡Madre mía! Ha estado un año entero preparando esto, preparando este momento y ha tenido a todos compinchados. Todos lo sabían, incluso los chicos del equipo.

 

Cuando el vídeo acaba me dice que mire hacia atrás pero no puedo dejar de llorar, ha sido tan bonito, tan romántico, tan perfecto. No me puedo creer todo lo que está pasando, no me lo puedo creer. Mis manos tiemblan cuando dejo la tablet sobre la arena y me levanto para girarme y ver lo que hay tras de mí. En mi mente solo espero que esté Marco, que este.

 

Y ahí lo veo, parado unos pasos más alejado, vestido de traje y con un ramo de rosas. Me acerco a él mientras me limpio las lágrimas que siguen surcando mi cara e intento sonreír como puedo, ya que la emoción me puede. Al llegar a su lado Marco me tiende el ramo con una sonrisa mientras yo lo acepto. Intento decir algo pero las palabras no me salen y es Marco quien se acerca a mí, hinca la rodilla y comienza a hablar.

 

        -       Amor – empieza a decir – desde que te conocí he tenido la certeza de que eres el amor de mi vida. Eres tú esa persona que tanto buscaba y que sin esperarlo encontré. Lo supe desde el mismo instante que te vi. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, porque nunca antes nadie había logrado hacerme sentir uno de los hombres más afortunados del mundo. Jamás he estado tan seguro de nada como lo estoy de ti – me sigue diciendo mientras me coge una de las manos y me acaricia con su pulgar – lo tengo claro amor: no quiero besos de otros labios, ni caricias de otras manos que no sean las tuyas. No quiero otro número de teléfono que me llame cuando esté en otro país, en otra ciudad para preguntarme qué tal va el día o el partido. No quiero un “Tú” y “Yo” por separado, quiero un “Nosotros” en mayúsculas. No quiero regalos caros ni ostentosos, quiero que me sigas sorprendiendo todos los días con cada mínimo detalle. No quiero otras manías sino son las tuyas. No quiero días grises sin tu sonrisa diciéndome que todo irá bien. No quiero otro hombro donde llorar sino es el tuyo. No quiero confiar ciegamente en nadie más ni cuidar a ninguna otra. No quiero salir de la rutina si eres tú quien está cada día en ella. No quiero guerras en la cama sin ti. No quiero algo simple, quiero algo que consiga que me haga preguntas a mí mismo todo el rato, pero que cuando te mire desaparezcan todas las dudas – termina diciendo para hacer una pequeña pausa.




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