Entro con el coche por la ciudad deportiva y aparco en alguno de los sitios libres que veo. Bajo del coche y me acerco a la parte de atrás para sacar a Natt.
- ¿Estás lista para ver el entrenamiento? – le pregunto sonriendo y sacándola del coche.
- Sí, tengo muchas ganas de ver a los jugadores del Madrid – me contesta entusiasmada.
No puedo evitar reírme, Natt como el resto de la familia es Madridista, tanto que antes de salir de casa para el aeropuerto me hizo ponerla una camiseta del Real Madrid, un regalo de Dani, como no.
- ¿Y no quieres ver a Dani? – le pregunto mientras nos acercamos a la puerta.
- También, también, pero a él le tengo muy visto – me dice con total naturalidad.
No puedo evitar reírme otra vez, siempre es igual, siempre consigue sacarme una sonrisa. Hasta en el día más gris, lo logra. Igual que su madre. Y estas cosas son las que más me gustan. Que a pesar de no tenerla, a pesar de recordarla, tengo algo real, algo que puedo tocar, que me hace recordarla, que me hace sentir que está conmigo.
Avanzamos hasta la puerta y unos guardias tras ver nuestros pases nos dejan pasar dentro de las instalaciones. La verdad no me acuerdo muy bien, aun así creo que puedo llegar hasta el campo donde juegan.
Durante el pequeño trayecto Natt no hace más que mirar y tocar todo, es una niña muy curiosa.
Al llegar al campo observo que los jugadores están jugando un partido y que varias personas, supongo que familiares de los chicos, se encuentran sentados en las gradas viéndoles jugar. Oigo un pitido y me doy cuenta de que es el final del partido, y por consiguiente, del entrenamiento. Lo sé, porque alguna que otra vez, bueno mentira, siempre que me ve o hablamos Dani me lo cuenta todo.
Natt se suelta de mi mano y sale corriendo en dirección a los jugadores y yo tranquilamente me voy acercando a ellos.
- ¡Dani! ¡Dani! – grita Natt hiendo corriendo hasta él.
Dani se gira, bueno él y toda la plantilla. Veo a Dani sorprendido pero no duda ni un momento en abrir sus brazos y en alzarla al aire en cuanto llega a sus brazos. No puedo evitar sonreír al ver esa imagen.
Dani aparta la mirada y veo que busca a alguien, hasta que sus ojos se posan sobre los míos. Le sonrío y veo como deja a la niña en el suelo y se acerca casi corriendo hacia mí. Y no puedo evitarlo y salgo corriendo hasta sus brazos. Y me da un abrazo mientras gira sobre sí mismo.
- ¿Qué haces aquí? – me pregunta mientras me deja en suelo.
- ¡Sorpresa! – le contesto sonriendo.
- Y tanto, me alegro de verte pequeña – me dice mientras me da un beso en la mejilla.
- Necesitaba salir de casa y aquí nos ves. Además tenía ganas de ver a mi primo favorito – le digo mientras busco con la mirada el paradero de mi sobrina.
Observo a mí alrededor y veo que todos nos están mirando, bueno aunque creo que más bien me miran a mí. Y odio ser el centro de atención.
- Chicos esta es mi prima María – dice Dani al resto del equipo – y la peque es Natt.
- María, estos son los chicos – me dice mientras los señalas.
Uno a uno se van presentando, Sergio, Marcelo, Cristiano, Kross, Llorente, Isco… En definitiva a todos y a cada uno de ellos. Hasta que llego al último.
Nuestras miradas se encontraron y nos fuimos acercando poco a poco, sin que nuestras miradas dejaran de estar conectadas. Me da dos besos y cuando nos rozamos siento como un millón de chispas salen de nuestra piel, como de repente se conectan. Y es una sensación tan agradable…
Hacía mucho tiempo que no me sentía así, que nadie me hacía sentir así, como si tuviera mariposas revoloteando por mi estómago.
En ese momento no me di cuenta, pero en el mismo instante en que nuestras miradas conectaron, mi vida volvió a dar un giro de 300º.
- Hola, mi nombre es Marco – me dice después de darme dos besos.
Y nunca, nunca se me va a borrar de la memoria en el mismo instante en que me sonrió.