Los minutos y lo segundos pasaban y para mí era como si el tiempo se hubiera parado, como sí todo fuese a cámara lenta o incluso como si la única que se movía era yo y el resto del mundo se había congelado.
No sé en qué momento me di cuenta de las palabras que habían salido de mi boca, pero habían dicho algo que no quería expresar aunque en mi interior luchaban por salir. Y la razón no es otra que la distancia.
Sí, la maldita distancia. Él vive en Madrid y yo en Santander, a kilómetros y kilómetros de distancia. Él tiene su vida hecha y yo… Yo aún sigo buscando mi camino, aun sigo buscando esa estabilidad que quiero tener en mi vida. Aún sigo haciéndome a la idea de que todo había cambiado y que ahora era responsable de una niña de cuatro años.
¿Por qué me complicaré tanto? Con lo fácil que habría sido haber venido y haberme vuelto sin todo esto. Que fácil habría resultado sino me hubiera enamorado de Marco. Porque el problema estaba ahí, me había enamorado de él. Y no me arrepiento de haberle conocido. Eso nunca. Pero creo que sabemos lo que es sufrir como para seguir haciéndolo por un amor que está lejos.
- Marco… - le digo al salir del trance en el que nos encontrábamos.
- Shhh – me dice poniendo un dedo sobre mis labios para indicarme que me callara – no hables ahora por favor.
- Pero… Esto no está bien, mañana me vuelvo a Santander – le digo intentando que me entienda.
- Lo sé – me dice mientras acaricia mis mejillas con sus dedos – pero olvídate de eso ahora ¿vale?
- Pero… - intento volver a decir.
- Ya nos preocuparemos de eso mañana, ahora vivamos el momento – me dice Marco mirándome a los ojos.
Asiento con la cabeza porque en el fondo yo también quiero disfrutar, quiero olvidarme de la realidad, de lo que pasará mañana. Si tan solo mi situación fuera otra…
Y en ese momento Marco vuelve a juntar nuestros labios, dando por finalizada la conversación y empezando a disfrutar de la noche por delante que teníamos. Hasta que unos ruidos nos hacen separarnos. Cuando miramos de donde vienen nos damos cuentas de que toda la plantilla y sus familias nos están mirando. Y todos los jugadores están silbándonos y riéndose.
- ¡Ya era hora tío! – grita Lucas mientras se acerca junto a Dani e Isco.
- Ya te digo – dice Isco mientras le da un golpe amistoso en la espalda a Marco.
En cambio Dani viene hasta mí y me da un abrazo.
- ¿Estás segura de esto? – me pregunta Dani al oído mientras seguimos abrazados.
- La verdad es que no – le contesto – pero hoy solo quiero disfrutar – le vuelvo a decir.
- Me parece bien – me dice mientras nos separamos.
Es entonces cuando los brazos de Isco me rodean. Qué bien se siente una rodeada de personas tan maravillosas.
- ¡Sándwich! – grita Lucas y se acerca hasta nosotros para abrazarnos, quedando yo en medio de ambos chicos.
- Me estáis asfixiando – les digo como puedo porque me estoy quedando sin respiración.
Me suelta y es ahora un brazo de Marco quien me agarra por la cintura atrayéndome hasta él. Y así nos quedamos un rato.
- ¡Como le hagas daño a mi prima te enteras! – le dice Dani en tono serio a Marco.
- No te preocupes tío – le dice Marco.
- Estás avisado chico – le dice Sergio quien acaba de aparecer.
- Con nuestra niña no se mete nadie – dice Marcelo apareciendo también.